Uno de los columpios más grandes de España en un pueblo de 316 vecinos

Dice Aguilar que hacía tiempo que buscaba alguna actividad que le diera vida al pueblo y a la zona elevada de Cuesta del Soto. «Queremos hacer una zona de recreo que pueda atraer a gente a Salinas. Vimos que ahora hay muchas cosas de moda, entre otras los columpios gigantes». El resultado, desde luego, llama la atención: nueve metros de alto con un vano de 8,5.

Esos nueve metros lo sitúan entre los más altos de España. En Librán, en el municipio de Toreno (El Bierzo, León), se inauguró en julio de 2022 otro columpio de nueve metros, que entonces se promocionó como el más alto de España. Hasta su inauguración este título lo tenía el columpio de Riaño, también en la provincia de León, con ocho metros de altura.

El columpio en Salinas ha costado 30.000 euros, y, según Aguilar, será el principio de otras instalaciones en Cuesta del Soto, como una tirolina o un tobogán. El horizonte lo dominan algunas de las cumbres de la Montaña Palentina: Espigüete (2.450 m), Peña del Tejo (1.986 m), Pico Murcia (2.341 m), Curavacas (2.520 m.) o Peña Carazo (2.012 m).

Pocos saben que hace unos cien millones de años la cuenca del Ebro era un mar que remansaba en los primeros contrafuertes de la cordillera Cantábrica. Con la orogénesis alpina que levantó el terreno desde los 200 m de profundidad hasta los 800 m actuales, aquel mar se fue convirtiendo en una serie de lagos de agua salada que se fueron desecando con el tiempo. Uno de los últimos fue el que se extendía por el curso alto del Pisuerga (Pisoraca lo llamaron los romanos), donde aún pueden encontrarse numerosos fósiles y depósitos de sal, acumulados en el cuenco donde se abriga hoy Salinas de Pisuerga, una joya escondida en la Montaña Palentina, cuyo nombre se debe a los depósitos de sal que se explotaban en la zona.

Salinas es un pueblecito limpio, ordenado, tranquilo y con mucho encanto. Tiene 316 habitantes censados, todos ellos orgullosos de su río, de su puente de nueve arcos, de su ermita de Quintanahernando, una joya románica del siglo XIII, cuyos muros lamen las aguas del pantano de Aguilar -ahora al 65% de su capacidad- y de su imponente iglesia bermeja, donde descansan los restos de Luis de Velasco, Marqués de Salinas del Río Pisuerga y virrey de la Nueva España. Muchos se sorprenderán al saber que un pueblo tan pequeño cuente con farmacia, peluquería, supermercado, centro de estética y masajes, cuatro bares, tres restaurantes, tres hoteles… y ahora un magnífico columpio.