Diez sitios para ver sí o sí en unas vacaciones en Palma de Mallorca
Su monumental catedral, el Palacio Real de la Almudaina, el castillo de Bellver, el afamado barrio de Santa Catalina… estas son algunas de las paradas obligatorias en un viaje a la capital de Mallorca
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Iniciar sesiónLa isla de Mallorca no necesita presentaciones. La mayor de las Baleares atrae cada año a millones de turistas de todo el mundo que quedan al instante prendados de sus playas y calas de aguas turquesas, de su exuberante naturaleza, de sus coquetos pueblos ... y de su variada gastronomía mediterránea. La puerta de entrada a este destino es su capital, Palma, cuyos aires modernos y cosmopolitas y su amplia oferta turística la han situado como uno de los destinos urbanos más apetecibles del país. Pero, lo que la hace realmente única es su riqueza monumental marcada por las distintas civilizaciones que han dejado su huella a lo largo de los siglos. Lo mejor para descubrir la ciudad a fondo es hacerlo de forma pausada, en un viaje de varios días, pero si se tiene poco tiempo estos son algunos de sus atractivos que no hay que perderse.
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La Catedral
Se podría decir que toda escapada a este destino debería comenzar con la visita a su espectacular catedral. Con una ubicación privilegiada junto al mar, la Seu comenzó a construirse en el siglo XIII y se concluyó en 1630. Es de estilo predominantemente gótico, pero a lo largo de los siglos fue incorporando las formas culturales de las épocas moderna y contemporánea. Una de las cosas que primero llama la atención de este templo es su rosetón mayor, que con alrededor de 13 metros de diámetro es el mayor de estilo gótico del mundo. Más allá de esto hay que detenerse a apreciar el portal del Mirador, una joya del gótico mallorquín, y el portal Mayor, de estilo renacentista. Una vez dentro las sorpresas no paran. Aquí se pueden apreciar las reformas realizadas por Antonio Gaudí, entre las que destaca el bello baldaquino del altar mayor, el mural de cerámica policromada de la capilla del Santísimo, obra del artista Miquel Barceló y el retablo barroco del Corpus Christi, entre otras cosas. Por último, aquellos que deseen obtener una bella panorámica de la ciudad deben subir a sus terrazas.
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Palacio Real de la Almudaina y el jardín S'Hort del Rei
Situado junto a la catedral está el Palacio Real de la Almudaina, residencia oficial para ceremonias y recepciones de los reyes de España durante el verano. El núcleo arquitectónico en el que se ubica estuvo ocupado por los romanos, aunque fue durante la dominación musulmana cuando se estableció la alcazaba bajo el nombre de Almudaina –cuyo significado es recinto amurallado–, de la que todavía pueden verse algunos restos. Entre 1305 y 1314 sería modificada por Jaime II, quien le otorgó su forma actual y la convirtió en la sede de la corte de los reyes de Mallorca. En su interior destacan el patio de armas, en el que se conserva un león de mármol blanco como recuerdo de su pasado musulmán, los baños árabes y la capilla de Santa Ana, en la que se impone el estilo gótico levantino.
A los pies de este monumento está el jardín S'Hort del Rei. En su origen (siglo XIV) era una zona de acceso restringido del palacio y contaba con árboles frutales y hortalizas, pero en la década de los 60 se llevó a cabo una reforma bajo el Plan de recuperación del entorno de la Almudaina en la que el arquitecto local Gabriel Alomar diseñó tres jardines contiguos como expresión de la conciliación entre la jardinería hispano-musulmana, la renacentista italiana y la tradición jardinera de la isla.
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La Lonja
La gran actividad que había en el puerto de Palma de Mallorca hizo necesaria la construcción de un espacio que sirviera como punto de encuentro de comerciantes y como Bolsa mercantil, por lo que entre 1420 y 1452 Guillem Sagrera levantó este edificio con planta rectangular coronado por altas bóvedas de crucería, todo un monumento que se ha convertido en el máximo exponente de la arquitectura gótica civil de la isla. En su interior destacan también sus grandes columnas que se asemejan a palmeras de piedra y que se elevan al cielo hasta formar los nervios de las bóvedas. Sobre la puerta de entrada hay una gran escultura de un ángel custodio que sujeta la leyenda 'Defenedor de la Mercadería'.
