DESTINOS

Siete mercadillos para disfrutar del verdadero espíritu de la Navidad

Una escapada a Viena (Austria) para apreciar de cerca la belleza y la emoción de la Navidad en el corazón de Europa

Altwiener Christkindlmarkt WienTourismus/Julius Hirtzberger

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Luces de Navidad frente al ayuntamiento vienés Christian Stemper

Plaza del ayuntamiento

El corazón de la navidad vienesa

Desde mediados de noviembre, por los barrios de Viena empiezan a surgir mercadillos navideños. Cada uno tiene su encanto y su tradición, pero uno no daría abasto para visitarlos todos. Así que nos permitimos sugerirles una selección para hacerse una idea de lo ... que son estas fiestas en la capital de Austria.

Y para empezar, nada más que hacerlo a lo grande, yéndose al más extenso y el más espectacular: el que se instala delante del Ayuntamiento (Rathausplatz). Un auténtico mar de luces que todas las tardes está concurridísimo de vieneses que van a recorrer los puestos de artesanía –entre los que destacan los enormes despliegues de adornos navideños; seguramente este sea el mejor mercadillo para comprarlos–, a llevar a los niños a su enorme carrusel o a la noria, a patinar sobre hielo, a ver el belén o el árbol de Navidad de 28 metros de alto, a disfrutar de las actuaciones de coros y bandas navideñas o a pararse con su pareja junto al 'árbol de los corazones', decorado con motivos románticos. Un escenario prácticamente de película para adentrarse en el espíritu navideño vienés.

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Castañas asadas frente a los puestos del mercadillo de Maria-Theresen-Platz Christian Stemper

Maria-Theresen-Platz

Bajo la mirada de la emperatriz

Muy cerca de la plaza del ayuntamiento está la enorme explanada dedicada a la emperatriz María Teresa, cuya estatua la preside desde lo alto de una gran columna. En este mes, todo ese espacio entre el Museo de Historia Natural y el Museo de Historia del Arte se cubre con los puestos del mercadillo navideño. Pese al entorno imperial, estos puestos son un poco menos elegantes que los de la Rathausplatz y el ambiente es informal y relajado. Además de buscar artesanía de todo tipo (como los globos de cristal con escenas nevadas, que fueron inventados en Viena), es un buen lugar para empezar a experimentar con otro de los elementos clave de la navidad vienesa: la comida y la bebida.

Sobre todo la bebida, ya que es inconcebible un mercadillo navideño en Viena sin varios puestos que vendan 'glühwein' y 'punsch': vino y ron o brandy calientes especiados con canela, clavo, anís, naranja, azúcar... Claves para calentar el cuerpo cuando empieza a caer el frío de las tardes de invierno. Ambos se sirven en tazas decoradas con motivos navideños por las que se paga un depósito; queda a elección de cada cual si devolverlas al puesto de bebidas para recuperar el dinero o llevárselas a casa. Como los distintos mercadillos tienen tazas diferentes, pueden ustedes hacer una simpática colección.

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La catedral gótica proporciona un hermosísimo marco a este mercadillo Julius Hirtzberger

Catedral de San Esteban

Elegancia junto al gótico

Los aledaños de las iglesias y las catedrales han sido durante siglos lugares donde se solían instalar mercados, así que no es de extrañar que junto a la catedral de San Esteban, en pleno centro de Viena, haya otro mercadillo navideño. Mucho más pequeño que los dos anteriores, desde luego, pero muy coqueto. Teniendo en cuenta su ubicación, en uno de los lugares que es visita prácticamente obligada para cualquier viajero que llegue a Viena (de hecho, junto al mercado paran los consabidos coches de caballos que ofrecen 'tours' por los alrededores de la catedral), sorprende que no es un mercado orientado descaradamente a los turistas. La sensación, más bien, es de elegancia, ya que todos los productos de los puestos dan impresión de calidad, desde los adornos navideños hasta la ropa de lana, pasando por joyería, la artesanía o los dulces típicos, como los lebkuchen.

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El mercado de Freyung, en el casco antiguo Julius Hirtzberger

Altwiener Christkindlmarkt

Un clásico en pleno centro

En Freyung, el área del casco antiguo en torno a la abadía del Schottenstift (fundada en el siglo XII) está el Altwiener Christkindlmarkt. Es decir, el viejo mercadillo navideño vienés (aunque, en realidad, fue creado en 1987). Pequeño y recoleto, pero quizá un poco decepcionante, ya que, junto a puestos que venden artesanía de muy buena calidad, hay otros más propios de una feria de segunda, o que no pegan mucho con el ambiente de estos mercadillos vieneses. Sin embargo, tiene algunos detalles que hacen que merecen la pena visitarlo, como el mural navideño que decora la parte de atrás de las casetas o el escenario por el que pasan artesanos demostrando su maestría, músicos o espectáculos para niños.

