La ciudad griega, romana y bizantina (del grupo de la Decápolis) que hasta ahora no se podía visitar
Tras más de veinte años de excavaciones, Hippos-Sussita, situada junto al mar de Galilea (Israel) empezó a recibir turistas la pasada primavera
La espectacular ciudad de la Antigua Roma que construyó el rey Herodes en Judea
La antigua ciudad de Hippos es un yacimiento arqueológico valioso, bastante desconocido y recién abierto al público tras dos décadas de excavaciones. Es todo eso y es también un paisaje y una historia que exige un tiempo. De hecho, la primera ojeada debería ser ... desde un dron, si eso fuera posible. Desde allá arriba se podría apreciar mejor su situación: sobre una colina, a dos pasos del mar de Galilea (con su forma de arpa), de Tiberíades, de los Altos del Golán. Luego, superada la impresión del entorno y de esos nombres sonoros, ya se puede apreciar con más detalle una ciudad que fue griega, romana y bizantina antes de que la destruyera el terremoto del 18 de enero de 749.
Iosi Bordowicz, arqueólogo nacido en Argentina, director del organismo de Parques Nacionales de Israel, que incluye la ciudad de Hippos (también conocida por su nombre arameo, Sussita), es nuestro guía en una de las primeras visitas al nuevo parque nacional, abierto a los turistas la pasada primavera. Bordowicz recuerda que diferentes equipos de la Universidad de Haifa llevan más de veinte años en esta colina sacando el pasado a la luz. En estas tierras predicó Jesús hace más de dos mil años. Cerca está Cafarnaúm. Y «es muy verosímil» –dice– que Sussita sea el lugar al que se refiere un conocido pasaje del Evangelio de Mateo: «Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder».
LÍBANO
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Cafarnaúm
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Galilea
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Tiberíades
Hippos-
Parque Nacional
de Sussita
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De Hippos hay algunos restos (ínfimos) que se remontan al siglo III a.C. Hubo luego una fortaleza seléucida que en el siglo II se convirtió en Antioquia Hippos. Y, en efecto, no se puede esconder. Lo cierto es que estuvo abandonada desde el terremoto del siglo VIII, pero siempre se supo que estaba allí, como se podía comprobar por las columnas que asomaban entre la hierba. En 1948, Israel tomó la colina para ofrecer un entorno seguro al kibbut Ein Gev (hoy, incluye un hotel) en la difícil frontera con Siria.
Mucho después vendría el trabajo de los arqueólogos de Haifa, que en los últimos tiempos dirige Michael Eisenberg. Tras esos veinte años de sacar tierra ahora se puede ver el teatro situado fuera de las murallas de la ciudad antigua, el Decumano (la calle principal en las ciudades romanas, construida de Este a Oeste), el Odeón, el Foro, las iglesias bizantinas, la basílica romana…
En la ruta turística se pasa por las tres grandes épocas de la ciudad, la griega, la romana y la bizantina. «Fue en su momento una ciudad importante, construida de una forma pomposa. Era una ciudad hermana –o espejo– de Tiberíades. Una, religiosa, judía, y la otra primero pagana y finalmente cristiana. En Tiberíades hay fuentes de aguas termales, y al atardecer los turistas miran el mar de Galilea y estas colinas», explica Bordowicz. Una escena parecida se debía repetir hace dos mil años, cuando Hippos formaba parte de Decápolis, un grupo de diez ciudades con mucho peso político o militar en la frontera oriental del Imperio romano.
En el paseo por el actual Parque Nacional de Sussita, Bordowicz, tocado con un sombrero al estilo Indiana Jones, resalta el bastión de la ciudad, «el mejor conservado del mundo romano», y las iglesias de la parte bizantina. «Son una basílica y seis iglesias en una ciudad relativamente pequeña, todas bien conservadas. Parecen muchas, pero esta era una zona muy religiosa. Se construyeron con un estilo basilical, una nave principal alargada y otras laterales más bajas separadas mediante filas de columnas».
¿Y en qué punto se detiene más tiempo?, le preguntamos. «Lo que más me gusta del parque es la basílica romana. A diferencia de la cristiana y bizantina, que es la iglesia, ésta era un monumento totalmente impresionante. Tenía columnas de más de trece metros de altura, y podía verse desde cualquier sitio de Galilea, a kilómetros de distancia. La basílica romana era un centro cultural –con encuentros filosóficos– y comercial, herencia de la época griega. Como un centro comercial hoy. Las columnas estaban cubiertas con estuco, los capiteles eran tan grandes que no eran monolíticos, estaban separadas en dos pedazos».
«Sussita no para de sorprender –termina Iosi Bordowicz, mientras llegan los turistas–. La riqueza de esta ciudad en todos los periodos es incontestable, y eso se ve en los restos que se encuentran, en los pequeños (monedas, joyas) y en la calidad de la construcción, de los mosaicos. Habrá varios años de excavaciones, pero a día de hoy el nivel es tan grande que un día en Sussita no es suficiente». En realidad, el viaje de esos turistas que bajan del autobús durará dos horas. Les esperan otros parques, otros pueblos históricos, quizá el barro del Mar Muerto. Las vacaciones nunca son suficientes.
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