Un pueblo en el centro del Camino que fue una gran potencia en la Edad Media

Según detalla el concejal de Cultura de la villa, Javier Villafruela, el peregrino normal puede consumir, pero difícilmente adquirir productos típicos (artesanía, gastronomía) durante su andadura. ¿Cómo llevarlos en la mochila? Lo que se pretende promover ahora con una nueva app (Ways) y con eventos como esta feria de Carrión es, entre otras cosas, la venta de esos productos por internet, para que el peregrino pueda adquirirlos cómodamente desde el móvil. Si vive en Europa podrá comprarlos y recibirlos en casa.

Al mismo tiempo, en el teatro se debatirán ponencias sobre temas tan diversos como 'Turismo Regenerativo', 'Tecnología, Turismo y Tradición' o 'Antropología del Camino'. Se trata de un proyecto europeo, financiado con fondos europeos, en el que no faltarán catas ni maridajes diversos. El fin declarado es actualizar los aspectos culturales y comerciales que los nuevos tiempos y los nuevos peregrinos exigen hoy.

La elección de Carrión para este evento no se ha hecho a humo de pajas, ya que la población se sitúa en mitad del Camino, entre Roncesvalles (337 km) y Santiago (400). Además, los visitantes tendrán la oportunidad de visitar la iglesia parroquial de Santa María del Camino, la más antigua del lugar. A esta iglesia románica, situada a pocos pasos de la muralla medieval aún parcialmente en pie, se dio en llamarla 'del Camino', precisamente por encontrarse en el punto medio de esa gran ruta de peregrinos que ha sido desde hace siglos el Camino de Santiago. Santa María fue construida en el siglo XII junto a la puerta medieval de entrada a la población. Consta de tres grandes naves y posiblemente los arquitectos siguieron los modelos franceses característicos de otras iglesias del Camino. En su interior aún conserva una talla original de la Virgen en piedra policromada del siglo XIV y un Cristo gótico renano, conocido como Cristo del Amparo. Pero lo más digno de destacar quizá sea su hermosa portada.

Otra joya carrionesa que vale la pena visitar es la iglesia de Santiago, también construida en el siglo XII junto a un hospital para la atención de los peregrinos. Por aquella época Carrión (y los pueblos que formaban parte del condado) contaba, según me asegura José Antonio Perrino, cronista oficioso de la villa, con miles de almas (hay quien dice que hasta 60.000, aunque parece exagerado y no hay documentos que lo confirmen), en su mayor parte judíos, dedicados a los más variados oficios. Así se aprecia en las arquivoltas de la portada de este singular templo románico, donde pueden verse claramente hasta veinticuatro de estos artesanos realizando sus diferentes oficios, incluyendo la acuñación de monedas, algo que da idea de la potencia económica de esta población en la Edad Media. Lo cierto es que Carrión, enetre el XI y el XIII, era una ciudad poderosa. El Códice Calixtino la elogia así: «villa industriosa y muy buena y rica en pan, vino, carne y en toda clase de productos».

Pero lo más sobresaliente de la portada es sin duda el Pantocrátor, un maravilloso friso escultórico que reproduce a Cristo en Majestad, rodeado de sus apóstoles y del Tetramorfo, que simboliza a los cuatro evangelistas, según la visión del profeta Ezequiel. El ángel corresponde a Mateo, el león simboliza a Marcos, el águila a Juan y el toro a Lucas. La calidad de las esculturas y su excelente estado de conservación lo convierten en un hito del acervo carrionés, que contrasta fuertemente con la austeridad del románico de la época, por lo que muchos expertos quieren ver una clara influencia de la escuela francesa de Chartres.

Los asistentes a la feria podrán descubrir también otro Carrión junto al río que da nombre a la ciudad, donde las aguas discurren con viveza entre frondosas arboledas y praderas de cuidado césped. Descender hasta sus verdes riberas es adentrarse en un mundo de vivificante silencio, donde los peregrinos llevan siglos solazándose de las durezas del Camino. Las aguas fluyen allí presurosas por su cauce, como anhelando entregarse al Pisuerga, que ya intuyen próximo. Ningún caminante extrañará allí el bullicio de la plaza, y quizá encuentre ese silencio interior que le devuelva el contacto con lo más profundo de su ser y le recuerde, tal vez, que es un peregrino antes que un consumidor.

Al otro lado del río, apartado del mundanal ruido, se levantan los milenarios muros de San Zoilo que los monjes franceses de la orden de Cluny convirtieron en el primer monasterio románico de España y la condesa Teresa, hija, nieta y biznieta de reyes, transformaría más tarde en un monasterio benedictino. Los avatares de esa abadía, que sufrió con dureza los años de la Amortización, darían para un buen libro. Baste decir que los jesuitas terminarían convirtiendo el viejo cenobio en el primer centro religioso de España donde se impartió el bachillerato. Hoy es un hotel con muchísimo encanto (www.sanzoilo.com), rodeado de inmensas y cuidadas praderas y con excelente cocina. Una visita obligada, con su espectacular claustro gótico florido, su iglesia, que un día fue románica y custodia con orgullo los sarcófagos de la Infanta Teresa y de los Condes de Carrión.