Además, muy cerca se encuentran otros tres mercadillos que sirven de complemento. Cruzando la calle hay un mercado de comida típica, como quesos o embutidos austriacos. El mercadillo de Am Hof tiene un bar que sirve champán y puestos de artesanía con un enfoque más artístico y singular. Y el pequeño mercado de la Michaelerplatz (justo delante del palacio de Hofburg) tiene sobre todo puestos de comida, pero es una perfecta parada si se quiere recorrer la zona donde se concentran algunas de las tiendas más exclusivas de Viena.

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Los puestos del mercado de Karlsplatz están muy solicitados Christian Stemper

Art Advent

Calidad y diversión familiar

En Karlsplatz está el que quizá sea el mercadillo más distinto y exclusivo de todos, ya que para conseguir un puesto en él hay que pasar el filtro de un jurado organizador que se asegura de que todas las casetas sean para artesanos que venden sus propias piezas y para restauradores que usan exclusivamente productos orgánicos y sostenibles. Así que todo lo que se vende en él tiene un toque más artístico y de calidad que la media de la mayoría de los otros mercadillos: grabados, joyas, alfarería, marionetas... Incluso la comida se sale un poco de lo corriente, aunque –por supuesto– no faltan el 'glühwein', el 'punsch' ni las castañas asadas.

Pero no piensen que, por este aire de exclusividad, este es un mercado estirado o poco amable. Más bien al contrario: destaca por tener un toque muy familiar, con un pequeño tiovivo y un montón de heno para que los niños puedan jugar y pasar un buen rato con tranquilidad. Además, se suelen organizar actividades pensadas específicamente para los pequeños de la casa.

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Las calles estrechas y empedradas de Spittelberg acogen un singular mercadillo Christian Stemper

Spittelberg

El mercadillo de barrio bohemio

Aunque todos los marcadillos están muy impregnados del espíritu vienés, el de Spittelberg quizá sea el que tiene un ambiente más popular. En parte se debe a su escenario: Spittelberg es un barrio –fuera del centro, en el distrito 7, aunque bastante cercano a aquel– de calles peatonales, estrechas y enrevesadas, llenas de bares y cafés que se suman al ambiente del mercadillo. Sus calles, con casas de principios del XIX de estilo Biedermeier, fueron escenario de los paseos de Ethan Hawke y Julie Delpy en la película 'Antes de amanecer'. Y esas calles están ahora a rebosar de grupos de amigos vieneses paseando y comiendo los platos típicos de estos mercadillos: salchichas, castañas asadas, leberkäse, almendras tostadas... Pero también arancini y hamburguesas de 'pulled pork'.

A esta sensación de bullicio y desorden también contribuye que –al contrario de lo que sucede en otros mercadillos– no hay un diseño estandarizado para los puestos, sino que cada uno es distinto. Y en ellos hay desde ropa de invierno hasta piezas de diseñadores internacionales. Un ambiente artesano y bohemio, de rastro, que lo hace un lugar totalmente singular en la navidad de Viena.

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La fachada barroca del Belvedere es un excepcional telón de fondo Christian Stemper

Belvedere

Navidad en palacio

Si Spittelberg es lo bohemio y popular, la ciudad navideña del Belvedere muestra la cara más imperial y turística de Viena. Los puestos que se levantan delante del célebre palacio barroco son tan elegantes como el propio edificio y la artesanía que se venden en ellos es de indudable calidad, todo da la sensación de estar más orientado hacia el turista que en otros mercadillos. Por ejemplo, entre la comida y la bebida típica, también podemos encontrarnos... un puesto de churros, por si les entra un ataque de nostalgia navideña. Aunque detalles como las actuaciones de coros y el tiovivo le dan encanto.

Y, si los churros les han hecho recobrar las fuerzas, siempre pueden ustedes alejarse más del centro de la ciudad para visitar otro mercadillo en los jardines de un palacio: el de Schönbrunn, con artesanía de calidad, juegos para niños, un belén de 250 figuras y un enorme árbol de navidad que, tras las fiestas, servirá de banquete a los elefantes del cercano zoo.

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