Pueblos únicos para disfrutar del castañar en la Sierra de Aracena
El atractivo paseo entre castaños recorre los municipios de Aracena, Los Marines, Fuenteheridos, Castaño del Robledo, Galaroza y Valdelarco, enclaves que hacen disfrutar al visitante con su arquitectura serrana, amplia red de senderos y exquisita gastronomía
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J. M. Brazo Mena
Sevilla
Recorrer el castañar de la Sierra de Aracena en otoño, constituye una experiencia única, dada la riqueza cromática que presenta el paisaje y la belleza de los pueblos que lo jalonan. Las rutas se desarrollan por los municipios con más superficie de castaños, donde además ... de los atractivos naturales, el visitante podrá disfrutar de la arquitectura serrana, los monumentos, una amplia red de senderos y la exquisita gastronomía de la zona.
El castañar serrano, que constituye uno de los ecosistemas más simbólicos de la provincia de Huelva, ocupa un territorio entre 4.700 y 5.000 hectáreas, con un población de alrededor de 270.000 castaños, repartidos por catorce municipios de la comarca. La edad media de los árboles se encuentra entre 350 y 400 años, aunque algunos ejemplares se acercan o superan el milenio, con una importante función paisajística, medioambiental y económica.
Así, en pueblos como Aracena, Los Marines, Fuenteheridos, Castaño del Robledo, Galaroza o Valdelarco, que se encuentran estrechamente vinculados desde la época de la Repoblación (siglo XIII) al cultivo del castaño, se ha forjado una cultura en torno a este árbol y a su fruto, conservándose en estos lugares, fiestas, tradiciones y oficios ligados a la temporada de la castaña, constituyendo en otoño una fuente de riqueza en la comarca.
La primera parada de esta ruta es Aracena. Su arquitectura tradicional y monumental aúna castillo, iglesias, conventos, palacios, ermitas, fuentes, plazas y museos que le imprimen un encanto especial. Todo un aliciente, aunque aquí todas la miradas se dirigen hacia la Gruta de las Maravillas, considerada como una de las cavidades subterráneas más bellas y extensas de país, y que está catalogada como el primer Lugar de Interés Turístico de Andalucía.
Cuando el viajero abandona Aracena y comienza a internarse en los vastos castañares por la carretera nacional 433 Sevilla -Lisboa, un sinfín de sensaciones visuales van confortando al espectador, que se sumerge paulatinamente en un frondoso bosque, hasta llegar al arroyo de la Fuente del Castaño, cuyo nacimiento se encuentra en un generoso manantial, a dos kilómetros de la localidad serrana, por el camino que desciende hasta las huertas.
A seis kilómetros de Aracena, por la N-433, se encuentra la población de Los Marines, con un casco urbano que se alarga silencioso, al abrigo del bosque de castaños. En el centro del pueblo, la parroquia de Nuestra Señora de Gracia, marca las horas de los lugareños, que esperan la cosecha de mosto de este año, mermada por la sequía, producto que se podrá consumir en los bares y en una feria a principios de diciembre.
La misma ruta conduce a Fuenteheridos, uno de los pueblos serranos que por la belleza de su caserío, la abundancia de agua y la benignidad de su clima, ha sido desde siempre uno de los lugares predilectos para los visitantes. Allí, una vez concluya la recolección del fruto, tendrá lugar la feria andaluza de la castaña en el mes de diciembre, con un amplio programa de actividades lúdicas y gastronómicas.
Tras acceder a la localidad, el viajero se encuentra con un recorrido apasionante, al paseas por una estructura urbana que se dispone en forma caso radial en la que se distingue el barrio más antiguo del pueblo, con un entramado de calles tortuosas que confluyen en la Plaza del Coso, desde donde se pueden contemplar las características solanas que, en la planta alta de las casas, sirven de secadero para los productos del campo.
En medio de este lugar, y junto a un fresco paseo, donde los lugareños y visitantes se dan cita a la sombra de enormes castaños orientales, se encuentra la conocida Fuente de los Doce Caños, generoso manantial que dio nombre al pueblo y que está considerado como el nacimiento del río Múrtigas, con un caudal constante de dos millones de litros diarios. Estas aguas son aprovechadas para el abastecimiento local y para regar las huertas del valle.
