El país de Samarcanda y la Ruta de la Seda por el que apenas viaja el Covid-19
Una ruta por Uzbekistán, en Asia Central, un país de encrucijadas viajeras en la historia que ahora parece que ha sabido frenar la pandemia
La historia del cirujano español Diego González Rivas, que acaba de volver de Uzbekistán, ha tenido una cierta repercusión en internet en los últimos días. Según ha dicho, en este país centroasiático sus habitantes hacen una vida normal, sin llevar mascarilla, frecuentando bares y restaurantes ... y celebrando fiestas. González Rivas (La Coruña, 1974), que ha visitado varias ciudades uzbekas para dar a conocer la técnica quirúrgica Uniportal Vats de su invención, que consiste en una cirugía videoasistida mínimamente invasiva para extirpar tumores de pulmón, cree que la población uzbeka ha alcanzado la «inmunidad de grupo» y que ya apenas hay casos nuevos de Covid-19. «He hablado con mis colegas y ellos creen que la razón de que no haya ningún problema es haber llegado al 60 o 70 % de contagios en la población», ha asegurado. También es de la opinión de que en Uzbekistán se ha vuelto a la normalidad gracias al férreo control de aduanas impidiendo la entrada de viajeros procedentes del extranjero. Se exige un PCR hecho en el país de origen más otra prueba negativa en el aeropuerto.
Desde el punto de vista turístico, Uzbekistán es un país poco conocido en Occidente, pero lleno de propuestas históricas por conocer. He aquí algunas de ellas.
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La Ruta de la Seda
Uzbekistán es un país de encrucijadas viajeras. En el siglo I AC. empezó a formarse un trasiego económico entre Oriente y Occidente, un fluido mercantil que desde China pasaba a Mongolia, Asia Central, Persia, India, Arabia, Siria, Turquía y Europa. Ida y vuelta. Caravanas de comerciantes chinos transportaban sedas, porcelanas, pieles, té y especias... y volvían con oro, plata, piedras preciosas, lana... Pero solo fue a finales del s.XIX cuando el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen, acuñó el término “Ruta de la Seda” para referirse a este recorrido en el que el tejido elaborado con capullos de gusanos era su principal mercancía.
Por Uzbekistán pasaba esta ruta comercial y cultural. A lo largo de la Historia, el País de los Uzbekos ha formado parte de grandes civilizaciones como la Corasmia y la Sogdiana. Allí se asentaron fabulosos imperios como los de Alejandro Magno, Genghis Khan y el Gran Tamerlán.
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Turistas
Atraídos por todo ello, en 2017, 4,4 millones de turistas llegaron a Uzbekistán, el 47% eran europeos, muchos de ellos españoles, cada vez más. Hasta la aparición de la pandemia se trataba de un destino en auge, aunque hace años era ciertamente complicado llegar hasta aquí por culpa de las difíciles comunicaciones y un farragoso sistema de visados, ya superado. Desde febrero de 2019 los viajeros de muchos países, entre ellos España y Portugal, no necesitan visado para una estancia que no sea superior a 30 días.
Otro aspecto a tener en cuenta es el bajo nivel de los precios. Baste con decir que 12.500 som, la moneda nacional, equivalen a solo 1€. En muchos sitios admiten dólares y euros. No es de extrañar que la revista Lonely Planet seleccionase en 2018 a Uzbekistán como el segundo mejor destino turístico de Asia.
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Tashkent, la capital
A Tashkent, la capital, se suele llegar desde Moscú. Más de 4 millones de habitantes, la ciudad más grande de Asia Central, viven en edificios bastante modernos pero anodinos, la mayoría de le época soviética, a los que se les ha añadido algunos toques islámicos. En 1966 sufrió un gran terremoto (5,1º) que la destruyó casi por completo y hubo que construirla de nuevo. Sin embargo sobrevivieron algunas construcciones singulares dignas de mención como la Madrasa Muyiy Mubarak (literalmente “Cabello del Profeta”). Un complejo del s.XV remodelado en 2007, centro religioso de la ciudad en el que destacan las cúpulas turquesas que se ven por todo el país.
Además de por su belleza arquitectónica, esta madrasa (escuela coránica) destaca por atesorar dos de las reliquias más preciadas del Islam, un cabello del Profeta Mahoma y el libro Uthman Quran, el Corán manuscrito más antiguo que se conoce y que fue escrito con caracteres cúficos en el s.VII.
Al lado está ya muy avanzada la construcción del Centro de Civilización Islámica, cuyo objetivo es divulgar el humanismo musulmán frente a los intentos de los extremistas por distorsionar la doctrina islámica. Una de las empresas involucradas en este macro proyecto es española, concretamente Castillicos de Villena, Alicante.
