COLLIOURE
El pueblo más bonito de Francia está a 30 km de España y rebosa arte
Este destino, que fue escogido como el favorito de los franceses en el programa televisivo Le Village préféré des Français, está a apenas 30 km de España y ofrece paisajes de ensueño, una gastronomía exquisita y un rico patrimonio histórico y artístico
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Iniciar sesiónEn el sur de Francia (en la región de Occitania y en el departamento de los Pirineos Orientales), situado en la Costa Bermeja y a tan solo 30 kilómetros de la frontera con España, se encuentra el que según afirman los propios franceses es ... el pueblo más bonito del país y razón no les falta. Por estas fértiles tierras pasaron a lo largo de la historia griegos, fenicios, romanos, visigodos y árabes, pero fue en la época en la que pasó a formar parte de los reinos de Aragón y Mallorca cuando vivió su mayor esplendor convirtiéndose en un puerto estratégico y comercial coincidiendo con la construcción del puerto y la reforma del castillo para hacerlo infranqueable. Con la muerte del rey Alfonso, Juan II de Aragón llegó a un acuerdo con Luis XI de Francia, quien enviaría a un ejército a tomar Perpiñan y Collioure siendo este último anexionado como parte del Rosellón en 1659.
Collioure, que asoma al Mediterráneo poniéndole una nota de color con sus casitas con fachadas en tonos pastel, pasó a ser durante el siglo XX un importante centro de actividad artística. Henri Matisse buscó aquí inspiración para acabar encontrando su estilo, el fovismo, y para pintar grandes obras, de las cuales un total de 20 reproducciones pueden verse en una de las rutas que proponen desde la Casa del Fovismo. A Matisse se le sumó su amigo André Derain, quien también experimentó con esta tendencia artística.
Para otros como como Paul Signac, Henri-Edmond Cross o Picasso se convirtió en un refugio en el que seguir perfeccionando su obra, mientras que para Antonio Machado pasó a ser su lugar de escape tras su exilio de España en 1939, donde acabaría falleciendo pocos días después. Su tumba, donde también descansa su madre que murió tres días después que él, puede visitarse en el cementerio local. Tal es el legado artístico de este pueblo que por sus calles se reparten cerca de 30 galerías de arte, además del Museo del Arte Moderno, instalado en la Quinta Pams y fundado por el artista Jean Peske en 1930.
Con poco más de 2.500 habitantes, este destino ofrece numerosos atractivos, como los monumentos que forman su principal estampa y que se ubican junto a las playa de Boramar y del Port d'Avall: la iglesia Nuestra Señora de los Ángeles y el castillo Real. La primera fue construida por etapas, su campanario es de la Edad Media, momento en el que fue utilizado como faro del puerto, mientras que la nave se levantó en 1684 en estilo gótico meridional. Es en su interior donde se esconde su elemento más destacado, el retablo del altar mayor de estilo barroco catalán tallado en madera y recubierto por láminas de oro cuyo autor es el artista Josep Sunyer. La cúpula se colocó en 1810.
Por su parte, el Castillo Real, se construyó sobre un antiguo castrum romano y posteriormente fue acondicionado para alojar a la corte de los reyes de Mallorca, quienes lo ocuparían hasta 1462, año en el que volvió a manos francesas. Finalmente, acabó convirtiéndose en prisión de los refugiados de la 'Retirada' (los republicanos derrotados al final de la Guerra Civil Española) y en su interior se pueden visitar varias exposiciones, incluida una sobre la historia de los refugiados republicanos de la Guerra Civil.
Visto esto, uno puede pasear por los barrios del Mouré y Port d'Avall para admirar las casas de colores y fijarse en el curioso detalle de los desagües, que están decorados con cabezas de dragón, acercarse a su puerto, el cual conserva su esencia medieval, ascender hasta el molino de viento conocido como 'Le Moulin de la Cortina', construcción que data del siglo XIV -lo que lo convierte en el más antiguo del Roussillon- y desde donde se obtienen unas maravillosas vistas panorámicas del pueblo, o visitar la capilla de San Vicente, construida en 1701 sobre las rocas en las que según cuenta la leyenda fue martirizado el santo.
Los amantes del senderismo y la naturaleza pueden optar por realizar una ruta a dos de sus puntos de interés ubicados en la montaña, la que lleva al fuerte de San Telmo, una imponente fortaleza del siglo XVI que presenta un estado de conservación excelente y que hoy día funciona como museo militar, o la que acaba en la torre Madeloc, un recorrido de 16,2 kilómetros que acaba en esta construcción de 30 metros de altura levantada a 654 metros sobre el nivel del mar en el siglo XIII para controlar la costa. Para aquellos que deseen probar alguno de los vinos con denominación de origen de la zona -DOP Banyuls- es Cellier Dominicain, una curiosa bodega instalada en una antigua iglesia donde se realizan catas y visitas.
Dónde comer
La gastronomía es otro de los atractivos de Collioure con las anchoas como producto estrella. Algunos de los restaurantes en los que se puede degustar los manjares que ofrece este destino son Le Neptune, que enclavado en la roca ofrece una carta de cocina tradicional elaborada con productos locales de temporada y La Balette, ubicado en el Hotel Le Relais des Trois Mas y reconocido con una estrella Michelin. En este templo gastro capitaneado por el chef Laurent Lemal ofrece diferentes menús con un toque innovador y productos de alta calidad.
Dónde dormir
Uno de los mejores alojamientos que ofrece este destino es Les Roches, un coqueto hotel con tan solo 18 habitaciones, todas ellas con terraza o balcón con vistas al mar y a la preciosa estampa del puerto con la iglesia y el castillo, decoradas con sencillez y elegancia con un toque moderno y atractivo gracias al uso de materiales de la región y elementos creados por artesanos y artistas locales. Los precios van desde los 175 a los 265 euros en temporada baja, a los 265 y 465 euros en temporada alta.
Aquellos que busquen tranquilidad y vistas a la montaña pueden decantarse por La Maison Nova, una residencia histórica completamente renovada que ofrece 13 habitaciones, cada una de ellas diseñada en torno a una obra de arte local con cuadros y frescos que rinden homenaje a lugares emblemáticos de la región. El alojamiento cuenta, además, con un spa con piscina climatizada disponible todo el año, cabina de tratamientos en los que se utiliza la marca Phytomer y hammam. Los precios van desde los 190 euros por noche para dos personas.
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