En la parte alta de Fuenteheridos se alza la iglesia del Espíritu Santo, construcción del siglo XVIII, cuya traza se debe al sevillano Pedro de Silva. Otros lugares a destacar son el antiguo Barranco de la Fuente, con las «lievas» que conducen el agua a través de cascadas y estanques; un crucero blanco situado en la Plaza del Coso, y la plaza de toros, inaugurada en el XIX, por el torero Luis Mazantini, además de las zonas residenciales de la Villa Turística y Villa Onuba.
En la carretera hacia Castaño del Robledo (HU-8114), el viajero encontrará algunos cerros como Riscos Altos, que con sus 962 metros está considerado como uno de los puntos con más altura de la sierra. El enclave se encuentra rodeado por un espeso bosque de roble melojo, rodeado de amplios castañares y alcornoques centenarios que acompañarán al viajero hasta el propio núcleo urbano.
La visita por las estrechas calles del pueblo se convierte en una aventura apasionante, ya que el propio caserío reúne un conjunto de edificaciones bien conservadas, que fueron declaradas Conjunto Histórico Artístico en 1982. Entre ellas, destaca la iglesia de Santiago el Mayor, obra de mediados del XVI, de la que Arias Montano fue su primer párroco, y la Iglesia Nueva, del XVIII, edificio inacabado de estilo neoclásico.
Galaroza, el valle de la novia
Otro de los destinos lo constituye Galaroza, pequeña localidad situada en el valle del río Múrtigas, que además de ser la huerta de la Sierra, por la abundancia de árboles frutales, y mostrar un bello casco urbano, ha cobrado protagonismo con la manufacturación castañera, encontrándose en su término una cooperativa que exporta el producto ya esterilizado a Estados Unidos, Brasil y a la Unión Europea.
En el paseo por el casco urbano, el excursionista llegará a la Plaza de los Álamos, en el céntrico barrio de la Fuente. Presidiendo el recinto se encuentra la iglesia del Carmen, donde se encuentra una talla de La Roldana. A un lado se encuentra la centenaria Fuente de los Doce Caños, que ha cedido su esplendor a su vecina Fuente de los Jarritos, sobre la que se levanta una escultura dedicada a la fiesta del agua, limitada por la sequía.
Continuando el descenso, el visitante se encontrará con el paseo de las palmeras, que como una paradoja se suman a la vegetación autóctona embelleciendo el paisaje. Desde allí, sobresale la iglesia neoclásica de la Purísima Concepción, y próximo se encuentra el bello rincón de Las Pizarrillas, con un antiguo humilladero construido por los repobladores en XIII, donde se reúnen los vecinos para celebrar las Cruces de Mayo.
La ruta concluye en Valdelarco, municipio conocido como «el rincón de las solanas», por las galerías porticadas de las viviendas que servían de secadero. En medio del conjunto urbano sobresalen la iglesia del Divino Salvador (1718), y el Ayuntamiento, donde se encuentra el monumento dedicado al «colmerero», oficio que tuvo especial relevancia en épocas pasadas y que dio lugar al gentilicio popular de los valdelarquinos.
Además de disfrutar de un casco urbano único en la sierra, declarado Conjunto Histórico Artístico en 1983, el viajero encontrará un sinfín de senderos, como el camino de las Alberquillas, que lleva hasta el barranco de Navahermosa y las casas del Talenque; la senda que conduce a Cortelazor, o bien miradores naturales como el Risco de la Fuente de la Manzana y Puerto Lanchar, que atraviesan hermosos paisajes de otoño.
Setas, el tesoro del parque natural
En los diferentes pueblos del castañar son muy celebrados platos elaborados con productos de la tierra como gazpacho de invierno, el pisto serrano, el 'bollo de papas' o las sopas de tomate, además de las setas de temporada, como las 'tanas' (Amanita caesarea), que son las reinas de la mesa junto a los preciados 'gurumelos' (Amanita ponderosa), los 'tentullos' (Boletus edulis y Boletus aereus) o las 'chantarelas' (Cantarelus cibarius).
Sin embargo, el protagonista de la cocina serrana es el cerdo ibérico y sus derivados, como el exquisito jamón, la caña de lomo, el salchichón, el chorizo, la morcilla o las carnes a la brasa, que integran las cartas de cada restaurante que se precie, junto con los sabrosos quesos artesanos, y el mosto de la zona. Para sellar el paseo, los postres de castañas, que se presentan en potaje (dulce), chocolateadas, en almíbar, marrón glacé, turrón, flan o helado.
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