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Diez consejos para empezar a esquiar en Sierra Nevada sin arruinarte en el intento

Lo fundamental, de entrada, es dar al menos dos clases de formación teórico-práctica que cuestan 90 euros por persona, aunque hay varios tipos de descuento

Llevar el equipo adecuado, estar en una forma física al menos decente, no tener miedo pero tampoco intentar nunca hacerse el héroe son varias de las claves

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Dos hoteles de lujo para disfrutar de la nieve, el 'après-ski' más exclusivo o hacer una escapada 'wellness'

Sierra Nevada es accesible para todos los públicos, lo fundamental es que tengan ganas de aprender abc

Guillermo Ortega

Granada

Esquiar es un placer. Es algo en lo que coincide casi el cien por cien de las personas que lo han hecho. Es saludable, divertido y se hace además en un entorno magnífico. El blanco de la nieve engancha.

Pero para esquiar con algo de fundamento hay que aprender. De nada sirve programar un fin de semana en Sierra Nevada, pagar el alojamiento, la comida, el forfait y el equipo para plantarse en Borreguiles y descubrir que allí lo único que puedes hacer es caerte una y otra vez. Mal. Error. Así que…

Lo primero es aprender. Y como dice Ordoño Vázquez, que es el presidente de la Asociación de Empresarios de Sierra Nevada y tiene además una escuela de esquí llamada Vabú, lo suyo es «dejarse de tutoriales en Youtube y acudir a un profesional».

Por supuesto, hay que adquirir un forfait para llegar a las pistas. Hay diferentes precios y ofertas para todos los gustos, pero lo normal es que cueste 60 euros por persona, un dinero por el que a cambio el usuario se garantiza una jornada entera dándole a los esquíes.

Para iniciarse hay dos opciones: acudir a una de las aproximadamente 35 escuelas de esquí que hay en la estación invernal, o contratar a monitores privados, que también abundan allí. ¿Qué es mejor? Depende de cada cual, la gestión es diferente, aunque las escuelas, por lo general, proporcionan, además de un profesor, un director técnico y están más pendientes de la atención al cliente.

Subamos las escaleras a pie

Se recomienda estar en una forma física por lo menos medio buena. «Vamos a estar a 2.600 metros de altura, cargando con peso y demás. Lo recomendable es que, semanas antes de venir, nos acostumbremos a andar un rato todos los días, a subir las escaleras…», aconseja Ordoño Vázquez.

Antes de lanzarse por una ladera hay que dar por lo menos dos clases teórico-prácticas de una hora en la zona de iniciación, que es casi plana y no implica peligro alguno para el recién llegado. Sin esas dos horas de formación mínima, mejor no aventurarse.

No hay una edad mínima ni máxima para empezar. El profesor dice haber visto «a niños de tres años con más actitud que otros de diez», y eso es fundamental, el querer aprender. También lo puede hacer alguien que haya rebasado los setenta «siempre que tenga algo de forma física, que por ejemplo no esté muy pasado de peso».

Volvemos al dinero: cada hora de clase cuesta 45 euros, así que esa formación básica aludida costaría 90 euros por persona. Pero hay un montón de descuentos por grupos y otras ventajas que conviene investigar sobre el terreno para no gastar por gastar.

La seguridad está garantizada

Para iniciarse, es mejor hacerlo en solitario. Para un nivel más avanzado, el grupo puede ser una buena idea porque, además de que se comparte un profesor y el precio se reduce, resulta más entretenido esquiar en compañía.

El material imprescindible se alquila en la estación sin ningún problema. El alquiler diario de esquíes, botas, casco, gafas y guantes cuesta en torno a 30 euros por jornada. Así que: forfait, equipo y dos clases de iniciación cuestan 180 euros por persona… como mucho.

Otro requisito imprescindible es dejarse el miedo en casa. «Tenemos aquí un servicio inmejorable, los técnicos están formados en esquí alpino, hay botiquines… Todo está controlado», insiste Ordoño Vázquez.

Eso sí, no conviene nunca hacerse el héroe. «Controlar los límites es una regla que debe cumplirse a rajatabla. El principiante debe asumir que lo es, ha de ajustarse a lo que le mande el profesor y no intentar hacer algo que todavía no sabe», concluye el monitor y empresario.

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