La espiritual villa de la Costa da Morte que hace de ventana al mar para los peregrinos
Considerado como uno de los lugares con más encanto de este mágico rincón gallego, este pueblo cuya historia está envuelta en leyendas ofrece todo lo necesario para disfrutar de una escapada inolvidable
El pueblo aragonés con una ruta senderista que conduce a tres bellas cascadas
En el corazón de la Costa da Morte, a medio camino entre Coruña y Santiago de Compostela y unida al océano Atlántico, se encuentra una villa que destaca por su belleza salvaje, legado histórico y su conexión con la ruta Jacobea. Y es ... que este pueblo se presenta como la primera ventana al mar para los peregrinos que se dirigen a Fisterre. Un enclave mágico y espiritual en el que no faltan leyendas y tradiciones. Pero, antes de adentrarse en él y de empaparse de su rica historia hay que hacer una parada en la Capilla de San Pedro Mártir, uno de los templos más antiguos de la comarca, y en la Fonte Santa, fuente natural a cuyas aguas se le atribuyen poderes curativos para diferentes dolencias.
Un pueblo de fe y tradiciones
La historia de Cee y de su principal monumento está ligada a una leyenda. Esta cuenta que en un día de tempestad un barco extranjero encontró refugio en esta costa, pero cuando quisieron echarse de nuevo a la mar una fuerza inexplicable se lo impedía una y otra vez. Ante esto decidieron adentrarse al interior de sus verdes paisajes llegando al lugar donde hoy se levanta esta villa y donde encontraron la imagen de la Virgen con el niño en brazos. Desde entonces esta pasó a conocerse como 'La Aparecida' y en su honor se levantó un santuario de Nuestra Señora de Xunqueira, monumento más destacado de este destino y una de las iglesias de mayores dimensiones de la zona.
El entramado urbano de este pueblo presenta calles estrechas e irregulares y está repleto de viviendas señoriales como Casa Guillén, que data de 1880 y presenta tres niveles, Casa Mayán, ejemplo de arquitectura con galerías del siglo XIX en la que vivió el historiador y político Francisco Mayán, Casa Mosteirín, del siglo XVIII, o la de Otero Lastres, de la que destacan los azulejos con motivos florales que decoran la fachada. Muchas de estas se encuentran en una de las paradas obligatorias, la plaza de la Constitución, centro neurálgico del pueblo donde se ubica, también, el antiguo Ayuntamiento.
Otros de los puntos importantes en una ruta por este destino son la plaza de la Mujer, un espacio público de gran valor simbólico y social que se ha convertido en punto de encuentro entre locales y turistas, la Casa de la Cultura, espacio dedicado a la promoción del conocimiento, el arte y la tradición, y el pazo de Cotón, que de estilo barroco y fechado en el siglo XVIII presenta un singular aspecto entre campesino y urbano. Así mismo, no hay que perderse el jardín botánico de la localidad, un espacio verde de gran belleza que cuenta con diferentes árboles centenarios de gran tamaño como cedros del Líbano, magnolios y hasta abetos griegos. Este se encuentra dentro de la Fundación Fernando Blanco, un vecino de la localidad que tras emigrar a Cuba y hacer fortuna regresó e invirtió gran parte del dinero aquí.
De gran importancia espiritual, Cee cuenta con varios cruceros bajo sus tierras, estructuras de piedra típicas del paisaje gallego que combinan elementos de la fe cristiana con la tradición popular. Algunos de ellos son el de la iglesia, levantado en granito robusto en las inmediaciones del templo, el de la Magdalena, que tiene por plataforma una fuente con dos caños, el del Cementerio, que marca un espacio sagrado dentro del campo santo y el de la Armada, que ubicado en el monte del mismo nombre marca el punto exacto desde el que los peregrinos procedentes de Santiago avistan el mar y el Cabo Fisterra. Su importancia también reside en su base que posee una inscripción romana.
Por último, para relajarse y darse un baño durante los meses de más calor es su playa urbana de la Concha, un arenal con una longitud de 185 metros y una anchura de 35 metros que está rodeada por zonas ajardinadas y un paseo marítimo que invita a caminar o ir en bici –cuenta con carril acondicionado– y que bordea la ría de Cee-Corcubión ofreciendo unas mágicas vistas al Atlántico.
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