Un antiguo barco de la Armada española es la gran atracción turística de Glasgow
El Galatea -construido a finales del siglo XIX- fue adquirido por la Armada española en 1922 y surcó mares de todo el mundo como buque-escuela hasta 1982
Javier Carrión
La historia de este barco nos recuerda que sobrevivió a las dos grandes guerras mundiales del siglo XX, a huracanes, al célebre Cabo de Hornos en más de quince travesías, y a varias amenazas de desguace, pero hoy es una de las atracciones turísticas más ... populares de Glasgow. Instalado en los muelles del río Clyde, miles de curiosos visitan «The Tall Ship Glenlee» junto al Museo Riverside, aunque muchos no saben que durante setenta años lució la bandera española con el nombre de Galatea.
Un carguero de té en sus orígenes
El Museo Riverside sorprende al visitante en tierras escocesas por su arquitectura vanguardista, que firma Zaha Hadid, pero en su interior el moderno edificio propone una de las colecciones más grandes de los transportes históricos británicos. Barcos, locomotoras, coches, tranvías, coches de caballos y de bomberos, bicicletas (la más antigua del mundo que se conserva se expone en la primera planta), motos, a los que hay que añadir una reconstrucción de las antiguas calles de Glasgow y de veinte exposiciones interactivas. Es, sin embargo, a la salida de esta construcción con fachada de vidrio transparente, cuando la silueta del Glenlee concentra la atención de todos los visitantes por las dimensiones de este velero, aunque ya casi nadie recuerda su pasado español, pues fue adquirido por nuestra Armada en 1922 y surcó mares de todo el mundo durante 60 años siendo buque-escuela de nuestro país hasta 1982, coincidiendo con su relevo por el Juan Sebastián Elcano. Finalmente, en el año olímpico de Barcelona el Galatea regresó a los muelles de Glasgow tras ser comprado por el Clyde Maritime Trust por 40.000 libras, unos cinco millones de pesetas de la época. A juicio de muchos, una ganga para una gran navío histórico.
Buque-escuela de guardiamarinas
La embarcación, con casco de acero de casi 75 metros de eslora por 11,4 metros de manga y tres palos, se botó con el nombre de Glenlee en 1896 tras ser construido en Glasglow por la compañía Anderson Rodger. Como buque mercante desde 1896 sirvió en diferentes compañías británicas transportando sobre todo té en un tiempo en el que el viento y las habilidades de los marineros eran casi la única clave en el manejo de las embarcaciones y a finales de 1919 pasó a ser propiedad de una empresa italiana de Génova que lo renombró Clarastella. Unos años antes había sido utilizado por la Armada inglesa en la I Guerra Mundial, pero fue esta compañía transalpina la que lo dotó de la corriente eléctrica y dos motores diésel que le permitieron dar la vuelta al mundo en cuatro ocasiones, superando las temibles tormentas del Cabo de Hornos quince veces antes de ser adquirido por la Marina Española en marzo de 1922 por 650.000 pesetas. Cartagena fue el primer puerto español en el que atracó en diciembre de ese mismo año y posteriormente se transformó en un buque-escuela de guardiamarinas en Ferrol, el lugar donde se completó su armamento que había sido iniciado en los astilleros de Cádiz tras su llegada a España.
Barco neutral en la II Guerra Mundial
Ya en 1931 el Galatea participó decisivamente en la extinción de un incendio en el puerto de La Palma y durante la Guerra Civil formó a más de cuatro mil voluntarios. En 1940 reanudó sus cruceros de instrucción y durante la II Guerra Mundial estuvo pintado de blanco para distinguirse como buque neutral, aunque ostentaba en las dos bandas de su casco sendas banderas de España. Tras la contienda el barco inició su declive hasta que quedó amarrado al Arsenal Militar de Ferrol, al acabar su último viaje el 15 de diciembre de 1959. Finalmente sería trasladado en 1961 a la Estación Naval de A Graña hasta su baja definitiva en la Armada en septiembre de 1982. Era en ese momento uno de los tres únicos supervivientes de los grandes veleros del siglo XIX, pero su futuro estaba repleto de incógnitas.
De Sevilla a Glasgow
Tres años más tarde, después de descartar un curioso proyecto para montarlo de nuevo en la Casa de Campo de Madrid, fue remolcado hasta Sevilla para quedar amarrado junto a la Torre del Oro y convertirlo en centro de comunicaciones de la Expo92, pero finalmente se descartó su rehabilitación por el elevado coste y fue abandonado a su suerte sufriendo algunos incendios y siendo en ocasiones refugio de vagabundos. Sin embargo, la triste imagen del barco, oxidado, sin palos ni mascarón y con decenas de piezas desaparecidas, no impidió que un arquitecto naval británico, John Brown, se fijara en esta nave en 1990 y dos años más tarde el Clyde Maritime Trust lo adquiriera en una subasta para acometer su restauración durante seis años. En junio de 1993 el buque partió remolcado hacia Glasgow, una travesía que duró nueve días, y fue rebautizado con su nombre original, Glenlee, convirtiéndose en un gran atractivo histórico para los amantes de los barcos y la marinería. De hecho, los británicos se sientes orgullosos de mostrar al mundo el único velero construido en los astilleros del Clyde que aún sigue a flote. Actualmente, se puede visitar todos los días a partir de las 10 de la mañana junto al Museo Riverside de la ciudad escocesa y su entrada es gratuita. Los visitantes pueden explorar todos los rincones de este barco incluyendo la cabina renovada del capitán, conocer su agitada historia con ayuda de las audioguías, visitar su minicine y charlar con la tripulación. Más información: https://thetallship.com/
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