La España Mágica | Liérganes
El hombre pez: la historia del carpintero que se ahogó en Liérganes y apareció en Cádiz cinco años después
Un habitante del lugar desapareció en 1674 en el río y fue capturado por unos pescadores en Cádiz cinco años después
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Iniciar sesiónLos griegos tenían más de 30 deidades vinculadas con el agua y los océanos. Los japoneses profesaban un viejo culto por las criaturas acuáticas. Y también en las culturas prehistóricas americanas aparecían los peces como animales dotados de poderes mágicos.
En la Península ... Ibérica no hay más que viajar hasta Liérganes , un pueblo cántabro de 2.500 habitantes , situado en la comarca de Trasmiera, para descubrir ese vínculo arcaico entre hombres y peces . Etimológicamente Liérganes significa lugar junto al río, un topónimo que describe la ubicación de la villa levantada en torno al río Miera.
El visitante puede observar la estatua de bronce de un hombre de mediana edad, sentado en una roca frente al río que discurre en medio de una frondosa vegetación. Con sus brazos apoyados en las piernas, mira el agua en actitud meditabunda. Parece estar viendo una realidad que escapa a la mirada de los demás .
La figura fue esculpida por Javier Anievas Cortines e instalada en el paraje en 2009. No es una abstracción simbólica, sino que representa una persona que desapareció en el río Miera en la víspera del día de San Juan en 1674 cuando había ido a nadar con unos amigos. Se llamaba Francisco de la Vega Casar, conocido como ‘El hombre pez’ de Liérganes. Era carpintero de oficio e hijo de Francisco, casado con María. Tenía otros tres hermanos.
Se fue a nadar y desapareció cinco años
En aquella lejana fecha, Francisco de la Vega, que era un excelente nadador, se lanzó al agua y comenzó a descender río abajo hasta que sus compañeros le perdieron de vista. Al no regresar a casa, buscaron sin éxito su cadáver en las orillas y concluyeron que se había ahogado. Tardaría en reaparecer cinco años en la bahía de Cádiz.
Su historia está reseñada por fray Benito Jerónimo de Feijoo, religioso benedictino de origen gallego, nacido en 1676, políglota y cronista. No hay duda de que Feijoo se basó en fuentes orales contemporáneas para reconstruir la enigmática desaparición del carpintero.
En 1679, unos pescadores faenaban por la bahía de Cádiz cuando vieron a un ser acuático con escamas de apariencia humana . Al intentar aproximarse a él, se refugió en las profundidades. Volvieron en días sucesivos hasta que lograron capturarle mediante una red con el cebo de unas hogazas de pan.
Los pescadores lo describieron como un hombre joven y corpulento, de tez muy blanca y cabello rojizo, sin apenas uñas y con unas escamas que le llegaban desde la garganta hasta la cintura. Parecía más un pez que un ser humano.
Le llevaron al convento de San Francisco donde no pudieron sonsacarle palabra alguna. Le interrogaron en diversos idiomas, pero no respondía ni daba señales de entender . Finalmente, salió de su boca un solo vocablo: «Liérganes».
Solo hablaba para pedir pan, vino y tabaco
Nadie fue capaz de encontrar una explicación coherente hasta que un fraile llamado Domingo de la Cantolla, secretario del Santo Oficio y natural de Liérganes, reveló que había un pueblo cerca de Santander que tenía ese nombre. Las autoridades gaditanas enviaron una carta al alcalde de Liérganes en la que se le preguntaba si había desaparecido alguien del lugar . La contestación fue afirmativa.
Otro fraile franciscano llamado Juan Rosendo acompañó a De la Vega hasta su pueblo natal. Al llegar allí, Rosendo le pidió que echara a andar en solitario. Sin ningún titubeo, se dirigió hacia su casa. Fue reconocido de inmediato por su madre y sus hermanos.
De la Vega permaneció junto a su familia sin trabajar ni mostrar interés por nada. Apenas hablaba. Las únicas palabras que salían de su boca eran pan, vino y tabaco. Comía de forma intermitente. Se negaba a vestirse e iba descalzo. En ocasiones se escapaba desnudo a la calle. Pero era una persona muy dócil, que obedecía a su madre como un perro. Así transcurrieron nueve años hasta que un buen día desapareció. Jamás se tuvieron noticias del hombre pez. Su realidad o leyenda se ha mantenido hasta hoy.
Curiosamente hay un relato muy similar en Palermo (Sicilia), donde había en el siglo XIV un pescador que vivía en el mar y se comportaba como un pez. Desapareció cuando el rey Federico II le lanzó una copa de oro al agua . Jamás volvió a la superficie.
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