Una de las ciudades de la Antigua Roma más importantes del mundo fuera de Italia
Un viaje de 2.000 años con destino a Jerash, en Jordania, conocida como 'la ciudad de las mil columnas', donde solo la calle central mide cerca de un kilómetro

A Jerash se la conoce como 'la ciudad de las mil columnas'. Puede que sean mil, en efecto. O quizá más. Desde la parte superior de la ciudad o desde el Cardo Máximo, la calle central, se ve un bosque de pilares firmes. Y seguramente aún habrá más bajo tierra. Esas columnas sustentan la historia, las calles y los edificios de una ciudad elevada por un pasado glorioso en época romana y bizantina, destrozada por un terremoto en el 746, descubierta a principios del siglo XIX por el explorador Ulrich Jasper Seetzen y recuperada a partir de las excavaciones que comenzaron en los años 20 del pasado siglo.
Jerash es el segundo destino de Jordania, después de Petra. Quizá porque está cerca -a unos 40 minutos en coche- de Ammán, la puerta de entrada al país, o por esa comprensible fascinación que provoca la Antigua Roma. Su talento para construir y permanecer. Aquí vienen los turistas que caminan detrás de un guía con la bandera de Jordania, que se fotografían en los templos de Zeus o Artemisa, y que observan la exuberancia de la ciudad hasta ahora recuperada. Solo el Cardo Máximo mide más de 800 metros de largo. Y esos mismos turistas piensan y bromean sobre el trabajo pendiente, sobre lo que aún queda por sacar a la luz.
Los jordanos suponen que apenas se ha descubierto el 30 por ciento de la ciudad enterrada por el terremoto y el posterior abandono. En las calles es fácil ver (y pisar) pequeños trozos de cerámica entre la tierra, seguramente con 2.000 años de antigüedad. Da vértigo. «Este es un país por excavar», le dice un guía a su grupo. También se ven columnas de las que solo asoman unos centímetros, a la espera de presupuesto y equipos de trabajo. Pero no hace falta torturarse con lo que falta. Lo que se ve es suficiente para salir abrumado de este viaje al siglo I a. de C., tras la llegada de Pompeyo, y hasta el V o VI, ya en la época bizantina.
Jerash (Gerasa) formaba parte de las ciudades del llamado grupo Decápolis, una asociación a partir de intereses comunes creada en la frontera oriental del Imperio romano. Seis estaban en lo que hoy es Jordania, entre ellas Gadara, todavía poco excavada pero admirada por sus vistas a los Altos del Golán y al Mar de Galilea. Cerca está un tramo de un acueducto subterráneo de 170 km -el más grande del mundo antiguo- construido entre los años 90 y 210 d.C. para llevar agua a esos núcleos urbanos.
A Gadara todavía van pocos turistas, al contrario de lo que ocurre en Jerash, donde el aparcamiento de autobuses suele estar lleno. Bajan y se detienen un rato en un zoco artificial, instalado en un edificio moderno, donde venden esos pañuelos que hace algún tiempo hicieron furor en España. La kufiyya roja y blanca es típicamente jordana; la negra y blanca, palestina, estilo Arafat. En Jordania los vendedores (en realidad, nadie en la calle) no acosan a los turistas. Solo se muestran, invitan a ver su mercancía. A veces bromean o vocean un 'mensaje publicitario' de su puesto, lo mismo que hacen en el interesante zoco de Ammán. Pero nada que ver con el estrés de otros países árabes.



Una vez superado el afán comprador, los turistas entran en la 'roma prometida'. La primera parada de esos grupos, en los que esta mañana se oye hablar español e italiano, es en el arco triunfal de Adriano, construido en el 130 para honrar la visita del emperador. Aunque, en realidad, la edad dorada de Jerash hay que atribuírsela a otro emperador, Trajano, entre el 98 y el 117 d.C., impulsor entre otras cosas del llamado Camino del Rey, o Via Nova Traijana, que conectaba Siria con el golfo de Aqaba.
El camino de las familias jordanas y de los turistas discurre entre columna y columna, entre foto y foto para Instagram. La primera será seguramente en el Foro Oval, una plaza abrazada por 56 columnas jónicas, y ovalada, sí, que el nombre no engaña. El suelo está pavimentado de piedra caliza, como casi todas las construcciones que vemos en Ammán y aquí mismo, en la antigua ciudad romana. En esta zona la piedra es de color blanco, al contrario de en la ciudad de Salt, donde tiende al amrillo. Y todos respetan ese material y ese color, en un apreciable esfuerzo por mantener la coherencia estética.
El Foro Oval une la calle principal (Cardo Máximo) con el templo de Zeus, otro lugar para detenerse y sacar la cámara de fotos. Y esa calle escoltada por las columnas invita casi a cada paso a detenerse y dejarse asombrar. Hasta llegar al templo de Artemisa, el más grande, por lo que se ve y por lo que se intuye que debió ser. Y al Odeón, un espacio parecido a un parlamento en forma de anfiteatro, con su correspondiente escenario. Allí se reunían las tribus y se realizaban eventos especiales.
Dos platos para saborear Jordania

Mansaf
Cordero, arroz, almendras y salsa de yogur de cabra (yameed). El cordero se cuece en el propio yogur. El plato se sirve con un pan muy fino llamado markook. Sobre ese pan se pone el arroz y la carne. Por último se sirve la salsa de yogur

Maqluba
Arroz, pollo, berenjenas, coliflor, patatas. Maqluba significa revuelto o volcar, ya que eso se hace con el guiso en el momento de servirlo: se vuelca para que el fondo de la cacerola (la carne) quede en la parte superior.
En Jerash se llegaron a construir una veintena de iglesias en tiempo de los bizantinos. Lo que queda de algunas de ellas puede verse en este recorrido, sobre todo la de San Cosme y San Damián, médicos y mártires. Los restos que se han recuperado de ese templo nos conducen hasta el anfiteatro, con una acústica excepcional, y a la zona superior de la ciudad, desde donde observar la amplitud del conjunto.
La Unesco no ha incluido Jerash en la lista del Patrimonio Mundial. Y desde aquí arriba se aprecian los motivos. Justo enfrente está la ciudad nueva, que en algún punto llegó a entrar en el interior de la muralla. Para la Unesco, el yacimiento no se ha mantenido intacto. Para los turistas esta es una inmersión apasionante en una ciudad romana. Tal como era. O casi.
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