Seis espectaculares miradores desde donde admirar Gran Canaria

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria cada cual tiene su rincón favorito para admirar con perspectiva el trazado urbano alrededor de la bahía, desde la playa de las Canteras por los volcanes de La Isleta y hasta alcanzar el ajetreo portuario. Es cita obligada el mirador del paseo de la Cornisa, también conocido como el mirador de Cittá di Martinsicuro, localidad pesquera italiana con la que la urbe grancanaria está hermanada por la gran cantidad de pescadores italianos que en ella vivieron a mediados del pasado siglo. Abarca una panorámica magnífica de la ciudad mientras que, a sus pies, contra el muelle deportivo y la playa de las Alcaravaneras, acerca al verdor de las viviendas individuales de Ciudad Jardín. Barrio residencial de cuidada arquitectura racionalista donde se instalaron los británicos a finales del XIX.

Dónde: En el barrio de Altavista de la ciudad, ideal para disfrutar de los mejores atardeceres y amaneceres sobre la ciudad.

Es un lugar significativo no solo para las isleños, sino para cualquiera que visita esta tierra pues es el mirador perfecto para admirar los roques sagrados: Bentayga y Nublo. Imprescindible para iniciar rutas hacia ellos y a través de los magníficos pinares canarios que tapizan la zona de cumbres de la isla. Con la caída de la tarde conviene abrigarse y esperar que los últimos rayos de sol recorten sus siluetas contra el cielo. Crean uno de los momentos con mayor energía al aire libre que se pueden disfrutar en Gran Canaria atisbando los dos emblemáticos pitones volcánicos alineados con el volcán del Teide a través del gran cañón isleño que es el barranco de La Aldea.

Dónde: En la carretera GC-150 entre la Cruz de los Llanos y Tejeda. Lugar extraordinario para disfrutar del atardecer en la zona de cumbres.

La carretera que discurre por la agreste costa oeste de la isla hacia La Aldea de San Nicolás es tan impresionante como vertiginosa. En ruta, divisar el mirador es un respiro y a la vez una oportunidad increíble para disfrutar a placer de una costa solitaria donde el parque natural de Tamadaba, como parte de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, se encuentra con el océano guardando en sus rocas la historia volcánica más antigua de la isla. Ya sea en día nublado o bajo los rayos de sol el mirador colgado del acantilado y con parte de su pavimento en metacrilato transparente es un enclave privilegiado para extasiarse ante el amplio panorama de acantilados que popularmente se denominan ‘la cola del dragón’ por el sinuoso recorte litoral que se extiende contra el océano.

Dónde: Entre Tirma y La Aldea de San Nicolás, en la carretera GC-200.

El cráter de los Marteles es una caldera hundida hace un millón de años donde habitualmente se concentran las nubes de barlovento de la isla que se desplazan cargadas de humedad. Rodeada de pinos canarios, tajinastes azules y retamas es una parada que ayuda a conocer la historia volcánica isleña, en el acceso a las cumbres desde la zona oriental. Para adentrarse en la riqueza natural de 550 metros de diámetro de la caldera convertidos en un campo de cultivo, un panel interpretativo no solo detalla su larga historia volcánica sino la fauna y flora características. Además, por la zona discurren apetecibles rutas senderistas como la de los roques de Tenteniguada.

Dónde: En la carretera GC-130. Es una bonita caldera para visitar y donde permanecer atentos para ver al lagarto gigante de Gran Canaria que habita en ella.

El mirador más alto de la isla está ubicado en plena Reserva de la Biosfera de Gran Canaria. Concretamente en el Pico de los Pozos de las Nieves, así conocido por las tres neveras o pozos de nieve que hace 300 años servían para acumular la nieve invernal y disponer de agua dulce en verano -dos de las cuales se pueden ver restauradas-, es un enclave perfecto para abarcar el montañoso centro insular. Situados a 1.949 metros, entre pinares se distinguen las mayores cumbres. Se han ido quebrando con el paso del tiempo en profundos barrancos que llegan hasta el mar y marcan la geografía grancanaria. Así distinguiremos parajes característicos como los roques Nublo, el Fraile y Bentayga o las calderas de Tejeda y Tirajana.

Dónde: En la carretera GC-134 es el lugar perfecto para la puesta del sol y, en ocasiones, con un mar de nubes que hace desaparecer la isla bajo nuestros pies.

Para no olvidar que Gran Canaria es hija de los volcanes hay que asomarse a uno de los más escarpados y jóvenes. El Bandama, en la localidad de Tafira, explosionó hace 5.000 años y con su kilómetro de diámetro y el club de golf más antiguo de la isla asomado a 200 metros de altura, en su borde, es fruto de la erupción que tuvo lugar hace 1.970 años. Desde el mirador se pueden recorrer los tres kilómetros de su cráter o adentrarse en la riqueza natural que alberga en el interior de la caldera.

Dónde: En la carretera GC-802. Desde la cumbre del pico Bandama, a 569 metros, se abarca toda la caldera.