Ocho momentazos de «Ocho apellidos vascos»

Ocho momentazos de «Ocho apellidos vascos»

Una de las grandes virtudes de la película es su capacidad para hacer reír. Repasamos alguna de las escenas más divertidas

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Una de las grandes virtudes de la película es su capacidad para hacer reír. Repasamos alguna de las escenas más divertidas

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  1. La escena en el restaurante

    Si queda algún lector que no haya visto la película, debería dejar de leer ahora mismo. Aunque el tráiler de «Ocho apellidos vascos» ya anticipa más de un chiste, en la risa y en el llanto siempre es mejor que al espectador lo pillen por sorpresa.

    Dicho esto, la película de Emilio Martínez Lázaro está tan cosida al tópico que, al estar ambientada en el País Vasco, necesitaba alguna escena gastronómica. La forma de comer de Karra Elejalde asusta aún más al supuesto novio de su hija, Dani Rovira, que intenta seguirle el ritmo como puede. Es además una escena en la que prima la comicidad de la situación sobre el chiste o la línea ingeniosa de diálogo, algo que suele ser el punto débil de mucha comedias. La película entera se sostiene gracias a esa estructura de probada eficacia que consiste en hacer cómplice al espectador de algún engaño en la que uno de los personajes (Elejalde en este caso) es la víctima.

  2. Choque de tópicos

    El vestuario y la peluquería marcan desde el principio las diferencias entre los protagonistas, que se lanzan continuos dardos envenenados. El personaje de Dani Rovira (Rafa/Antxon) es un sevillano pijo de manual, mientras que el de Clara Lago es una vasca arisca y poco cariñosa que tiene pinta de venir «de la vendimia» y con un flequillo que parece «mordido por un burro». O como lo describe Carmen Machi, un «peinado de camionero rumano». «¡Con lo que me gustan a mí los andaluces y la gomina!», lamenta ella en otro momento.

  3. La manifestación

    Con proclamas como «Somos mejores que los españoles«, «Lo sabe hasta mi tía, queremos la amnistía», «Gora Euskadi manque pierda» o «Illa, illa, illa, Euskadi maravilla», Dani Rovira se gana a las masas. «Que estoy muy arriba, que estoy a tope», se justifica ante Elejalde. Antes, debe explicar por qué habla en castellano: «Yo si quieres hablo en euskera, pero ¿a quién le pedimos la independencia? ¿a los vascos? ¡A los españoles! Si se lo decimos en euskera, pues no se enteran»

  4. Amor y sexo

    Acostarse con una vasca sin hacer nada cuenta como tener sexo con tres andaluzas, según el «cambio» calculado por los guionistas de la película, Borja Cobeaga y Diego San José. La trama romántica de la película enriquece el guión y culmina con la clásica escena de novia a la carrera, con vestido y todo.

  5. Karra Elejalde

    El papel más difícil de la cinta es el de Dani Rovira, pero el festival interpretativo que ofrece Karra Elejalde es todo un espectáculo. El actor, del que apenas conocíamos su faceta cómica, se convierte en la versión española del Robert de Niro de «Los padres de ella», en la que el neoyorquino sometía incluso al detector de mentiras a su aspirante a yerno.

  6. Barra libre para los apellidos

    La escena que da título a la película es de las que más risas arrancan entre el público. Antxon conoce a Koldo y presume de vasco desde las primeras frases, cuando cuenta que alterna «las manifas y el frontón». También se le escapa un abrazo demasiado cariñoso, pero la guinda llega cuando trata de improvisar sus ocho apellidos vascos. «muy largos y con muchas kas»: Gabilondo, Urdangarín, Zubizarreta. Arguiñano... Igartiburu, Erentxun, Otegui y.. Clemente. «Clemente no es apellido vasco ni pa Dios», le suelta el padre de la chica. Y cuando se van a cenar, remata: «Este igual, como es Clemente, se pide paella».

  7. Carmen Machi

    La actriz madrileña, Merche en la película, también tiene su momento para el lucimiento, sobre todo cuando entra en el juego de fingir que es la madre de Dani Rovira, quien quiera llamarla Arantxa. «Si voy a ser de aquí prefiero llamarme Anne», le dice. La explosión se produce cuando Elejalde ata cabos y cae en que se llama Anne Igartiburu. «Toda la madre siendo madre e hijo y no nos habíamos dado cuenta», suelta Machi entre risas, antes de terminar la escena con un «Hasta mañana, corazones».

  8. Los amigos sevillanos

    Alfonso Sánchez y Alberto López son los amigos sevillanos de Dani Rovira, otros dos andaluces de pura cepa, que miran a los vascos con miedo y desconfianza. «Esa tía estará buscando piso piloto», le dicen sobre Clara Lago. «Será piso franco», responde Rovira. «No hables de Franco, que se enervan». Luego dudan que el bolso de la chica sea de una mujer, «porque no hay pintalabios, ni rímel ni nada». Ambos lo tienen claro: «Los vascos no pueden vernos a los andaluces ni en pintura. Eso se lo enseñan en primero de sus “escayolas”».

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