LA ESPAÑA MÁGICA
La sierra donde el arcángel San Miguel mató al dragón y liberó a Teodosio
Un recorrido por los misterios y leyendas de la sierra de Aralar, donde está el Santuario San Miguel in Excelsis
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Iniciar sesiónHay en el País Vasco una tradición ancestral que sobrevive en el deporte de arrastrar y levantar piedras. Según una leyenda popular, viene de la antigua raza de los gentiles, gigantes que habitaban en las profundidades de los bosques y de las cuevas ... de la región. Eran semidioses que ayudaron a los humanos a erigir dólmenes y monumentos megalíticos, dado que tenían una fuerza extraordinaria. Eran hoscos, longevos, de costumbres primitivas y una gran inteligencia. Eludían el contacto con los hombres y, en torno a la fecha del nacimiento de Cristo, un buen día desaparecieron de la zona.
Los gentiles tenían su epicentro en la sierra de Aralar en Navarra , donde dice la tradición que se conservan huellas de sus pisadas en las rocas. El hecho es que abundan los restos megalíticos en estas montañas, donde se eleva el santuario de San Miguel in Excelsis , construido por los visigodos en un promontorio desde el que se domina el valle. Cerca de allí, se halla la sima de Albi , donde eran enterrados los pecadores que habían muerto sin arrepentirse. No hay duda de que la ubicación de San Miguel no fue casualmente elegida. Había una tradición mágica y sagrada vinculada a sus antiguos pobladores. Hoy la iglesia románica se ha convertido en un escenario de peregrinación de toda la comarca, que venera en el recinto la reliquia del arcángel, defensor del pueblo de Israel contra El Maligno. Las mujeres que querían tener hijos antaño subían a la montaña y allí tocaban una piedra de propiedades mágicas.
Cuando se levantó la ermita primitiva, los cristianos creían que San Miguel tenía poderes protectores. El templo, erigido por mandato de los reyes navarros, sufrió la devastación de los sarracenos a las órdenes de Abderramán III en el año 923. Más tarde, quedó destruido por un incendio. Y, un par de siglos después, fue reconstruido hasta adoptar su forma actual con un triple ábside y un pórtico cerrado con una bóveda de cañón. La planta tiene tres naves con un retablo en la capilla mayor. El retablo está labrado en cobre por orfebres de Limoges y tiene una serie de esmaltes y piedras semipreciosas al estilo bizantino, considerados como una joya del románico. La pieza fue robada en 1979 por Erik el Belga , aunque fue posteriormente recuperada y restaurada.
El objeto más venerado del templo es la reliquia que representa al arcángel que porta sobre su cabeza una cruz de plata. La cara de San Miguel es una escafandra donde se guardan los restos de una imagen robada por ladrones hace más de tres siglos. No faltan interpretaciones esotéricas que ligan esta reliquia a vecinos de otros mundos, evocados por esa escafandra similar a la de un astronauta.
La leyenda dice que la iniciativa de levantar el santuario proviene de Teodosio de Goñi , que fue engañado por el diablo. Satanás le susurró que su mujer era infiel y que mantenía relaciones con otro caballero. Teodosio entró en el lecho nupcial y vio a una pareja que yacía en la oscuridad. Desenvainó su espada y mató a ambos. Tras abandonar el recinto, se encontró en el camino a su esposa y se dio cuenta de que había sido manipulado. Volvió al escenario del crimen y observó con horror que había asesinado a sus padres.
Como penitencia, decidió dedicar el resto de su vida al culto a Dios y cargó con unas cadenas y una cruz con las que deambulaba por la sierra de Aralar. Un buen día, se encontró con un dragón que quería matarle con su lengua de fuego. En ese momento, se apareció el arcángel San Miguel que acabó con la bestia y liberó de sus grilletes a Teodosio . Las cadenas se conservan todavía en el templo, según indica la tradición.
En el lado derecho del altar, existe un ventanillo que se abre un hueco. Muchos devotos introducen su cabeza por la apertura con la creencia que ello contribuye a aliviar los dolores de cabeza, al igual que se atribuyen poderes taumatúrgicos a las cadenas de Teodosio. Un enclave que merece la pena visitar por su extraordinaria belleza y la pervivencia de un pasado en el que la leyenda parece más verosímil que la historia.
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