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CABO DE GATA, TURISMO SIN PERIFOLLOS

En el Cabo de Gata y con permiso del Levante, los nervios del viajero se atemperan mediante la visión de un mar inasible

Isaac Blasco

La plaza de Génova, en San José, es de siempre mi base de operaciones desde la que planifico, como un Patton de marca blanca en chanclas y bermudas, mis incursiones al Cabo de Gata, el lugar más lisérgico del mundo en que, con permiso ... del Levante, los nervios del viajero se atemperan mediante la visión de un mar inasible, del desierto lunar más imponente y de parajes que encajan raro con la vida en la tierra: secos, desolados, implacables. Únicos. En esa plaza, un puesto permanente de libros ejerce de reclamo para los curiosos que vienen de la playa, o se sientan en algunos de los bares como ritual previo a la ducha que precede a salir de cena. En ese puesto encontré un verano un ejemplar de la 'Crónica de la Transición', del periodista Joaquín Bardavío, texto vivido, imprescindible para conocer de forma cabal el periodo en que nos devolvimos la democracia. Le hice una foto al libro y se la envié. Me llamó para decirme que nunca hubiera imaginado que un título suyo pudiera venderse en la modesta caseta de un pueblo de Almería. Le emocionó. Andaba ya mal de salud. Joaquín murió el pasado julio. Tenía 81 años.

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