Narbona, la joya monumental que late en el corazón de Occitania

Atravesada por el canal de la Robine, esta ciudad de ambiente amable es una parada imprescindible en esta región del suroeste de Francia gracias a la mezcla de historia, cultura y belleza natural que ofrece

El pueblo más bonito de Francia está a 30 km de España y rebosa arte

Imagen del canal de la Robine en Narbona con el Puente de los Mercaderes de fondo rocío jimenéz

En la región de Occitania, a escasos 15 kilómetros de la costa del suroeste de Francia, se levanta Narbona, una de esas ciudades que invita a caminar, a disfrutar de sus rincones más mágicos en un paseo tranquilo y sin prisas en el ... que uno puede descubrir los 2.500 años de historia que atesora. Desde los romanos hasta el Renacimiento, todas las épocas y moradores han dejado su huella en el entramado urbano ofreciendo un rico e interesante collage arquitectónico.

De factura romana quedan un pedazo de la Via Domitia (siglo II a.C.) que ubicada en el centro de la plaza del Ayuntamiento fue descubierta en 1997 y restaurada; el Puente de los Mercaderes, que llegó a tener seis ojos de los que solo se conserva uno y fue entrada a la ciudad antigua desde el sur, y lo más destacado: el horreum, un conjunto de galerías subterráneas del siglo I a.C. –declaradas monumento histórico– que conducen a pequeñas habitaciones y que probablemente se encontraban debajo de un mercado o almacén público.

Imagen del Horreum romano de Narbona ville de narbonne

Durante la Edad Media la ciudad vivió una época de gran esplendor dejando un coqueto casco antiguo repleto de calles estrechas y tiendas de productos locales en los que adquirir un pedacito de este destino. Lo que más llama la atención de los visitantes –por el estado en el que está– es su imponente catedral. Si bien lo primero que viene a la cabeza es que fue dañada durante alguna batalla o se fue deteriorando y derrumbando con el paso del tiempo, lo cierto es que está inacabada, nunca se completó el proyecto. Es precisamente ese aspecto lo que hace que sea más atractiva si cabe, imaginar cómo de inmensa sería de estar completa es un juego al que todos se han sumado alguna vez.

La construcción de la catedral de San Justo y Pastor comenzó en 1272 en estilo gótico, pero nunca llegó a terminarse debido a que los cónsules se negaron a tirar las murallas necesarias para poder continuar con las obras por el miedo a los ataques. A lo largo de los años se intentó continuar con los trabajos en varias ocasiones, pero su elevado coste hizo que ninguna iniciativa llegara a buen puerto. En su interior destacan sus bóvedas de más de 40 metros de altura, su coro de grandes dimensiones, la capilla axial de Nuestra Señora de Belén con su retablo de piedra policromada del siglo XIV y la Sala del tesoro, donde se puede ver una colección de objetos litúrgicos, platería y tapices.

La catedral inacabada de San Justo y Pastor rocío jiménez

Interior de la catedral de Narbona rocío jiménez

Visto esto es momento de acercarse a la plaza del Ayuntamiento para admirar el Palacio de los arzobispos, un edificio con más de ocho siglos de historia que se ha ido renovando con el paso de los años, tal y como atestiguan sus detalles románicos, góticos, renacentistas, modernos y neogóticos. Este complejo cuenta con un palacio viejo, otro nuevo, varias torres y una parte conocida como la 'Casa de la Villa', donde se ubica hoy día el ayuntamiento. Por su parte, en el Palacio Nuevo se puede visitar los antiguos apartamentos de los arzobispos y admirar sus exquisitas colecciones de arte. De las torres llama la atención la de Gilles Aycelin, una construcción de 42 metros de altura rematada por atalayas y en cuyo interior se encuentran la sala hemisférica, la del Tesoro, la habitación el rey y la sala de defensa. Lo mejor de este edificio es su mirador al que se accede subiendo 162 peldaños, el esfuerzo merece la pena, ¡prometido!

