PARÍS
Cómo reservar las entradas para Notre-Dame y evitar las colas
Entrar a la catedral de Notre-Dame sigue siendo gratis, pero conviene reservar en la web para evitar las colas

Durante los cinco años que duraron los trabajos, importantes, Notre-Dame fue visitada por millares de turistas de cinco continentes, fascinados por el espectáculo de un monumento histórico acordonado por muros metálicos, acerados alambres de espino, grúas multicolores.
En su día, Emmanuel Macron anunció que Notre-Dame celebraría su reapertura cinco años más tarde con una gran misa solemne. Cumplido el plazo, el interior de la catedral estaba prácticamente terminado, a falta de «pequeños» detalles. Sin embargo, las obras continuaban.
Contando con el acuerdo táctico del arzobispado de París, Macron decidió consumar la reapertura, con una gran ceremonia religiosa y muchas dimensiones diplomáticas internacionales.
Las imágenes, fotos, vídeos y retransmisiones del interior de Notre-Dame causaron un gran impacto con una consecuencia práctica inmediata: los muros metálicos y los espinos de acero han desaparecido, pero las grúas y los andamios siguen en pie, en todo el exterior de la catedral… espectáculo que no desanima en absoluto a los turistas. Con el exterior de la catedral en obras, hay que esperar entre una y dos horas para poder entrar y arrodillarse en el interior.
En los primeros días de celebraciones más de 3.000 visitantes -hombres, mujeres, ancianos, jóvenes, niños, familias- se cruzan en el interior de Notre-Dame. Los católicos toman asiento, se arrodillan, rezan, maravillados ante la recuperación. Agnósticos, musulmanes o budistas transitan admirados y respetuosos ante la reconstrucción de un interior que tiene mucho de único.
Antes de hacer una o dos horas de cola para entrar en Notre-Dame, es mejor reservar las entradas en línea (www.notredamedeparis.fr/), y organizar la visita, en solitario, o integrándose en grupos con guía, en el interior o en el exterior. Las visitas en grupo empezarán a funcionar el 9 de junio, con reservas desde marzo.
En su día, Rachida Dati, ministra de Cultura, sugirió la posibilidad de cobrar la entrada en Notre-Dame. El episcopado se opuso inmediatamente. La catedral sigue siendo un lugar de culto, con sus horarios propios de misas y ceremonias religiosas. Antes del cierre era el monumento más visitado de Francia, con 12 millones de visitantes al año.
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