Costa Rica: siete parques nacionales donde los volcanes son las estrellas
Un recorrido por un edén tropical de masiva biodiversidad: el 6% de la existente en todo el planeta
Javier Jayme
No es disparatado afirmar que Costa Rica entera es un festín de naturaleza desbordante aliñada con volcanes. Un edén tropical de masiva biodiversidad -el 6% de la existente en todo el planeta- tutelado por indómitos guardianes de cónicos perfiles y fuego en las ... entrañas. Tres cordilleras se toman de la mano para atravesar este exiguo país centroamericano: la de Guanacaste, la Central y la de Talamanca, un triple espinazo donde se contabilizan 112 bocas eruptivas, diez de ellas en actividad. Y entre los parques nacionales más representativos del citado festín figuran los siete siguientes:
1
Parque Nacional Volcán Arenal
Acaba de ser reconocido en la edición de los premios Traveler's Choice 2022 como uno de los diez mejores del mundo. Creado en 1991, abarca 121 km2 donde se protegen especies botánicas y zoológicas características del bosque pluvial montano y del bosque nuboso. El viajero puede disfrutar de 267 actividades ligadas con la naturaleza y el aire libre alrededor del volcán, el más activo de Costa Rica: excursiones de pesca, puentes colgantes, cataratas o rafting, además de diferentes rutas de senderismo -las de Heliconias, Coladas, Tucanes y los Miradores-, que permiten la observación de gran parte de la flora y fauna del parque así como de restos de las coladas de lava. El Arenal, uno de los colosos de alma incandescente más bellos del orbe, con su cono geométricamente perfecto, que se eleva en el presente a 1.670 m, es hoy en día la mayor atracción turística de la nación, tanto dentro como fuera de sus fronteras, fuente continua de asombro y admiración a raíz de su repentina y terrible erupción del 29 de julio de 1968, que arrasó tres pueblos y dejó 87 víctimas mortales. Desde entonces no ha cesado en sus rabietas explosivas, que se suceden irregularmente con retumbos amedrentadores, expeliendo a capricho lavas ardientes, humos, piedras y cenizas, manifestaciones tan aparatosas como subyugantes de los poderes del averno.
2
P. N. Volcán Irazú
A sólo 20 km de la ciudad de Cartago, el Irazú (3.432 m), el volcán más alto del país y uno de los más célebres del mundo -montaña de fuegos y terremotos en la lengua indígena regional-, permanece en calma desde 1994, si bien posee una candente historia de ciclos eruptivos impredecibles. En 1963, sin previo aviso, dio por concluido un silencio de 20 años el mismo día que el presidente John F. Kennedy visitó Costa Rica. Lo más destacado del parque nacional homónimo, claro está, es el volcán en sí. O, más concretamente, la ascensión a uno de sus cinco cráteres -cuya extensa laguna, de un verde fulgurante, posee una belleza cautivadora-, el bautizado con el nombre de Diego de la Haya Fernández, en tiempos pasados gobernador de la provincia de Cartago, quien logró la primera documentación de una erupción del Irazú en 1723. En cuanto a los aficionados a la ornitología disponen aquí de un espectáculo peculiar, el de las aves adaptadas a los ambientes lávicos, entre ellas el junco de volcán (familia del gorrión americano común) y el colibrí de volcán.
3
P. N. Volcán Turrialba
El Turrialba es un estratovolcán ovalado de tres conos que forma un solo sistema con el Irazú. Con una elevación máxima de 3.340 m, es el segundo más alto del país. Se caracteriza por liberar constantemente columnas de vapor y ceniza, razón por la que los primeros pobladores españoles le llamaron Torre Alba, remoquete de humo blanco. Los cráteres tienen fácil acceso. Durante su ascensión es frecuente hallar antiguos flujos de lava. Ya en las cimas, en un día claro, se tienen vistas imponentes de la costa atlántica y de otros volcanes. Aunque la última erupción notable tuvo lugar en 1866, su reciente actividad llevó al Sistema Nacional de Áreas de Conservación a cerrar el parque al público en 2012, decisión revocada el 4 de diciembre de 2020, si bien con restricciones en cuanto a las áreas accesibles, el ingreso de visitantes -grupos de 35 como máximo- y la obligación de usar el equipo de protección facilitado en la caseta de entrada.