Calle de Narbona, basílica Saint-Paul-Serge y Palacio de los arzobispos Rocío Jiménez y Ville de Narbonne

La basílica Saint-Paul-Serge es otro de los imprescindibles a tener en cuenta, pues se trata de la primera iglesia gótica de Narbona y una de las más antiguas del sur de Francia. Esta se levantó en 1180 sobre la tumba del primer obispo de la ciudad. Y si después de tanto andar uno está cansado y necesita hacer una pausa para reponer fuerzas nada como acudir al mercado cubierto de Les Halles. Aquí, uno puede comprar productos locales frescos, hablar con sus vecinos y acercarse hasta el puesto de Bebelle donde su chef, antiguo jugador de rugby, pide por megáfono las piezas de carne que necesita a los puestos cercanos y los empleados de estos se las tiran por los aires. Comerte una hamburguesa o un filete nunca ha sido tan divertido.

Una bonita forma de terminar la visita o el día es dando un paseo en barco por el canal de la Robine, una actividad relajante que permite admirar la belleza del destino desde otra perspectiva, así como ver de primera mano el sistema de exclusas de los canales franceses al pasar por una de ellas.

Barcos en el canal de la Robine rocío jiménez

Pasar la noche en un castillo a cuerpo de rey

Rodeado por 110 hectáreas de viñedos y olivos, en una finca con 10 hectáreas de parques y jardines en el borde del macizo de LaClape y a 5 minutos al sur de Narbona, está el Château Capitoul un alojamiento único fruto del sueño del empresario irlandés Karl O' Hanlon, quien enamorado de esta zona francesa tras pasar en ella los veranos de su infancia junto a su familia decidió hacerse con varios castillos para reformarlos y devolverles el esplendor del que disfrutaron años atrás.

Imagen del espectacular Château Capitoul CRTL-Occitanie

Hay dos opciones para pasar la noche. Por un lado, están las ocho habitaciones y suites situadas en el castillo del siglo XIX, ocho estancias con sofás y asientos de terciopelo, espejos de época, sillas estilo Luis XVI, candelabros de pomelo y una exquisita decoración medida al detalle. Y, por el otro, hay un total de 44 villas pensadas tanto para los que viajan con amigos y familia, como para los que van en pareja y desean tener más espacio. Concebida como una pequeña aldea con callejones bordeados de muros bajos de piedras secas, estas casas de diseño neoclásico y contemporáneo de dos, tres y cuatro habitaciones están equipadas con todo lo necesario para pasar una estancia de matrícula. Un amplio salón-cocina, piscina privada, comedor al aire libre y baño privado en todas las habitaciones para mayor comodidad. Además, cuentan también con una piscina común con olivos que hacen de sombrillas, hamacas y vistas a los viñedos.

Una de las habitaciones del castillo, el spa Cinq Mondes y uno de los exquisitos platos de su apartado gastronómico Château Capitoul

En el castillo se encuentra también el spa Cinq Mondes que, ubicado en las viejas bodegas del edificio, es un templo del bienestar con sauna de aromaterapia, hammam, espacio balneum, solárium, piscina cubierta con vistas a un pequeño jardín y cabinas para disfrutar de su carta de tratamientos y rituales con texturas y aromas evocadores que brindan una experiencia sensorial única. El apartado gastronómico ofrece dos restaurantes: Mediterráneo, que situado en el comedor original del Château está capitaneado por el chef Valère Diochet, quien rinde homenaje a los productos locales con una cocina moderna y llena de sabor, y Asado, una parrilla argentina en la que su chef Jean Landes permite descubrir una sabrosa carta basada en productos cocinados al fuego de la leña.

Gracias a la unión con la compañía Bonfils, dueños de los viñedos de la propiedad, cuentan con una bodega que ofrece una selección de 25 variedades de vino tinto, blanco y rosado perfectos para descubrir en una cata privada.

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