Anantara villa padierna
El hotel que alberga más de 1.200 obras de arte y parece un palacete italiano situado en la Costa del Sol
escapada de semana santa
El Anantara Villa Padierna se hizo famoso por la visita de Michelle Obama. Se puede dormir en la misma cama que ella, pero el hotel además destaca por su gran oferta gastronómica y su spa
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Los espectaculares arreglos de flores naturales que decoran cada estancia del hotel Anantara Villa Padierna, situado en la Costa del Sol, dan el perfecto contrapunto de color y vida a la colección de más de 1.200 obras de arte que vertebra salones, jardines, pasillos y escaleras de este resort cinco estrellas gran lujo de estilo toscano y espíritu hedonista.
El establecimiento, miembro del exclusivo sello The Leading Hotels of the World, se hizo mundialmente conocido por la sonada visita de Michelle Obama, quien pasó el verano de 2010 aquí, atraída por su estilo y servicios y también por la discreción y la tranquilidad que brinda a sus visitantes, muchos de ellos igualmente ilustres, aunque refugiados en el anonimato que buscan para el descanso.
La residencia que ocupó la entonces primera dama estadounidense junto a su hija Sasha lleva su nombre, 'Villa Obama', y es una de las más solicitadas de las nueve villas privadas con piscina y mayordomo que posee.
El Anantara Villa Padierna cuenta con un total de 125 habitaciones y suites (desde 300 euros la noche), todas ellas decoradas en la misma línea que el resto del hotel, cargado de finos detalles y con esculturas, cerámicas, pinturas y tapices casi a cada paso, nacidas de la vocación coleccionista y artística de sus propietarios, el empresario Ricardo Arranz y la tempranamente desaparecida Alicia Padierna de Villapadierna y Klein, su mujer e hija del conde de Villapadierna y de Alicia Klein.

Este refugio del lujo ubicado a caballo entre Marbella y Benahavís no es un hotel para minimalistas, sino para quienes prefieren rodearse de cosas bonitas y aprecian especialmente contar, durante su estancia, con un servicio amable y atento a sus huéspedes.
Las opciones para disfrutar aquí de la escapada son variadas, pues así como tiene grandes piscinas, tres campos de golf y un 'beach club' en la cercana playa, el hotel gestionado por Anantara desde hace cinco años ha potenciado dos de sus actuales grandes bazas: la gastronomía y el bienestar.

Comer (muy) bien en un hotel
La unión entre grandes chefs y hoteles es cada vez más habitual. En estos lugares, los cocineros más creativos encuentran un socio que busca igualmente la excelencia y al público más sibarita. Conformar toda una oferta gastronómica de calidad, y variada, es un reto aún más grande.
Fue lo que se propuso el director del hotel en esta última fase, Jorge Manzur (ex Puente Romano), un gourmet que ha querido dar marcado cobijo en el Anantara Villa Padierna a los productos de la despensa de la zona y a las recetas tradicionales andaluzas. Es lo que ofrecen La Veranda, el restaurante más emblemático y clásico del hotel, donde el chef Santiago Altuna sirve, por ejemplo, su conocido tartar de atún rojo y las crepes suzette preparadas al momento en mesa con naranjas de la tierra, o el más informal Hole 55, donde se puede desayunar o tomar tentempiés típicos a mediodía.

También hay almuerzos malagueños en La Loggia, con vistas al lago y de la mano de un gran conocedor de esta cocina, Manuel Navarro, aunque aquí las noches se ponen a tono con la decoración del lugar y son de comida italiana. Otro comedor internacional es el libanés Olà Beirut, solo para cenas; el bar inglés Eddy's y muy especialmente el japonés 99 Sushi, una opción de alta cocina asiática que es todo un homenaje. En tanto la cocina saludable, tan demandada, tiene su emplazamiento en La Pérgola, junto a la piscina, o Irene's Health Kitchen, nombre de su joven chef.
El hotel da prioridad a los proveedores locales y alimentos de cercanía para todos estos espacios, e igualmente lo hace en su desayuno bufé -con platos calientes a la carta- y bebidas que ofrece bajo marca propia pero que se elaboran en la zona, como la cerveza artesanal que se hace en una pequeña fábrica de Cancelada. Los huéspedes tienen incluso la posibilidad de apuntarse a clases y demostraciones de cocina en el hotel, entre otras actividades complementarias que ofrece a sus huéspedes (desde artesanía hasta paseos por localidades vecinas o senderismo en la sierra).



El spa
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Otro de los atractivos del Anantara Villa Padierna es su spa. Con luz natural y vistas a los jardines desde su piscina principal, está decorado a la manera de una villa romana, con estatuas, mármoles y fuentes.
Esta área dedicada al bienestar tiene grandes dimensiones: 2.000 metros cuadrados, y cuenta con numerosas salas con saunas y baños turcos con la peculiaridad de que son aromáticos. Así, los hay de rosas, de lavanda o de limón, además de uno de sal -al vapor, añade exfoliación-.
Además hay 13 cabinas de tratamiento, en los que se trabaja con primeras marcas de belleza o se dan masajes tailandeses, y salón de belleza.
Entre las flores y las estatuas grecorromanas, los días pasan más lentos entre las paredes de este alojamiento.
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