La España Mágica | El Colacho
El pueblo en el que un vecino disfrazado de demonio salta sobre recién nacidos
La fiesta de El Colacho, en Castrillo de Murcia (Burgos), se vincula a ritos de fertilidad ancestrales, originarios de la época prerromana
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Iniciar sesiónEs imposible datar el origen de la fiesta de El Colacho , que probablemente tiene una antigüedad que se remonta a la llegada de los visigodos a la Península . Lo que se sabe con certeza porque está acreditado documentalmente es que los ... habitantes de Castrillo de Murcia, un pueblo de Burgos de apenas 200 habitantes, ya lo celebraban en 1621.
Según algunos historiadores, Murcia es una palabra que proviene de Muza, caudillo musulmán de origen yemení que participó en la invasión árabe en el siglo VIII y que pudo llegar con sus tropas hasta el linde de la provincia de Burgos con Cantabria. Al parecer, Muza construyó una fortificación en el sitio para albergar a sus huestes. Pero la realidad histórica y la leyenda se funden en este punto y es imposible distinguir entre una y otra.
El Colacho tiene lugar cada año en el domingo siguiente al Corpus Christi, en junio . El párroco sale en procesión por las calles con el ostensorio que muestra la hostia de Cristo. El cura se detiene frente a los altares de las casas para bendecir el pan y el vino. Cuando acaba la ceremonia a mediodía, El Colacho persigue a los niños con una cola de caballo en la mano, llamada tarañuela. Lleva una botarga de colores, en la que predominan el rojo y el amarillo. Cuelgan de su vestimenta flecos y galones que se agitan al correr. Y cubre su cara con una máscara de color amarillo, denominada birria. Su presencia es anunciada por un atabalero vestido de negro, con capa y sombrero, y el sonido del tambor.
Las casas son engalanadas con mantas y flores. A su paso, El Colacho es increpado desde balcones y portales. La celebración acaba cuando los vecinos ponen a los recién nacidos sobre un colchón. Es costumbre arrojar pétalos de rosa sobre los bebés. El Colacho salta sobre ellos. Antes de proceder, se retira la máscara y muestra su rostro. Su papel siempre es representado por un vecino. Concluido el rito, huye del lugar entre las imprecaciones de los asistentes. Los insultos y las burlas al personaje podrían tener un sentido de exorcismo del mal, por el que descargan sus culpas sobre el diablo y se protegen de su acción maléfica. El rito guarda un paralelismo con el sacramento de la confesión que permite obtener el perdón de los pecados tras verbalizar las malas acciones. La figura de El Colacho funciona como chivo expiatorio de las responsabilidades colectivas.
«Mi abuelo me decía que tuviera mucho cuidado para que no me pegara El Colacho. Nos metían a los niños el miedo en el cuerpo , siguiendo una tradición que viene desde hace muchos siglos. Es una fiesta en la que participa todo el pueblo», señala Juan Carlos Estébanez, cuya familia es originaria de esta localidad, próxima a Sasamón. Estébanez apunta que la costumbre es acudir a una era del pueblo para beber, comer queso, bailar y cantar tras la huida de El Colacho. La presencia del diablo en las festividades religiosas en Castilla es algo habitual. Su significado más obvio es la lucha del bien contra el mal. La celebración de El Colacho supone la repetición de un rito que protege a sus habitantes de las tentaciones de Satanás y purifica a los niños.
El diablo también es habitual en las culturas islámicas y judaicas. Hay estudios que sitúan esta influencia en el zoroastrismo en el que hay una lucha permanente entre el bien y el mal. En el ‘Libro de Job’ se dice que Dios permite a Satanás tentar a los hombres para ponerles a prueba. Diablo significa etimológicamente el que acusa o miente. Otra posible interpretación de El Colacho se vincula a ritos de fertilidad ancestrales, originarios de la población de la Península en la época prerromana, tal vez ligados a la cultura de los celtas.
La fiesta de Castrillo fue declarada de interés nacional y acuden a ella cada año cientos de visitantes, incluidas televisiones extranjeras que graban este ritual de extraordinaria belleza plástica.
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