Esta es la ciudad andaluza que se ha puesto de moda: perfecta para una escapada en invierno
Granada no es sólo la Alhambra, está llena de rincones increíbles y se puede ver en profundidad durante un fin de semana o, mejor aún, en un puente
Cómo visitar la Granada turística sin ser un turista más
Anochecer en la Cuesta del Realejo, un privilegio en un barrio único
Granada recibe a gente de toda España y se ha convertido en un destino ideal para un fin de semana, y mucho más para un puente, por muchos motivos, pero entre ellos sin duda porque está (relativamente) cerca de todo. Y que Granada está ( ... relativamente) cerca de todo es algo que se puede comprobar sin mucho esfuerzo. Vamos a ello.
Pongamos como primer ejemplo Madrid. Está a cuatro horas en coche, a cuatro horas y media en autobús, medio con el que hay numerosas conexiones a lo largo del día y la noche y que además es asombrosamente barato, y a algo más de tres horas en tren de alta velocidad.
Esto último hay que enlazarlo, y nunca mejor dicho, con otros destinos que están a su vez bien conectados con la capital de España por AVE, como Zamora, Toledo o Segovia. Llegar desde esos lugares hasta Granada implica un esfuerzo extra casi insignificante, de dos horas como mucho.
Si el viajero procede de otros puntos de Andalucía, también lo tiene fácil. Sevilla está a dos horas y media si el desplazamiento es en coche. Desde Málaga se llega en algo más de una hora y desde Córdoba, en dos. Almería está a poco menos de dos horas, Jaén a un paseo que apenas llega a la hora y Huelva y Cádiz, las dos capitales más lejanas, requieren un paseo, pero que no llega a las cuatro horas.
Si el punto de partida está en el Levante, tampoco las distancias son como para desistir. Murcia y Granada tienen bastantes lazos de unión (las despedidas de soltero/a, por ejemplo, aunque seguro que hay vínculos más culturales) porque el viajero se encaja de un sitio a otro en tres horas o hasta menos.
Una capilla poco frecuentada en la abadía del Sacromonte
Alicante se alcanza en menos de cuatro horas y a Valencia ya se tarda un poco más, como cinco horas, pero siempre en autovía. Ya más arriba, Barcelona está unido a Granada por avión y, si se pillan las plazas con suficiente antelación, el viaje no sale caro.
Hablando de vuelos, el aeropuerto conecta con otros destinos nacionales: Madrid, Asturias, Bilbao, Gran Canaria, Melilla, Palma de Mallorca y Tenerife. Son enlaces directos hasta un aeródromo bastante cercano a la capital granadina y bien conectado a ella por autobús y taxis.
Conclusión: quien no viene a Granada es porque no quiere. Y a la vista de cómo se pone los fines de semana y los puentes de turismo nacional, esa es una conclusión a la que ha llegado muchísima gente. Cada vez más, de hecho. En cualquier época del año, lo cual incluye el invierno, que ya no es tan riguroso como antaño.
Granada es perfecta para un fin de semana o para un puente porque no es una ciudad demasiado grande, no se te escapa de las manos. Da tiempo a ver sus principales atractivos en dos o tres días. Obviamente, si se pasa uno de ellos en la Alhambra -una gran idea, qué duda cabe- se dejará menos tiempo para el resto, pero organizándose bien, lo esencial es posible visitarlo.
Una buena idea es tomarse un respiro y un té en la calle Alcaicería, muy cerca de la catedral
¿Qué es lo esencial? Bueno, eso va por gustos, Granada tiene tantos encantos que es difícil decantarse. Pero está claro que la catedral merece una parada. La fachada principal es una sobria obra maestra del renacentismo, pero no se quedan atrás ni la Puerta del Perdón, con elementos barrocos, ni la aneja Capilla Real, donde están enterrados los Reyes Católicos, que está en la calle Oficios, una de las más bonitas de la ciudad.
El resto es pasear. Cerca de la catedral se conservan bastantes vestigios (sobre todo religiosos) del renacimiento y el barroco, como la iglesia de San Juan de Dios, con su imponente retablo, o el convento de San Jerónimo. Aunque la arquitectura no es homogénea y conviven edificios preciosos con cajas de zapatos puestas en vertical sin ningún valor, el conjunto merece la pena.
Es imprescindible ver el Albaicín, claro, y perderse (literalmente) por sus estrechas callejuelas. Pero si además de eso queda tiempo, son muy reconfortantes las visitas a otros espacios menos conocidos, como el mirador de La Churra, que está justo debajo de la Alhambra, o el barrio del Realejo, que conserva su sabor, su esencia y rincones magníficos como la iglesia de Santo Domingo y el contiguo Camarín de la Virgen del Rosario.
Alejada del centro, pero igualmente valiosa, está la Cartuja, otro antiguo monasterio con elementos barrocos de gran interés. Y si la escapada es lo suficientemente larga, vayan dos sugerencias a modo de bola extra: el barrio del Sacromonte, con parada en la abadía del mismo nombre, y el camino de la fuente del Avellano, silencioso y reparador, sólo acompañado del murmullo del río Darro que discurre debajo. Pura magia, como casi todo en Granada.
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