Viaje al pueblo más al norte de España

Pero vayamos desde el principio. A solo dos kilómetros de aquel idílico enclave se sitúa Porto de Bares , la última localidad habitable antes de que la tierra de paso a la inmensidad del mar . Una hermosa villa marinera que recibe al visitante con la belleza del paisaje que la madre naturaleza le ha otorgado.

Sus calles empinadas hacen del paseo un «fantástico esfuerzo» que apenas resta un ápice de encanto a la visita. En la parte más baja y al abrigo del puerto en activo más antiguo de Galicia, sobresale una playa de arena blanca y fina que provoca un increíble contraste con el azul verdoso de sus aguas.

A solo dos kilómetros del cabo está Porto de Bares, una hermosa villa marineraCon apenas tres restaurantes y alguna casa rural donde alojarse, la poco explotación turística del lugar resulta esencial para poder disfrutar de la zona portuaria,, repleta de una tranquilidad solo interrumpida por el fuerte oleaje que suele chocar contra las rocas. El dique encargado de proteger el puerto, compuesto por piedras pertenecientes a un muelle de finales de la Edad de Bronce , dota a Porto de Bares de gran interés arqueológico. A pesar de que el origen de este histórico espigón se ha establecido en la época de los fenicios , un reciente estudio coordinado por el grupo Puertos y Costas de la Universidad de La Coruña atribuye su construcción a los romanos .

Gastronomía típica

Además de su belleza paisajística, Porto de Bares mantiene el excelente nivel de oferta gastronómica presente en toda la comunidad autónoma. En los pocos negocios que hay para comer, los turistas podrán disfrutar de platos típicos como la caldeirada , un cocido elaborado con diferentes pescados o mariscos dentro de un caldero. También destacan los deliciosos mejillones al vapor o los berberechos , sin olvidarnos de la clásica empanada gallega, convertida en toda una referencia de identidad en la región.

Ruta en dirección al norte

Al norte del pueblo nace el último tramo de la ruta del cabo de Estaca de Bares. Una vez divisado el faro , conviene aparcar el coche y realizar el camino a pie para poder contemplar las maravillosas vistas que ofrece el lugar. A pesar de no ser muy apto para personas con vértigo, merece la pena hacer el esfuerzo con tal de sentir el embrujo que desprende un entorno totalmente salvaje , donde el mar en continuo movimiento golpea sin cesar los imponentes acantilados que lo rodean.

Además del mencionado faro, cuya majestuosa torre octogonal casi alcanza los 10 metros de altura, la zona cuenta con un complejo patrimonio cultural que abarca desde los restos de una base militar hispano-norteamericana, un parque de energía eólica, cinco molinos abandonados y una de las estaciones ornitológicas más importantes. Y es que su situación estratégica convierte al cabo en el mejor sitio para el avistamiento de cientos de miles de aves que vuelan desde el norte de Europa hacia zonas más cálidas en busca de alimento, y que deben bordear por la costa al encontrarse de frente con la cornisa cantábrica.