Neumáticos, cristales, alambres o bidones: así se construyó la Catedral de Justo que sorprende en Mejorada del Campo
Ocupa 5.000 metros cuadrados y fue construida por un solo hombre, sin estudios, sin maquinaria y con materiales desechables
La ruta entre esculturas talladas en la piedra que se esconde en la Alcarria
FRAN CONTRERAS
A lo largo y ancho de nuestro país existen diferentes lugares, etiquetados y clasificados como arte marginal, que tiene un común denominador: sus constructores los edificaron por y con variados propósitos y motivos, con sus propias manos y esfuerzo, sin conocimientos arquitectónicos. El 'Pasatiempo ... ' en Betanzos (Galicia), las 'Caras de Buendía' (Cuenca), Cívica (Brihuega, Guadalajara), las 'Cabañas de Can Sis Rals' (Argelaguer, Gerona), la 'Casa de Salaguti', (Sasamón, Burgos), las 'Calaveras'(Estella, Navarra), el 'Capricho de Cotrina' (Santos de Maimona, Badajoz), la 'Casa de las Conchas' (Tazonas, Asturias) o el 'Castillo de Colón' (Benalmádena, Málaga) son algunos ejemplos. Pero entre todos destaca la conocida como 'Catedral de Justo' que se encuentra en la madrileña localidad de Mejorada del Campo, a treinta kilómetros de la capital. Y, paradójicamente, está en la calle que lleva el nombre de un genio, Antonio Gaudí.
Justo Gallego nació en septiembre de 1925 en el seno de una humilde familia de labradores. Siendo muy joven decidió dedicar su vida a Dios e ingresó en los años cincuenta en el soriano monasterio de Santa María de Huertas. Tras ocho años de vida religiosa, enfermó de tuberculosis y fue expulsado de la comunidad de monjes. Ingresado en el hospital, decidió realizar una promesa: si recuperaba la salud construiría una iglesia para la Virgen.
Fue así como, ya recuperado, retornó a su ciudad natal, Mejorada del Campo, y en unos heredados terrenos familiares comenzó hacer realidad su promesa, poniendo el día 12 de octubre de 1961, el Día de la Virgen del Pilar, la primera piedra del templo. Aquellos primeros años fueron duros para nuestro protagonista, quien siempre trabajó de sol a sol, deambulando y recogiendo por las calles y vertederos todo tipo de materiales. Lo que otros tiraban a la basura era rescatado para su misión y obra ante la incomprensión y hostilidad de sus vecinos, que no comprendían lo que estaba haciendo, llegando a ser humillado y apedreado, algo que muchos han olvidado, siendo conocido como 'el loco de la catedral'.
El anuncio de televisión que le encumbró a la fama
Transcurridos quince años, los altos muros y torres de ladrillo rojo del santuario acapararon la atención de la prensa. ABC fue uno de los primeros medios en dar a conocer su historia y el lugar. Lo hizo en la sección de sociedad en 1983 con un breve y una foto noticia que decía: «Se construye su propia catedral.Justo Gallego, de cincuenta y siete años de edad, es un antiguo seminarista que vive en Mejorada del Campo (Madrid) y que está construyendo, él solo, una catedral desde hace diecisiete años. Cree que todavía le quedan cuatro años más para terminar su proyecto». Más tarde, en 1987, el diario publicó un reportaje que llevó por título: «Escombros para una Catedral».
Justo, con sus propias manos y sin ayuda, con todo tipo de materiales y sin proyecto y plano alguno, ante la incredulidad de todos, estaba levantando una iglesia que ya tenía dimensiones catedralicias. Y tras la atención de la prensa, acaparó el interés de los expertos en arte y arquitectura, llegando a ser protagonista de una exposición en el MOMA de Nueva York y, más tarde, de un anuncio de televisión que le llevó a la fama internacional.
«El ser humano es impredecible», afirmaba el spot televisivo de una conocida marca de refrescos que catapultó mundialmente su popularidad. Un hecho que marcó un antes y un después, ya que fueron miles las personas que cada fin de semana viajaban hasta Mejorada del Campo -hoy son centenares-, y visitaban la Catedral de Justo para conocer los secretos del lugar, a su creador y su forma y método de trabajo que no era otro que aprender construyendo utilizando su imaginación y, como él decía, «las virtudes que Dios me ha dado». Fue tal el impacto social que tuvo que poner carteles informativos para poder seguir trabajando que decían: «Debido a mis problemas de afonía, les ruego eviten hacerme hablar. Si desean información lean este cartel».