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La legendaria Samarcanda
A medio camino entre Roma y Pekín, Samarcanda es uno de esos lugares con una resonancia especial, legendaria, mágica. No se tiene constancia de que nadie que haya llegado a esta ciudad no haya quedado abrumado por lo que ha visto. Una de las urbes más antiguas de las que han sido pobladas ininterrumpidamente hasta hoy (más de 2.500 años), fue capital de Tamerlán en el s.XIV. Conserva asombrosos edificios, auténticas maravillas, pero la ciudad no es un conjunto homogéneo histórico-monumental como lo puede ser Marrakech, Toledo o Benarés. Los edificios singulares son como islas en medio de una ciudad moderna en gran parte sovietizada.
Dice la leyenda que su nombre viene de los de una princesa llamada Kant y un chico plebeyo llamado Samar, cuyo shakespeariano amor imposible acabó en tragedia.
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La joya de Registán
La plaza del Registán, corazón de Samarcanda, es uno de los conjuntos arquitectónicos más prodigiosos del planeta. Su nombre significa Arenal, pues era una explanada en el cruce de seis caminos que servía de mercado a las mercancía que de uno y otro lado llegaban por la Ruta de la Seda. Hoy no está cubierta de arena, sino enlosada, y sirve de escenario a espectáculos de luz y sonido. Pero ni los andamios, las grúas de la televisión o las grandes pantallas restan grandiosidad al conjunto.
Mirando hacia el Norte (postal habitual), la plaza está rodeada por tres imponentes madrasas (escuelas islámicas) que sin duda fueron definitivas a la hora de que en 2001 la Unesco incluyese a la ciudad en su lista de Patrimonio Mundial. A la izquierda se levanta la Madrasa Ulugbek, cuyo gran portal rectangular de 16,5 m. de altura está adornado con estrellas de diez puntas. Enfrente está la Madrasa Sher Dor, que casi parece el reflejo de la Madrasa Ulugbek. Y enfrente, cerrando la plaza, se encuentra la Madrasa Tilla Kori, literalmente Madrasa Dorada, construida la última de las tres en el lugar en el que había un caravasar, una posada en la que los conductores y los animales de las caravanas podían comer y pernoctar.
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Mausoleo del Rey Viviente
En el noreste de la Samarcanda se encuentra el Mausoleo Shah i Zinda (que significa en persa “Rey Viviente”). Se trata fundamentalmente de una estrecha calle que posee a ambos lados 20 suntuosos edificios de los siglos XI al XIX, once de los cuales son tumbas de algunos parientes de Tamerlán (el último de los grandes mongoles). Si la plaza de Registán y su solemne amplitud es impresionante, esta calle puede que lo sea aún más ya que el visitante la atraviesa entre deslumbrantes edificios de hasta 40 metros de altura que casi parecen tocarse.
Dicen que en el edificio principal, a la entrada, está la tumba de un primo de Mahoma, de ahí el nombre de todo el complejo.
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Tumba del Gran Tamerlán
Muchos de los visitantes de Gur e Amir (literalmente Tumba del Rey) caen de lleno en el llamado síndrome de Stendhal, una serie de síntomas de apabullamiento producidos por la saturación sensorial tras contemplar muchas maravillas estéticas en muy poco tiempo. Es la tumba del Gran Tamerlán.
Las características de este edificio: gran portada, cúpula bulbosa, cuatro minaretes, cripta con tumbas… hacen que se le considere el precursor y modelo de las grandes tumbas de Humayun en Delhi y del famosísimo Taj Mahal en Agra, ambos construidos en la India dos siglos después por un descendiente de Tamerlán.
Además de su tumba, aquí están las de sus hijos, nietos y otros familiares, e incluso la de su más querido maestro.
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La cuna del budismo en Asia Central
A unos 380 km. de Samarcanda y 700 de Tashkent se encuentra la localidad de Termez, muy cerca de la frontera con Afganistán. Es una ciudad pequeña (140.000 habitantes) hasta ahora poco frecuentada por los turistas, pero de gran importancia histórico-artística. Está considerada como la cuna del budismo en toda Asia Central e importante escala en la Ruta de la Seda. El budismo llegó desde la India a finales del s.I y aquí permaneció durante 600 años para viajar luego a China, Corea y Japón.
Termez es el nombre que le dieron las tropas que hasta aquí llegaron con Alejandro Magno en el s.IV AC. Thermos significa en griego “caliente” y es que ésta es la ciudad más cálida de Uzbekistán.
Cerca de Termez se encuentra la ciudadela de Kampyrtepa, en la orilla del río Amu Darya, que fue conocida en la Antigüedad como Alejandría Oxiana, tenía un gran puerto fluvial con un alto faro, una columna de ladrillo en cuya azotea encendían fuego. Este tipo de construcciones cilíndricas fueron el antecedente directo de los alminares o minaretes de las actuales mezquitas. Hoy es un prometedor sitio arqueológico.
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Los trenes españoles
Afrosiyob es el nombre de una antigua ciudad uzbeka, pero también del tren de alta velocidad de este país. En realidad se trata de un Talgo 250 vendido por España en 2011 que llega a alcanzar una velocidad de 210 km/h. El trayecto Tashkent-Samarcanda, de 344 km., lo realiza en dos horas. Hay cuatro de estos trenes españoles en servicio en Uzbekistán y está previsto que otros siete entren en funcionamiento a partir de 2022.
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