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Es Baluard
El que es hoy el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Mallorca fue diseñado en 2003 para fundirse con las antiguas murallas renacentistas que rodearon la ciudad hasta principios del siglo XX. Su colección incluye más de 800 obras datadas entre finales del siglo XIX y la actualidad. El recinto alberga, además, una pieza única e histórica, el aljub, un antiguo aljibe de agua dulce, cuya construcción finalizó durante la década de 1640, que originalmente abastecía a todo el barrio del Puig de Sant Pere. Muestra una planta rectangular de 353 metros cuadrados cubierta con una vuelta de cañón rebajada y aperturas para su ventilación. En la actualidad se usa como un espacio polivalente para actuaciones y exposiciones.
No hay que marcharse de aquí sin asomarse al mirador, el cual permite obtener unas increíbles vistas hacia la catedral, el paseo marítimo y el antiguo barrio del Puig de Sant Pere.
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Los patios
El centro histórico de Palma, uno de los mejor conservados del Mediterráneo, cuenta con numerosos tesoros, algunos de ellos escondidos a los ojos de quienes recorren sus calles. Y es que muchas son las antiguas casas señoriales que guardan tras sus rejas algunos de los patios más hermosos de la isla, los cuales, además de ser símbolo de status, tuvieron una importante función social. Sus orígenes se remontan al siglo XIII y en su época de mayor esplendor se llegaron a contabilizar 500, de los que, actualmente, solo se conservan alrededor de unos 100. De estilo barroco, gótico, renacentista… no existen dos patios iguales, aunque sí comparten algunas características como son las columnas y capiteles, los escudos de armas y las decoraciones en puertas y ventanas. De imprescindible visita son Can Bordils, una de las casas señoriales más antiguas de Palma que acoge hoy en día el Archivo Municipal, Can Balaguer, de los mejor conservados y el único que mantiene el mobiliario original, Can Vivot, uno de los más espectaculares y Casal Solleric.
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Fundación Miró Mallorca
La primera vez que Joan Miró visitó Mallorca se quedó completamente enamorado, por lo que no es de extrañar que en 1956 decidiese instalarse en la isla donde desarrolló una abundante labor creativa hasta su muerte en 1983. Situada en una colina con vistas al mar, la Fundación Miró Mallorca es el legado que dejó el artista a su amada Palma. El complejo cuenta con tres edificios que constituyen uno de los conjuntos arquitectónicos más valiosos de la isla: el edificio Moneo, que diseñado por Rafael Moneo e inaugurado en 1992 actúa como sede, el taller Sert, construido en 1956 y diseñado por el arquitecto Josep Lluís Sert, y Son Boter, una casa mallorquina de la segunda mitad del siglo XVIII que el artista utilizó como segundo estudio. La colección, que incluye pinturas, esculturas, dibujos, objetos y obras gráficas, así como un rico fondo documental y una parte de su biblioteca personal, fue donada en 1981 por Miró y su mujer Pilar Juncosa.
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Castillo de Bellver
Considerado como 'la terraza de Palma', el castillo de Bellver ofrece una de las mejores vistas de toda la bahía y de la propia isla con una panorámica de 360 grados. Esta fortaleza, levantada entre 1300 y 1311 por orden del rey Jaime II, presenta un edificio gótico de planta circular que se organiza alrededor de un patio central, también circular, con cuatro grandes torres orientadas hacia los cuatro puntos cardinales, una de ellas, la del Homenaje, separada del conjunto. Actualmente, en su interior está el museo de Historia de la ciudad y la Colección Despuig y en su patio de armas, muy bien conservado, se realizan diferentes eventos culturales durante todo el año.
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Barrio de Santa Catalina
Encaramado sobre el puerto y el paseo marítimo, el barrio de Santa Catalina fue tradicionalmente habitado por pescadores junto con fabricantes de la cuerda y de pan, de ahí los molinos. Esta zona, en la que también se encuentra el mercado más antiguo de Palma, ha conservado muchas de sus casas típicas de una o dos plantas con balcones y persianas mallorquinas y pequeños jardines o patios interiores incluyendo algunas de estilo modernista que enriquecieron el lugar a finales del siglo XIX y principios del XX. En la actualidad se ha convertido en el epicentro de la vida nocturna de la ciudad, así como en un punto de encuentro culinario con una gran variedad de restaurantes y bares.
