turismo vinícola
Ruta del vino en el Aljarafe sevillano
Ruta
Bodegas y bondades de un caldo que cada vez gana más adeptos
ABC
El vino no es una bebida en la comarca sevillana del Aljarafe, sino una cultura. En torno a ella, bodegas, mesones, campos de vid, empresarios, ferias de gran interés turístico, rutas guiadas y botellas para degustar en casa. Entre los meses de noviembre y febrero, ... el mosto vive por aquí su máximo apogeo. Eventos tan destacados como la Feria de Umbrete tienen lugar y el caldo, aromático y pálido, gobierna de copa en copa.
Ya en época de los romanos se producía en la zona un vino de características, en líneas generales, semejantes, aunque nada tuviera que ver en su sabor con el probamos hoy. Perdura, eso sí, la tradición.
Tras haber fermentado y encubado durante unos cuarenta días aproximadamente, arranca la magia que muchos paladares aguardan a la llegada del otoño. Su graduación es de unos 11,5º. La Palomino, la Zalema, la Airén, la Pedro Ximénez y la Garrido son algunos de los tipos de uvas empleados en su elaboración. Emana, siempre joven, cierto olor similar a la manzana.
No cuentan con denominación de origen, pero el arraigo social es de gran calado. Umbrete, Bollullos de la Mitación, Bormujos, Espartinas y Villanueva del Ariscal, entre otros municipios, se reparten tales bondades. A ellos hemos de sumar Almensilla, Albaida del Aljarafe, Aznalcázar, Castilleja del Campo, Carrión de los Céspedes, Coria del Río, La Puebla del Río, Huévar, Pilas, Palomares, Olivares, Salteras, Santiponce, Sanlúcar la Mayor y Valencia de la Concepción.
Bodegas y mesones
Las rutas en torno al mosto atraen a propios y extraños. Vienen gentes de distintos municipios de la provincia de Sevilla y, también, de fuera. La zona tiene excelentes mesones, tascas y tabernas, además de las bodegas, donde comer. Algo que, sumado al buen clima predominante casi todo el año, deja las terrazas abarrotadas de veladores en busca de sol; o de sombra, que también depende de la época.
La Sacristía, por ejemplo, llaman todos a Bodegas Antoñín, en Almensilla, donde aún elaboran mosto a la antigua usanza en sus 80 bocoyes. Con más de 100 años de historia, su gastronomía se ha convertido en uno de sus mayores reclamos.
La Bodega El Titi es una de las pocas que cuenta con viñedos propios. Está en Benacazón, igual que La Sillera. Otra que también cuenta con un terreno propio es Casa Ramón, El Coto, en Pilas, con unas 1.500 cepas cocinando al sol la primera fase de lo que después se beberá en sus salones.
Un lagar presidido por una antigua prensa de husillo da la bienvenida en la bodega Patacabra, en Almensilla, compuesta de botas de roble americano y bocoyes de castaño. También le avalan más de 100 años de historia. Y de historia, también, saben en Bodegas Góngora, Villanueva del Ariscal, fundada en 1682.
En cuanto a visitas guiadas, finalmente, una opción la plantea la entidad Vinícola del Aljarafe, en este mismo municipio a escasos kilómetros de Sevilla capital. Elabora vinos solera fino, moscateles y olorosos. Cuenta con planta embotelladora. Y todo ello, para descubrir el proceso antes de llevar a boca, puede visitarse con una duración de unos 30 minutos. Bodegas Loreto, en su hermosa hacienda, es otro de los muchos espacios que realizan visitas con, por supuesto, catas de vino.
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