4
P. N. Volcán Poas
La desolación se hace belleza en el incomparable marco natural del volcán Poas, uno de los que actualmente permanecen activos en Costa Rica. Su gigantesco cráter (1,5 km de diámetro y 300 m de profundidad) y la selva nubosa, aquí prácticamente virgen, conforman los atractivos principales del parque nacional homónimo. Las súbitas columnas de aguas negras que se desploman, seguidas de los resplandecientes vapores blancos proyectados al aire decenas de metros, y el sordo chapoteo de las olas lodosas sobre los bordes rocosos ofrecen un espectáculo incesante de turbadora fascinación y grandeza.
5
P. N. Volcán Tenorio
A cuatro horas de San José, con sabana en sus partes bajas, selva lluviosa en las medias y selva nubosa en las altas, el parque nacional Volcán Tenorio constituye la zona silvestre protegida más rica en biodiversidad del Área de Conservación Arenal Tempisque. Cuenta con vastas extensiones de bosque virgen exentas de toda acción humana. Sobre este escenario siempre verde, hogar de pumas y dantas, el río Celeste interpreta su singular danza acuática con decorado de lagunas, torrenteras, cascadas, pozos termales y pailas burbujeantes con sutil olor a azufre. Un espectáculo total.
6
P. N. Braulio Carrillo
Situado 20 km al noreste de San José, Braulio Carrillo, creado en 1978 con 45.899 Ha, es uno de los más extensos parques nacionales de Costa Rica. Con altas y escarpadas montañas densamente cubiertas por un bosque primario de gran complejidad florística, numerosos ríos serpenteantes, bellísimas lagunas, cascadas y dos volcanes extintos -el Cacho Negro y el Barva-, constituye el hogar de 500 especies de aves (incluida la del magnífico quetzal), 6.000 de árboles y plantas y unas 135 de animales. Águilas y tucanes, tapires y monos son fáciles de ver; no así el jaguar y tampoco una serpiente con la que es mejor no tropezarse: la bushmaster, el mayor ofidio venenoso (2 a 3 m.) de las américas Central y del Sur. El volcán Barva (2.906 m, techo del Braulio Carrillo) es uno de los picos que conforman las Tres Marías, serie de cumbres visibles en el valle central de la provincia de Heredia. A su alrededor existe una red de senderos de distinta dificultad; el denominado Asta de Ciervo, zigzagueando sobre su misma base, ofrece inmejorables vistas de la caldera más grande y más honda (28 m de profundidad) del parque, rellena por las aguas de la laguna que comparte nombre con el volcán. El punto más bajo se encuentra en las tierras bajas del Caribe, a unos 36 metros de altitud.
7
P. N. Rincón de la Vieja
En un país lleno de parques nacionales y reservas naturales, ninguno es comparable al del de Rincón de la Vieja, situado 15 millas al noroeste de Liberia, la capital de Guanacaste. En sus 142 km² tiene espacio para dos volcanes, 32 ríos y arroyos y una pasmosa variedad de flora y fauna. Luis Alex García, guía turístico, afirma que «este parque proporciona experiencias exclusivas, como la de ser testigos en primera fila de algunos de los procesos geotérmicos formadores del territorio costarricense». El visitante, además, conocerá un bosque seco, uno húmedo, uno muy húmedo y uno nuboso en un recorrido de sólo dos horas y podrá asimismo ascender al cráter homónimo, recreándose con vistas inverosímiles -por simultáneas- a ambos mares, Pacífico y Caribe.
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