La librería más bonita del mundo está en una ciudad que ama la lectura
ARGENTINA
Ateneo Grand Splendid, que ocupa un teatro de principios del siglo XX en el centro de Buenos Aires, siempre figura entre las preferidas por autores y lectores de todo el mundo
El pueblo desconocido, pero soberbio, donde termina el asfalto
Un lateral del Atenio Grand Splendid, en Buenos Aires
Buenos Aires es seguramente una de las mejores ciudades del mundo para los aficionados a los libros. Es una ciudad lectora en un país donde se cuidan las ediciones, opinan muchos, y un destino turístico donde los libros forman parte del motivo de muchos ... viajes. Buenos Aires, en efecto, es la capital de las librerías: de viejo, nuevas, pequeñas, grandiosas. A pesar de la pandemia o quizá por eso sigue al alza el fenómeno de los pequeños locales de barrio, como Malatesta, que abrió en 2021 en Parque Chas. Pero también permanecen las direcciones de siempre, como Librería del Colegio, la más antigua, de finales del XVIII o principios del XIX, llamada ahora Librería de Ávila, el apellido de su dueño desde mediados de los años 90.
Muchos turistas avisados por las guías o por los artículos de periódicos van directamente a la Avenida Corrientes, en parte peatonal, donde sus fieles aseguran que podrían pasar media vida. Hay un viejo dicho nunca confirmado según el cual en esta calle abrieron librerías gracias a una ley de 1936 que prohibió los prostíbulos. Una de las primeras fue Fausto. Y luego vinieron otras muchas.
Desde el Obelisco hasta Callao surgieron las librerías nuevas, y luego las de viejo. Muchas no tienen puerta: invaden la acera, hay zonas de revistas y mesas abarrotadas de títulos. «No son solo tiendas que venden libros, sino lugares de encuentro, salas de presentación de nuevas obras y cafés con encanto. Incluso sitios donde se puede encontrar un pequeño sillón para sentarse a leer -afirma Rodolfo Chisleanschi, periodista porteño, nuestro guía en esta ruta-. Me gusta mucho Eterna Cadencia, en lo que llamamos Palermo Hollywood, porque cumple con varias de esas características, incluyendo un patio de comidas sanas que abre al mediodía».
A unos quince minutos andando desde Corrientes (desde Callao, por ejemplo) está una de las librerías más bonitas del mundo (para los argentinos y para algunos top elaborados por periódicos o revistas, la más bonita), un buen destino para celebrar el 23 de abril, día del libro. El cine-teatro Grand Splendid, inaugurado en 1919 (un encargo del empresario de origen austriaco Max Glücksmann), fue una referencia en la ciudad durante casi un siglo. Allí actuaron Carlos Gardel, Ignacio Corsini y Roberto Firpo, por ejemplo. Y allí se exhibió la primera película sonora.
El escenario recuerda el antiguo uso del edificio
El teatro dejó de funcionar a finales de los años 80. Y el cine, en la última curva de los 90. En aquellos tiempos pudo terminar como banco, café, garaje o cualquier otra cosa. El Grupo ILHSA, que se hizo cargo del edificio, conservó la arquitectura original como insospechado entorno de su nueva idea de negocio. El 4 de diciembre de 2000 comenzó una nueva etapa como librería (Ateneo Grand Splendid), con sus palcos y la reconocible cúpula, pintada por Nazareno Orlandi, de veinte metros de diámetro.
La librería más grande de Sudamérica (2.000 metros cuadrados, cuatro plantas, 125.000 libros) se convirtió en un éxito, primero en las cifras de ventas y luego como destino turístico. Empezó a recibir a escritores de todo el mundo, incluidos premios Nobel, que fueron transmitiendo el ambiente especial creado en este espacio de la Avenida Santa Fe 1860. Creció su fama.
«El Grand Splendid se ha convertido en un orgullo de la ciudad, uno de esos lugares al que uno siempre lleva a los turistas porque sabe que va a sorprender y no va a fallar. Como obra de reforma de un espacio es realmemte extraordinaria. La mayoría de los cines y teatros porteños que fueron cerrando en las distintas crisis pasaron a ser templos religiosos o tiendas de dudoso gusto. El Grand Splendid supo reciclarse para seguir ofreciendo cultura desde cada uno de sus rincones«, explica Chisleanschi.
Como resultado, por sus instalaciones pasan unas 3.000 personas al día. «Así como los libros se defienden solos, las librerías también. El espacio es imponente y trabajamos día a día para brindar algo más, para que venir a esta librería sea una experiencia placentera», dijo años atrás en una entrevista Andrea Stefanoni, gerente del Ateneo Grand Splendid hasta el año 2020 y en la actualidad al frente de la Librería La Mistral, en Madrid.
-¿El Ateneo sigue siendo la más bonita de cuantas conoce? -le preguntamos.
-Ahora mi favorita es la mía -sonríe-. Pero sí, considero que el Ateneo es la más bonita, si es que se puede establecer ese orden. Tiene una magia que no tienen otras, más allá de la arquitectura del lugar. Me costó mucho salir de allí. Era el mejor trabajo del mundo en el lugar más bonito. Pero bueno, fue una decisión de cambiar de país. La Mistral no me recuerda al Ateneo, pero las personas que vienen dicen que sí, que tiene algo. Y es que hay cosas que, después de 20 años, arrastramos para siempre. Además, en la parte de abajo de La Mistral hay un guiño al Ateneo, un pequeño escenario donde la gente se hace fotos. Como un punto de unión entre Buenos Aires y Madrid.