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Sombras de España en un dolmen que no es una metáfora

En el campo, en los pueblos, se mantiene una dignidad que no es altiva, que no se viste de hidalguía y disimulo, sino de una especie de fatalismo de raíz estoica, que se acepta

corina arranz

ALFONSO ARMADA

Volvemos a la carretera de la víspera, pero dos horas antes. Y dos horas antes cambia por completo la luz, el mundo, y por lo tanto la memoria. Cómo cambia el Guadiana contemplado al amanecer . En dos horas puedes encontrarte con tu destino, ... como si te estuviera acechando en una vuelta del camino. En Torremejía, un silo con forma de huso parece el diábolo de un cíclope emboscado entre las nubes. En la radio, la alcaldesa de Elche repite una y otra vez (por culpa de los boletines horarios) el mismo dislate: «Vuelvo a reincidir». La sombra del coche se proyecta delante de nosotros . Da gusto madrugar para que el tiempo se ponga de tu lado. O al menos se lo haga creer a los voluntariosos y a los pescadores. La circunvalación de Almendralejo parece la de una formidable capital agrícola. Optamos por la EX-105, hacia Aceuchal, Santa Marta y Almendral. En el primero, el sol naciente acentúa la condición pre-cubista de las casas. Huele a ajo, como Seúl . Los viñedos se pierden en lontananza, plantados y escardados con primor. Hay tractores que le hacen la manicura a la tierra. En Santa Marta, café reparador y fábrica de cartones. Inevitablemente, Nogales nos trae recuerdos del Nogales de dos caras, el que saja la frontera entre México y Estados Unidos, un haz de calzadas y un pasadizo que se transita a pie con el pasaporte en la boca en un sentido y en el bolsillo en la otra, mientras una tertuliana le da la réplica a la edil ilicitana con otra perla matutina: «Un país que arde por los cinco costados». ¿Será el de su alma errante? El arroyo Madre de Agua invita a preguntar a las ranas, pero la N-435 no consiente esas derivaciones franciscanas. Nos espera el mayoral de la finca La Lapita y ya estamos llegando tarde. En el horizonte cercano, nubes de incendio. El día se ha ensombrecido de repente. La dirección es Bararrota, en la carretera de Alconchel y Táliga, hacia Valverde de Leganés. Entramos por la portera, que es como llaman aquí a la entrada de los cortijos y las fincas.

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