Maestro de Reciclaje y el Templo de la Sostenibilidad
Hoy, cuando el visitante llega al templo y sube por las grandes escaleras de líneas curvas y asimétricas, queda sobrecogido ante la fachada flanqueada por dos grandes torres cilíndricas, y ya en su interior, se queda estupefacto.
Resulta difícil explicar y comprender cómo un sólo hombre, sin estudios y conocimientos en arquitectura y albañilería, tan sólo leyendo libros de castillos y catedrales medievales, utilizando su imaginación y con bidones, alambres, hierros, cristales, latas, botellas y muchos más objetos desechables, pudo levantar este majestuoso santuario de gigantescas dimensiones: 50 metros de largo, 20 metros de ancho, 35 metros de altura, de planta basilical con tres naves, coro, refectorio, cripta y ábside, cinco claustros, sacristía, veintiocho bóvedas, doce torres y más de dos mil vidrieras.
Recorrer cada rincón de la catedral es descubrir las ingeniosas ideas y soluciones que utilizó para su edificación, sacando el máximo rendimiento a cualquier objeto con sencillez, originalidad y autenticidad: neumáticos para realizar huecos circulares; ruedas de bicicletas que sirvieron como poleas; chapas plegadas y soldadas como escalones en las escaleras de caracol; cristales molidos unidos con pegamento para hacer las vidrieras; sillares de cemento, creados y encofrados en bidones o botes de pintura, unidos con alambres, para erigir las columnas y los arcos; grandes hierros doblados y retorcidos, protegidos con cables de electricidad y trozos de goma para las barandillas; mucho hormigón, en cada rincón, y con el que se realizó la cripta, que sustenta toda la estructura catedralicia y en la que podía estar sin problema un camión sobre ella; y la gran cúpula, a 35 metros de altura, en la que utilizó un hormigón aligerado, especial, el de arlita o arcilla, para solventar los problemas del peso y del viento.
Se trata de una catedral que es una oda a la creatividad y al ingenio. Algo que también queda patente en los muros de la nave central en los que, además de las pinturas del artista mexicano Carlos Romano dedicadas a la Virgen María e infancia de Jesús, hay un gigantesco mural realizado por los artistas Dar la lata con el rostro de Justo Gallego formado por más de 2.700 latas de treinta y un colores.
Una 'Ciudad de Dios' en una 'Ciudad de Hombres'
En noviembre de 2021, con el templo acabado tras seis décadas de trabajo y la promesa que hizo a la Virgen cumplida, Justo Gallegofalleció a la edad de 96 años. Tenía el deseo de ser enterrado en la cripta, algo que no pudo hacerse ya que la catedral no lo es; ni está consagrada, ni tiene el reconocimiento de la diócesis de Alcalá de Henares.
Meses antes de morir, recibió el título de 'Hijo Predilecto' del Ayuntamiento de Mejorada, y donó su obra al Padre Ángel y Mensajeros de la Paz. Desde hace cuatro años son quienes gestionan el lugar, que sigue siendo de libre acceso, y tiene el nombre de Centro Social Catedral de Justo-Mensajeros de la Paz. Un tiempo en el que han comprobado la resistencia estructural para así conseguir certificados, permisos y licencias que no existían. También han limpiado de escombros, guardado herramientas, amueblado y pintado el templo, en el que han dedicado varias estancias, fuera de la catedral, para el rezo de musulmanes, judíos y otras confesiones cristianas. Y es como siempre dijo Justo, su catedral era obra era una 'Ciudad de Dios' en una 'Ciudad de Hombres'.
Dicen que la arquitectura es la capacidad del ser humano de modificar y crear espacios, así como un soporte de pensamientos y forma de expresión. Y como podrá comprobar, amigo lector, la Catedral de Justo en Mejorada del Campo habla a quien sabe escuchar, muestra y alberga las ideas y valores, el espíritu mágico y sagrado de su creador, un hombre que hizo lo imposible realidad movido por la fuerza de la fe.
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