La ciudad colonial de Brasil que aman los escritores de todo el mundo

Cuando en España celebramos el Día del Libro , el recuerdo de Paraty traslada a los aficionados a la lectura a una ciudad imprescindible en la agenda de muchos autores. Allí se celebra cada año (habitualmente, en verano) la Festa Literária Internacional de Paraty , con la presencia de grandes nombres de la literatura mundial. Por sus calles empedradas han pasado Salman Rushdie, Ian McEwan, Martin Amis, Paul Auster, Amos Oz, J. M. Coetzee o Nadie Gordimer, entre otros muchos. En 2020 cumplió su decimoctava edición, realizada de forma virtual por las circunstancias sanitarias.

Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948), que también conoce esta localidad, la definía así en 2005 en EPS: «A muchos de los visitantes de Paraty les parece haber llegado al famoso edén, ese paraíso que tanto buscamos en la tierra y no todos confiamos en encontrarlo fuera de ella. Américo Vespucio, sin ir más lejos, pisó las playas cercanas a lo que años más tarde serían los alrededores de Paraty y dijo solemnemente: '¡Oh, Dios! Si hubiera un paraíso en la tierra, no estaría lejos de aquí'».

En la edición de 2019, la última que se celebró presencialmente, participó la escritora y periodista Karina Sainz Borgo (Caracas, 1982), que reside en España desde 2006. Sainz Borgo ha publicado infinidad de artículos sobre el mundo de la cultura, libros periodísticos y las novelas 'La hija de la española' (2019) y 'El tercer país' (Lumen, 2021), de gran éxito. En su Twitter plantea una contundente declaración de principios: «Creo en Flaubert y la resurrección futbolística de Guti».

«Paraty es una ciudad cuyo nombre suena a parabién, regalo y tuteo. A este lugar lo recorre una marea que al anochecer inunda las calles empedradas hasta convertirlas en charcos a los que la luna saca brillo. Es un sitio con olor a aguardiente, sal y mango maduro y en el que resuena un acento sabroso que acaricia las palabras», escribió Sainz Borgo en su blog Barbitúricos Ciudadanos.

Paraty fue fundada oficialmente por los portugueses en 1667, y su nombre, tan evocador, significa en lengua tupí 'el río de los peces' . Tuvo épocas gloriosas, sobre todo como puerto de carga del oro y piedras preciosas extraídas en el estado de Minas Gerais. El centro colonial, sin coches, de una armonía casi perfecta, permanece muy bien conservado. Gran parte de esa arquitectura no ha cambiado en tres siglos.

Desde 2019, Paraty e Ilha Grande forman parte del Patrimonio Mundial de la Unesco . El centro histórico de esta pequeña ciudad de la costa (30.000 habitantes) es uno de los mejor conservados de Brasil. «A finales del siglo XVII -se lee en el documento de la declaración-, era el punto de destino de la ruta del oro (Caminho do Ouro) donde se embarcaba para Europa el metal extraído en el interior del país. A su puerto también llegaban las importaciones de utillaje industrial y de mano de obra esclava africana destinada a trabajar forzosamente en las minas de oro. Un complejo de fortificaciones protegía las riquezas del puerto y la ciudad, cuyo centro histórico aún conserva el mismo ordenamiento urbano que en el siglo XVIII, así como una gran parte de los edificios de estilo colonial construidos a finales del siglo XVIII y principios del XIX».

Más allá de la citada carretera desde Río, Paraty forma parte de la llamada Estrada Real, una ruta de turismo de 1.630 km a través de tres estados (Minas, Río y São Paulo). También forma parte del Parque Nacional de la Sierra de Bocaina, reserva natural de 110.000 hectáreas de relieves profundos, con valles, grutas y una rica fauna y flora. La Bahía de Paraty -ubicada dentro de la Costa Verde, una de las regiones más bellas del planeta, según Lonely Planet- está formada por unas 50 playas y 65 islas, frecuentadas por veleros, goletas y otras embarcaciones de recreo.