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Quince rutas a pie sobre el tapiz otoñal de la Montaña Palentina

Los distintos recorridos guían hasta bosques encantados, exposiciones al aire y árboles milenarios

Espacio natural de Covalagua DIP. PALENCIA

M. G.

Es uno de los seres vivos más longevos del planeta. Unos 1.000 años se calcula. Cuando echó sus primeras raíces eran tiempos de Reconquista. Ha sido alcanzado por un rayo, pasto de una hoguera y de las termitas, pero ahí sigue en pie, como una catedral en pleno bosque, el Roblón de Estalaya . Protegido por un ejército de robles rebollos y albares, hayas, acebos, servales, mostajos y espinos, en otoño se convierte en un espectáculo para los sentidos por la paleta cromática que envuelve a este «Abuelo», como así se le conoce, y al coqueto sendero que conduce hasta él. Si ya de por sí esta estación del año invita al senderismo, en un atípico 2020 en el que el aire limpio y puro está muy cotizado, aún más. El tapiz efímero de hojas que cubre la naturaleza se ha convertido en una recurrida pasarela por la que evadirse y olvidarse unas horas de la epidemia en enclaves recónditos como el anciano árbol, ubicado en la Montaña Palentina. De corazón minero y un sentido del arte exquisito como «joyero» de templos románicos , sus cumbres y laderas plantean variopintas rutas por las que echar a andar acompañado de la banda sonora del crujir de ese suelo caduco.

El Roblón de Estalaya DIP. PALENCIA

Los pasos guían entre vistas a altas cumbres por parajes que son hábitat de animales en peligro de extinción, como la Senda del Oso; que parecen el decorado de un cuento de hadas, como Tejeda de Tosande, o bosques fósiles, como el de Verdeña, con una pared rocosa donde han quedado impresos troncos de árboles de hace 300 millones de años. Lugares no exentos de leyendas, como la del Gigante del Valle Estrecho , al que su hija preparó un brebaje para hacerle dormir y así escapar. Al despertar de su sueño, destrozó su hogar como aún se puede ver en Castros de la Vega. En la vecina Fuente Deshondonada, el agua resurge con más fuerza cuando se aproxima la fecha de esa triste partida.

En otros casos, también el líquido elemento es el protagonista de varias rutas en Palencia , desde la senda de los pescadores, a la ruta de los pantanos; la de Fuente Cobre –donde nace el río Pisuerga–; la Laguna de las Lomas, o la Cascada de Mazobre, uno de los senderos más transitados de la Montaña Palentina, de tres kilómetros de recorrido, en los que acompaña la imponente panorámica del Pico Espigüete.

Arte en plena naturaleza

Otra opción es la de combinar naturaleza y arte. En este caso, se pueden entrelazar senderos con paradas en algunos de los templos y pequeñas iglesias de concejo que se escalonan en la Montaña Palentina, que reúne la mayor concentración de arte románico del mundo. Y si se busca un paseo cultural particular, la Senda de Ursi dibuja un trazado circular de once kilómetros que muestra una treintena de curiosas esculturas en homenaje al ilustre escultor palentino Ursicino Martínez.

El Bosque de la Pedrosa, el Pinar de Velilla o la ruta del Ribero Pintado, que en el pasado fue una explotación a cielo abierto, son otras de las opciones que ofrece la Montaña Palentina , adaptadas a todas las edades y niveles de experiencia. Se recomienda calzado y ropa cómoda y en invierno, en algunas de ellas, puede ser necesario material específico como raquetas.

Mención especial merece la posibilidad de dar un paseo por el Geoparque Mundial de Las Loras . A lo largo de unos mil kilómetros cuadrados hay al menos doce lugares de interés geológico. Destacan la Cueva de los Franceses, las Tuerces o el Cañón de la Horadada y del Rudrón y Alto Ebro.

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