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Ruta de los cátaros: pueblos y castillos donde vivieron los hombres puros

De Carcasona a Minerve y Lastours, una ruta entre castillos por el sur de Francia

Murallas del famoso castillo de Carcasona AFP PHOTO / Rémy GABALDA

Javier Carrión

En el sur de Francia, atravesando el fértil valle de Aude, se sitúa el antiguo País Cátaro, un territorio repleto de pueblos y ciudades, abadías y fortalezas encaramadas en los montes que recuerdan los episodios de la Cruzada contra los albigenses en el siglo XIII. Una ruta fascinante para descubrir como los cátaros intentaron cambiar el mundo y el sentido de la religión.

«La tierra de los hombres buenos»

Este rincón de la vieja Occitania francesa, con sus prodigiosos castillos erigidos sobre las escarpadas cumbres de la región, fue el escenario de los dramáticos sucesos de la Cruzada de 1209 , dirigida por el Papa Inocencio III y Simon de Montfort, en la que la mayoría de los cátaros resultaron aniquilados y muchos de ellos quemados en la hoguera. Hoy, sus llamativas ruinas son las guardianas de la historia del catarismo, pues no ha quedado en el tiempo ninguna señal de la actividad, monumento, cementerio o ermita, de estos hombres religiosos. Solo una cruz de piedra en Minerve, levantada en 1982 con el nombre de «La paloma de la luz», recuerda el dramático pasado de su existencia.

La religión cátara

Los cátaros fueron una secta cristiana del siglo XIII que se enfrentó a la corrupción de la Iglesia establecida en Roma. Sus «hombres buenos» creían en la dualidad del Bien, obra de Dios, y la del Mal, o de la Nada, del mundo visible, de tal manera que para los seguidores de esta herejía todas las almas serían llamadas a conocer, un día, la salvación eterna. No aceptaban, por tanto, la idea de un juicio final y de un infierno eterno. Hombres y mujeres, tratados por igual según su doctrina, buscaban como objetivo ser puros y para ello debían renunciar al mundo material, ser pacíficos, vegetarianos y practicar la abstinencia sexual.

Carcasona, la más visitada

Carcasona tiene tres kilómetros de murallas

52 torres, 2 barbacanas, 3 kilómetros de murallas, 22 pozos de agua dulce conforman la emblemática ciudad fortificada medieval de Carcassonne (o Carcasona), el destino más visitado. Con dos joyas intramuros, la Basílica de Saint-Nazaire, ejemplo de coexistencia armoniosa entre los estilos románico y gótico con las vidrieras más bellas de la región del Midi, y el Castillo Condal, última defensa de la fortaleza, que hoy alberga un interesante museo de arte de la región. Sus dos puertas principales, de Narbona y de Aude, permiten apreciar el sistema de saeteras y matacanes utilizados para proteger un recinto que resultó inexpugnable a lo largo de su historia con el uso de sus barbacanas y sus dobles murallas. Curiosos son los dos museos levantados en la ciudad vieja, el Museo de la Escuela, con una reproducción de una clase de 1950, y el Museo de la Tortura, que ofrece una insólita colección de instrumentos utilizados hasta la Revolución Francesa. La ciudadela de Carcassonne alcanzó una población de 3.000 habitantes en su máximo esplendor medieval; hoy solo cincuenta personas viven dentro de sus muros.

Durmiendo en las cabañas del bosque

A 30 minutos de Carcassonne en bicicleta, Les Cabannes dans les Bois ofrece 23 casas de madera con encanto en las copas de los árboles del bosque. Desayunos y cenas -no perderse el «cassoulet», el típico guiso de pato y alubias blancas con salchicha de Toulouse preparado por el matrimonio propietario del establecimiento- son servidos en cestas que quedan colgadas a la entrada de cada cabaña. Las habitaciones disponen de terraza, TV de pantalla plana, caja fuerte y baño privado con ducha, en este hotel incrustado en la naturaleza que parece haber surgido del cuento de Caperucita Roja. Aquí no hay que tener miedo al lobo, sino al jabalí. Ojo con dejar desperdicios en los alrededores de la cabaña. Inf: www.lescabanesdanslesbois.fr

Clase para descubrir el universo de la trufa

Claire de Foresta, especialista de la trufa

Claire de Foresta, una bióloga francesa especialista en la investigación de plantas, triunfa con una experiencia original sobre la apreciada y ansiada trufa. La idea de organizar cursos para grupos de hasta 150 personas sobre esta criadilla de tierra se le ocurrió al regresar de Estados Unidos y lo basa en una charla inicial para aprender a distinguir los productos auténticos de los que no lo son. A continuación realiza una degustación de siete especies de trufas (trufa de verano, Bourgogne, Meuse, Brumale, Negra de Perigord, Borchii y trufa del Alba, entre las más de 200 que hay en el Hemisferio Norte) para continuar con un taller de cocina, ya con el delantal puesto, y emplearlas en la preparación de platos con pasta fresca y sopas o cremas, e incluso hasta en helados. Hay que saber que la trufa debe estar siempre madura y que nunca se cocina, sino que se fusiona con mantequillas, cremas y huevos. Dada su alta cotización en el mercado, el precio del taller supera los 100 euros por persona y existe la posibilidad de completar la experiencia participando en una excursión con un perro especialista en la búsqueda de este manjar. Inf: www.clairedetruffes.com

Los desafiantes Lastours y Minerve

Minerve sorprende por su desafiante ubicación en lo alto de un promontorio en la confluencia de los ríos Cesse y Briant

Se trata de dos enclaves cátaros imprescindibles situados en las alturas. Hay que divisar los cuatro castillos de Lastours -Cabaret, Tour Regine, Surdespine y Quertinheux- desde el mirador de la Montaña Negra para admirar su belleza y su difícil acceso, solo en mula o a pie, y descubrir la vía romana que construyeron los romanos cuando explotaron las cercanas minas de hierro. La entrada cuesta 7 euros. El segundo destino, Minerve, localizado en las áridas colinas de Minervois, sorprende por su desafiante ubicación en lo alto de un promontorio en la confluencia de los ríos Cesse y Briant. En 1210 su castillo, del que solo se mantiene en pie una alta torre en la entrada del recinto, no resistió el asedio de siete semanas sometido por Simon de Montfort con su red de catapultas. Finalmente, 140 cátaros fueron ejecutados en la hoguera.

Una nueva propuesta de alojamiento y restauración

Un original proyecto en el corazón de un pueblo típico de Languedoc ideado por un matrimonio belga, dedicado al cuidado de sus viñas, que decidió adquirir una decena de inmuebles para ofrecer una propuesta diferente de ocio y restauración al que acuden decenas de artistas y curiosos con ganas de encontrarse «algo nuevo». El alojamiento varía según los deseos. Se puede elegir entre pintorescas casas de vendimiadores formadas por una o dos suites, establos reconvertidos, o también una suntuosa casa solariega de nueve habitaciones, decoradas en estilo intimista y zen. Una galería de arte, tres restaurantes, un bar de vinos y tapas, una escuela de vinos completan la oferta destinada a «amantes de la buena vida» y parejas. Los precios de las habitaciones se sitúan entre 180 y 380 euros.

Inf: www.chateaucastigno.com

Más información: www.france.fr /

www.destinationsuddefrance.com

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