El camino real de Heidi en los Alpes suizos

El personaje creado hace casi un siglo y medio por Johanna Spyri se ha consagrado como un mito cultural en Suiza . Y, como marca, es idóneo para representar los Alpes , la naturaleza intacta y el estereotipo nacional. «¡Heidi es mejor que el chocolate suizo y mucho más famosa que nuestros bancos!», afirma Bruno Ganz , tal vez el actor más destacado del país, que en la cinta interpreta al abuelo de la protagonista. En cuanto a la autora del relato, su afinidad con la naturaleza la llevó, durante sus períodos vacacionales, a visitar el cantón de Graubünden y, concretamente los valles de Albula y Surses , en el corazón del actual parque Ela. Las cadenas montañosas, con sus densos bosques, sus lagos y praderas de altura, no menos que las pintorescas aldeas –bastantes de las cuales conservan hoy en día el aspecto de sus tiempos decimonónicos- se convertirían, años después, en su fuente de inspiración.

Al contrario de otros parques suizos, el de Ela no se centra exclusivamente en los espacios naturales, ya que abarca zonas de cultivos, sobrios castillos y villas habitadas de 19 municipios con una triple herencia idiomática (alemana, italiana y retorromana) y un modelo de economía regional sostenible a imitar. Bergün, a los pies del mítico paso de Albula , es a ciencia cierta el ejemplo más acabado de aldea típica de esta comarca. Su núcleo urbano, envuelto en una atmósfera de sosiego intemporal, incluye casas con centenares de años a cuestas, remodeladas dos y tres veces a lo largo de los siglos, ampliamente adornadas con voladizos y frescos y esgrafiados en las fachadas, amén de una sugestiva iglesia románica levantada en 1188.

Adjunto a la estación de tren de Bergün se encuentra el nuevo museo Ferroviario del Albula , único de su género en toda Suiza. En sus 1.300 m², distribuidos en dos pisos, expone unas 600 piezas originales correspondientes a 100 años de historia de los ferrocarriles réticos, dos de cuyas líneas, la del Bernina Express y la del Albula, ambas con trayectos en el cantón de Graubünden, son sitios del Patrimonio Mundial de la Unesco desde 2008. La sala de maquetas con locomotoras en movimiento atravesando túneles y viaductos brinda una vista de conjunto del complicado diseño de esta última, considerada como la más espectacular del país, y suscita el interés de todos los públicos, más allá del de los historiadores o apasionados de los trenes.

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El parque Ela cuenta con casi 1.000 km de senderos de todos los tipos y dificultades que invitan al caminante a adentrarse en sus particularidades biológicas, geológicas y culturales. Bastantes de ellos son de índole temática. Por ejemplo, puede combinarse la visita al citado museo Ferroviario del Albula con el seguimiento real de su trazado entre Bergün y Preda . La excursión, fácil y altamente entretenida, supone unas 2,5 horas serpenteando por vericuetos alpinos sobre puentes de vértigo y pasadizos con embrujo . A lo largo de la ruta, los paneles informativos y los lugares habilitados para picnics y barbacoas están adecuadamente distribuidos. Los ferrocarriles réticos constituyen el arquetipo de tendido férreo armoniosamente integrado en el paisaje de la alta montaña .

Claro que, hablando de itinerarios temáticos en Ela, no hay duda de que el más novedoso al día de hoy es el Heidiweg, el camino de Heidi. Se trata de un recorrido circular de 4 a 5 horas de duración a través de bucólicos paisajes de baja montaña con un nivel medio de exigencia física. A intervalos regulares se suceden paneles que compaginan informaciones de la película actual y de la realizada en 1952, introduciendo al visitante en los escenarios del rodaje de ambas.

A 1.551 m de altitud, Stugl , uno de los pueblos alpinos originales del valle del Albula, es el punto inicial y final del Heidiweg. Sus casas y su pequeña iglesia del siglo XIV –con capacidad sólo para 25 personas- componen una imagen encantadora , de tarjeta postal. Se comienza a andar subiendo por una pista practicada en una ladera de escasa pendiente, entre densa vegetación arbórea de pino y alerce. Las aguas del río cuyo curso se remonta ofrecen aquí y allá la fresca sonoridad de sus torrenteras y cascadas . Más arriba el camino se estrecha en senda que se abre paso por un terreno más empinado y abrupto, mientras las praderas de flores –blancas, amarillas y moradas- nos sumergen sin solución de continuidad en el universo de Heidi.

Llegando a Runsolas (1.724 m) el bosque clarea, cediendo su lugar al pastizal alpino, donde los ganados permanecen libres en los meses de verano, añadiendo una nota pastoril al luminoso verdor. Dispersos por las majadas, los rústicos cobertizos testimonian la presencia de los últimos hombres habitantes de las montañas, ya en la vecindad de las nieves perpetuas y del relieve triturado de las altas cumbres. Finalmente, sobre los 1.800 m, aparece la guinda de esta excursión: ni más ni menos que el hogar del Viejo de los Alpes –Almöhi, el abuelo de Heidi-, la cabaña original utilizada en la película de 1952 . Es el momento ideal para abrir las puertas a la imaginación y, con el recuerdo redivivo de la niña más célebre de Suiza, dejar que fluya sobre el alma todo el caudal de sus emociones infantiles, reconquistando sensaciones quizá dormidas u olvidadas hace tiempo, antes de emprender el regreso, senda abajo vía Falein, para completar el recorrido circular por distintos pero igualmente sugestivos laberintos alpestres.