Qué ver (además) en la ciudad con la muralla romana mejor conservada del mundo

En la Plaza Mayor está la Casa do Concello (Ayuntamiento), un edificio del siglo XVIII de estilo barroco civil gallego, festoneado con un grupo de ocho soportales. En el extremo contrario se encuentran las estatuas del emperador Augusto dando al magistrado Paulo Fabio Máximo la orden de construir la ciudad.

Muy cerca está la catedral, construida entre los años 1129 y 1273, en la que se superponen los estilos románico, gótico, barroco, renacentista y neoclásico. Si queremos tener la mejor vista de este templo tenemos que ir a su parte posterior, a la Plaza de Santa María, donde se encuentra el Palacio Episcopal. Un amplio triángulo con pavimento de granito y con un cruceiro junto al ábside gótico de la catedral. En el subsuelo de una de las esquinas de la plaza se descubrió en los años 70 una piscina romana del s.IV que no estuvo visible al público hasta 2011, cuando se colocó una cubierta de cristal a ras de suelo.

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Llega la hora de comer y nos desplazamos al restaurante Terras do Miño, en la periferia de la ciudad, pero solo a cinco minutos en coche del centro urbano. Se trata de una casa y molino de piedra del s.XIX en el paseo del río Rato-Fervedoira, tiene una agradable terraza sobre el césped, ideal para niños y mascotas.

Dedicamos la tarde a pasear sin rumbo fijo para ir descubriendo Lugo, para comprobar que por aquí pasa el Camino de Santiago, concretamente el llamado Camino Primitivo, que nace en Oviedo y es la primera ruta jacobea de la que se tienen referencias. Podemos seguirlo pasando por las placas metálicas colocadas estratégicamente en el pavimento empedrado de algunas rúas.

Caminar sin prisa, con los ojos y la capacidad de asombro bien abiertos. Hacerlo, por ejemplo, cuando va bajando el sol en una tarde calurosa, por la avenida de Ramón Ferreiro, una amplia calle con dos calzadas y un acogedor paseo cubierto por las ramas entrelazadas de viejos tilos. Y casi 'sin querer queriendo' llegamos al restaurante Brasas Brancas, curioso nombre que tiene una explicación: si las brasas están rojas, indican que la temperatura es demasiado fuerte y podría quemar el alimento. Si están negras es que aún están frías. Solo las brasas blancas hacen una buena parrillada. Y Yago Crego, reconocido chef pontevedrés, sabe aprovecharlas bien. «La base de Brasas Brancas -dice- es la simplicidad, el aroma, la esencia y el recuerdo de un producto local». Cocina tradicional adaptada a los gustos actuales. Sabrosos mejillones 'rabiosos' con hierbas frescas y toque de lima, jugosas zamburiñas a la brasa con aliño de soja, lima, guindilla fresca y cilantro, excelente chuletón de vaca vieja a la parrilla…

Y sin salir del edificio ya estamos en el hotel Mercure Lugo Centro a solo 500 metros de la muralla, un 4 estrellas con un diseño moderno y funcional, casi minimalista. Decoración cálida con profusión de los colores madera y blanco y con guiños al folclore local.