Villa Sandía y Villa Pepino: así es el original camping de un pueblo de Málaga

Según explican los responsables del camping, las sandías y pepinos son diminutos. Tienen el tamaño justo para dormir, algo «totalmente diferente» que sorprende a quien lo visita. Así, en el interior (pintado de rosa y con sábanas de color verde), cabe un colchón y casi nada más.

Este camping -tipo glamping- cuenta con una zona de bar y restaurante con dos piscinas que permanecen abiertas del 1 de mayo al 30 de septiembre y diversas zonas de juegos. De hecho, hay un pequeño campo de golf, un campo de voleibol y mesas de ping-pong que se pueden utilizar de manera gratuita. Además, se puede pasar a la otra orilla de la finca por un puente colgante. Eso sí, como señalan desde el camping, se debe tener cuidado de respetar las zonas privadas.

Como advierten los responsables de estas instalaciones, los visitantes tienen que tener en cuenta que por esta finca corretean libremente gallinas, patos y conejitos. También, que en sus corrales tienen dos burritos enanos y dos pequeñas ovejas, por lo que, quien lo desee, puede llevar zanahorias, restos de fruta o pan picadito picadito para alimentarlos.

Además de disfrutar del tiempo en los pepinos y sandías, el camping ofrece un amplio abanico de actividades para aprovechar la estancia. Así, se pueden disfrutar de paseos y rutas guiadas en plena naturaleza, rutas a caballo, vías ferratas, kayak o paintball. 

Aunque, como decíamos, hay un bar en el camping, los usuarios pueden llevar una pequeña cocina de gas o eléctrica y hacerse su propia comida en la zona adyacente privada de su alojamiento, que cuenta con dos o tres sillas y una pequeña mesa. No obstante, como recuerdan en su página web, está prohibido encender fuegos o barbacoas, ya que el recinto se encuentra dentro de un bosque y su uso podría originar un incendio.

En cuanto a viajar con mascotas, se permiten las que pesan hasta 10 kilogramos. Pero se ruega que ni estas ni los humanos hagan ruido desde media noche y hasta las 10.00 horas.

El camping, que está salpicado de simpáticos detalles como las Pitufo Cabañas o los burros enanos (Borjamary y Felipe) que viven en la parcela, tiene reservadas plazas de aparcamiento de turismo para cada alojamiento. Pero aunque están cerca, no se encuentran pegadas al camping.

Respecto al precio, se puede disfrutar del camping por 65 euros la noche en el caso de las estancias con formas de sandía, que son hasta dos personas, y 80 euros cada noche para los pepinos, que tienen espacio para tres personas. Según aseguran, el recinto cuenta con vigilancia las 24 horas, por lo que la seguridad está garantizada.

Además del camping Villa Sandía, la finca dispone de dos antiguos molinos de agua reacondicionados como alojamientos: el Molino El Inglés, con capacidad para albergar a 15 personas, y el Molino La Flor. El precio de una noche es de 290 para el primero y 360 para el segundo.

Y el encanto de este lugar no es solo el verano. En los meses de frío también se puede pasar una estancia más agradable ya que los molinos cuentan con un sistema de calefacción es a base de chimeneas y estufas de leña. «No sea exagerado echando leña, ya que si echa mucha, tendrá calor y tendrá que abrir puertas y ventanas, con lo que el aire le llenará la casa de humo», advierten en la página web

En cuanto a otros servicios, el camping ofrece wifi. En el caso de Villa Sandía, es posible conectarse en la recepción. Si los viajeros se alojan en los molinos, tan solo tienen que cruzar el puente colgante.