Estrecho de Magallanes: 500 años de una hazaña que confirmó que la Tierra era redonda
El 28 de noviembre de 1520 tres de las cinco naos que partieron de Sanlúcar de Barrameda llegaron por primera vez al Pacífico, tras descubrir y cruzar el estrecho que ahora conocemos como de Magallanes
Un crucero sigue el trayecto de la expedición que cruzó del Atlántico al Pacífico hace 500 años, entre el 1 y el 28 de noviembre de 1520

La globalización comenzó hace quinientos años con la primera vuelta al mundo comandada por Fernando de Magallanes , un noble de origen portugués al servicio de Carlos I, de quien recibió el apoyó en su propuesta de buscar una nueva ruta hacia las especias ... por el oeste, tras el cierre del tránsito por la Ruta de la Seda con la caída de Constantinopla en 1453. Buscaban nuevas rutas marítimas ante el reparto del comercio mundial del Tratado de Tordesillas que, en 1494, estableció el reino de Castilla y Aragón con Portugal.
Un apasionante viaje siempre hacia el oeste por los mares castellanos, según el citado Tratado, sin cartas de navegación para orientarse. Fue el primero de noviembre de 1520 cuando entraron, con tres naos, de las cinco con las que partieron de Sanlúcar de Barrameda , en aguas del Estrecho al que inicialmente denominaron de «Todos los Santos» por la fecha tan destacada en que doblaron el cabo Vírgenes. El día 28 llegaron al Pacífico.
En la actualidad siguen siendo tierras tan salvajes como entonces por las que únicamente navegan los cruceros de la naviera chilena Australis. Recorren aguas de la Patagonia y el archipiélago de Tierra del Fuego , entre las ciudades de Ushuaia y Punta Arenas, siguiendo esta hazaña naval mientras se contemplan los mismos paisajes que observaron los descubridores.

La música clásica del Renacimiento, la misma que sonaba en la época en que llegaron los primeros navegantes europeos, así como las charlas temáticas de la historia del descubrimiento acompañan los cruceros que conmemoran, en recorridos de cinco días, el descubrimiento del Estrecho de Magallanes . Exhiben un elevado compromiso ambiental mediante barcos que navegan ligeros y silenciosos, emitiendo menos contaminantes y con un compromiso de no usar plásticos a bordo, o utilizar agua de mar potabilizada para muchos usos a bordo que eviten alterar el prístino entorno por el que se mueven.
Son días de descubrimiento que se asoman al vértigo del fin del mundo a través del Cabo de Hornos , la zona más austral del planeta a partir de la que el temido Pasaje de Drake , con sus fuertes vientos y oleaje, es lo único que nos separa de la Antártida.
Al entrar en la espectacular Bahía Wulaia , en la costa oeste de la isla Navarino , espera la historia de los únicos pobladores de estos territorios australes, los indios yámanas o yaganes, que acudían a la zona para colectar frutos silvestres y pescar en las aguas calmadas de la «bahía bonita» -como la denominaron- y de cuya historia vemos una interesante exposición en la antigua estación de radio.
En ella también desembarcó Charles Darwin desde el barco Beagle comandado por Fitz Roy. Quedó fascinado ante la frondosidad de la selva fría patagónica que, por momentos, recuerda a un bosque de laurisilva por la humedad y los extraordinarios líquenes que recubren árboles como hayas, lengas y canelos. El nombre de su histórica embarcación quedó en el canal de Beagle por el que se navega frente a la cordillera Darwin que con su campo de hielo introduce al viajero en el parque nacional de Agostini. Desde los camarotes con ventanales de cristal o desde las cubiertas y salones del barco las vistas están aseguradas.
Cada día hay excursiones con desembarcos que permiten conocer de cerca glaciares como el Pía , con sus 20 kilómetros de longitud y una altura de 300 metros y en un estado excepcional pues su masa de hielo continúa creciendo. No dejaremos de contemplar las figuras heladas de glaciares como Alemania, Holanda o el extraordinario Garibaldi, con el azul intenso de sus viejos hielos prensados.
Apenas quedan unas horas para abandonar la aventura austral y comenzar la navegación por los 558 kilómetros de longitud (310 millas náuticas) del Estrecho de Magallanes . Fue entonces cuando el navegante -hace quinientos años- ya no encontró obstáculos en forma de tan espectaculares bahías, glaciares o montañas nevadas que impidieran su paso hacia el océano Pacífico. En el extremo del bloque continental del sur de América confirmó que la Tierra era redonda.
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