Uno de los barrios más genuinos de España celebra sus 25 años en la Unesco

El Albaicín puede tener también a simple vista una apariencia modesta, pero guarda en su seno toda la historia de la ciudad de Granada. En esa colina se sitúa el origen de lo que llegaría a convertirse en capital del reino nazarí . Para entenderlo hemos de remontarnos al siglo VII antes de Cristo, cuando emigrantes iberos establecieron allí un asentamiento que dieron en llamar Iliberí . Dos siglos más tarde comenzaría la romanización de la península y en el año 45 antes de la llegada del Mesías, Julio César concedió al asentamiento el título de Municipium, dándole el nombre de Florentia Liberritana . Fue su mejor etapa. Con la llegada de los godos se convirtió, alternativamente, en campamento militar y población agrícola, pero la invasión musulmana, en sus distintas etapas, revitalizó su economía e importancia. Tras la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492, la población del Albaicín, casi totalmente morisca, vivió en paz… hasta que el cardenal Cisneros prohibió sus rituales y símbolos culturales. Aquello fue el principio del fin de una cultura.

Prueba del gran auge que conoció este municipio desde sus orígenes fue la celebración en él del primer Concilio cristiano de nuestro país, que supuso una preparación para el gran Concilio Ecuménico de la Cristiandad, el convocado en Nicea por el emperador Constantino. Ha llovido mucho desde entonces y aquel asentamiento primitivo se ha convertido en uno de los barrios con más solera y tronío de toda Andalucía, como prueba el hecho de que el Albaicín esté celebrando estos días el XXV aniversario de su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad .

Como mejor se entiende el Albaicín quizá sea contemplándolo desde los excelsos miradores de la Alhambra . La perspectiva es inconfundible, todo un barrio homogéneo de fachadas blancas, tejados rojos y calles muy estrechas, para que no las alcance el sol. Pero la experiencia auténtica viene cuando uno se adentra en sus callejuelas empedradas que serpentean ladera arriba entre muros herméticos que guardan celosamente los secretos de los numerosos cármenes. De pronto uno se encuentra en una plaza despejada, el Mirador de san Nicolás pongamos por caso, en cuyos alrededores se instalaron por primera vez los musulmanes en el siglo XI, levanta los ojos y contempla con incredulidad los muros de la Alhambra y los jardines del Generalife recortándose majestuosos contra el fondo imponente de una Sierra Nevada vestida de armiño. En ese momento nadie es capaz de discernir que visión es más bella, si la de la Alhambra vista desde el Albaicín o la del Albaicín visto desde la Alhambra.

Ahora que ya llega el AVE a Granada , uno de estos fines de semana les invito a que visiten Granda y se pierdan por el Albaicín. Si buscan a conciencia y sin prisa encontrarán ruinas íberas, romanas y de distintos períodos de la dominación musulmana. De la época ibera pueden buscar restos de la muralla en el solar de la mezquita del Albaicín, así como en la Plaza de Santa Isabel la Real. De la época romana quedan aún más vestigios, como restos del acueducto cerca de la actual mezquita, varias necrópolis y hornos alfareros próximos al Carmen de la Muralla. De época prenazarí es la muralla norte de la Alcazaba, el Alminar de San José, la Puerta de los Tableros…