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El Cristo de los Faroles no solo está en Córdoba: este otro también está en Andalucía

La escultura de un crucificado se encuentra en una plaza céntrica de una capital andaluza

La historia del Cristo de los Faroles de Córdoba pintado en Rusia y que ganó el premio Lenin

Imagen del Cristo de los Faroles de Málaga en la plaza de San Juan de Dios aytomalaga

Valme J. Caballero

Málaga

Aunque la capital cordobesa tiene en su haber el afamado Cristo de los Faroles, en la ciudad de Málaga hay un monumento del mismo nombre y que cada vez cuenta con más visitantes. El de la capital malagueña fue encargado, en 1963, por el entonces alcalde, Francisco García Grana, al escultor José Espinós Alonso que tiene obra en el Museo Nacional de Artes Decorativas y que realizó la reja de entrada a la Basílica del Valle de los Caídos, así como un sagrario.

La pieza fue emplazada en el pequeño jardín que por entonces continuaba al pie de la Catedral, en el Postigo de los Abades; en la parte más pegada a la torre inconclusa. De ahí que empezara a conocerse como el Cristo de los Abades o del Postigo de los Abades.

Sin embargo, cuando el arquitecto diocesano Enrique Atencia construyó en esa zona, en 1968, el Oratorio de la Fe - el cuerpo con terraza y balaustrada que ocupó los jardines- el Cristo fue trasladado a la placita asomada a calle Los Mártires, denominada San Juan de Dios.

En la nueva ubicación se instalaron también, flanqueando la imagen cuatro faroles y esto hizo que, a partir de entonces, se le conociera como Cristo de los Faroles.

Así, el conjunto escultórico, que tiene más de seis décadas, se ha convertido en un punto destacado turístico de la visita a la ciudad.

Cristo de los Faroles de Málaga aytomalaga

Restauración

El Cristo, tras sufrir un acto vandálico en su peana, ha sido repuesto a su plaza. Sin embargo, previamente ha sido sometido a un proceso de restauración para su mejor conservación como escultura en la vía pública.

Así se limpiaron las capas de la pieza de la parte metálica, se han soldado piezas afectadas, se ha dado imprimación con capa de pintura antioxidante, se han sustituido los cristales de los faroles, se ha instalado un nuevo cableado para la luz y se ha rematado con pintura final con esmalte antioxidante del mismo color que el original.

La estrechez de las calles aledañas que dan acceso a contemplar al Cristo de los Faroles ha provocado que su instalación hay tenido que hacerse de forma manual. Sin embargo, el enclave es único y cada vez atrae más la atención de los turistas.

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