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Baños árabes
Situados en pleno casco histórico, en el jardín señorial de Can Fontirroig, los Baños Árabes del siglo XI son uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad y una de las construcciones del periodo islámico mejor conservadas. En su interior se pueden ver una gran sala central cubierta con una cúpula semiesférica con claraboyas y rodeada por 12 columnas con arcos de herradura, la cual estaba destinada a los baños calientes, y una sala anexa rectangular cubierta con bóveda de cañón. Por la diversidad estilística de los capiteles de las columnas se piensa que durante su construcción se aprovecharon materiales y recursos de otros edificios de la zona.
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Comercios con solera
Mientras se disfruta de un agradable paseo por las calles y plazas de Palma se puede aprovechar para visitar algunas de sus tiendas históricas, comercios con solera –algunos llevan más de 100 años abiertos– que aportan un toque extra de encanto a la ciudad. La Pajarita se fundó en 1872 como chocolatería y pasado un tiempo se convirtió también en una tienda de delicatessen que incluía productos casi imposibles de ver en Mallorca. En 1972 se dividió en dos: la bombonería, que ofrece más de 40 tipos de bombones y que cuenta entre su clientela con la familia Real española, y el colmado. Por su parte, la Mimbrería Vidal lleva vendiendo artículos de mimbre y esparto de gran calidad como sombreros, capazos o alfombras desde 1955. Can Joan de s'Aigo abrió sus puertas por primera vez en el año 1700 junto a la iglesia de Santa Eulalia ofreciendo hielo que se prensaba en las casas de nieve de la Sierra de Tramuntana con zumos de frutas. En 1977 se trasladó a su actual emplazamiento en la calle de Can Sanç y amplió su oferta con chocolate caliente, ensaimadas y otros productos locales de elaboración artesanal. En Gordiola, una de las tres firmas que todavía producen vidrio soplado en Mallorca, los hornos de vidrio arden desde 1719. En su tienda del centro de la ciudad, abierta en 1879, sus productos muestran un carácter mediterráneo y colores mallorquines.
Para comer
Para los que buscan una opción saludable a la par que exquisita es el Botànic que, situado en el interior del hotel boutique de lujo Can Bordoy, es el primer restaurante Plant Forward de Mallorca. En este espacio gastro el chef convierte con gran maestría a los vegetales en los protagonistas de un menú de alta cocina en el que, por supuesto, no faltan carnes y pescados, aunque estos quedan en un segundo plano. ¡Ojo también con sus cócteles! Otra opción que no decepciona es De Tokio a Lima, un concepto innovador que se presenta como una verdadera experiencia sensorial en la que se fusionan sabores y colores de Japón y Perú. Además, disponen de un cóctel bar con vistas al paseo del Borne en el que disfrutar de diferentes tragos y de su servicio exclusivo de Caviar y Champagne. Por último, en pleno corazón de La Lonja está el restaurante La Paloma, un edificio emblemático que fue tiempo atrás la casa de comidas del barrio. En su carta destacan sus cortes de carne roja y sus populares tapas, platillos pensados para compartir que van desde las clásicas croquetas hasta vieiras braseadas.
Para dormir
Situado en el centro histórico de la ciudad, entre una iglesia gótica y un convento barroco del siglo XIV, está el hotel boutique Sant Jaume, un alojamiento de lujo ubicado en una mansión del siglo XVIII que ofrece diferentes habitaciones y suites de estilo minimalista y sofisticado en las que sentirse como en casa. El complejo también cuenta con un spa con sauna finlandesa y una piscina climatizada en el que ofrecen tratamientos con productos orgánicos de primera calidad, un gimnasio, un rooftop con una pequeña piscina y hamacas desde el que observar, también, la belleza de Palma y un espacio gastro, The Bar, que ofrece un menú informal elaborado con tapas y platos tradicionales, así como una carta de cócteles de autor.
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