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POR CARRETERAS SECUNDARIAS

¿Y si los cipreses de Jérica nos estuvieran diciendo lo que hay que hacer?

Era una carretera preciosa entre cultivos y árboles frutales hasta que, de forma inesperada, se convirtió en antesala del espanto y, enseguida, en el reino de la desolación. Todavía huele a quemado

corina arranz

alfonso armada

Madrugamos porque no sabemos exactamente dónde está el bosque mágico que buscamos, los cipreses aparentemente ignífugos de Jérica que resistieron el embate del fuego abrasador, y el balneario de Chulilla, donde tratamos de resarcirnos del cansancio y de algunas desilusiones del viaje, está demasiado lejos. ... Nos dejamos aconsejar por dos nativos de Villar del Arzobispo y nos adentramos en carreteras rurales de Valencia y Castellón, precisamente donde algunos de los fuegos menos piadosos de este verano más se ensañaron. Era una carretera preciosa entre cultivos y árboles frutales hasta que, de forma inesperada, se convirtió en antesala del espanto y, enseguida, en el reino de la desolación. Todavía huele a quemado , como si el incendio hubiera sido apagado hace apenas unos días. Las llamas han barrido todo, desde los pinos que se asomaban confiados a la carretera hasta los que coronaban cerros y lomas. Buscando el misterio de los árboles que resistieron el mar de fuego nos metemos de lleno en los estragos de un incendio . Lo que todavía no sabemos, a esa hora de la mañana en que el sol todavía se muestra remiso y duda qué infiernillos encender, es que se trata del mismo incendio, el que devastó durante cinco días de julio 20.000 hectáreas en la localidad valenciana de Andilla, y términos municipales pertenecientes a Jérica (en Castellón) y Alcublas (en Valencia). El cielo, cubierto, parece compadecerse todavía de los estragos. No se oye ni se ve un pájaro. Nada.

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