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«Un capitán toledano me enseñó lo inmenso del desastre de Annual»

Entrevista con Juan José Fernández Delgado, académico e historiador, autor de «Como un castillo de naipes: el desastre de Annual»

«Un capitán toledano me enseñó lo inmenso del desastre de Annual» l. revenga

m.j.muñoz

Acaba de presentar en Melilla su libro «Como un castillo de naipes: El Desastre de Annual», aquella sangrienta derrota militar española de 1921 ante los rifeños comandados por Abd el-Krim cerca de esta localidad marroquí.

—¿Por qué «un castillo de naipes»?

—Es una metáfora que hace referencia a la ocupación del Ejército español, de forma muy inestable, del territorio del Rif en 1921. Con el primer contratiempo que hubo, se fue derrumbando todo.

—¿Es un relato histórico al uso?

—Tiene como fondo ese grandísimo desastre español, pero hay muchísimo de novela y personajes inventados que pertenecen al proceso creativo.

—Lo que restará dureza al puro relato histórico de Annual.

—Claro. En esta novela he resucitado el mundo cuartelero y hay una expedición a las tres de la madrugada; me meto entre los soldados que están despertando, los mulos que rebuznan, los caballos que relinchan, uno que suelta una interjeción subida de tono, el otro que se cae por el camino...

—¿Qué le atrae especialmente del desastre de Annual?

—A ello me llevó una circunstancia ocurrida en Toledo. Yo estaba escribiendo un libro sobre los personajes que dan nombre a las calles de Toledo y me propuese descubrir por qué habían merecido ese honor. Entonces me encontré con un personaje, el capitán Escribano, nacido en Toledo, aunque su familia procede de La Roda, Albacete. En el desastre de Annual tuvo un papel importantísimo. Estuvo luchando contra los moros hasta el 28 de julio, solo, rodeado de enemigos, se acabaron los víveres, el agua, los alimentos y las municiones.

—¿Existe hoy en día la calle capitán Escribano?

—La calle como tal no existe; sí dos topónimos alrededor de la calle que hacen referencia al apellido: una es Travesía del Escribano y otra es la calle Escribano. En la revista «Toledo», en 1924, hay un gran artículo que da cuenta de cómo las fuerzas vivas de la ciudad fueron a poner el rótulo de la calle dedicada a este militar. La calle salía de Cabrahigos, de la fuente, pero ya no existe el rótulo. En el barrio de Santa Bárbara no hay nada que explique ese topónimo. Sabemos que el capitán Escribano estuvo en tres campañas en Annual, y la última vez, ya casado y con dos hijos, fue por permuta sustituyendo a un tal Fernández de Córdoba. Cuando descubrí su historia pensé escribir una novela sobre el capitán Escribano, pero rápidamente comprendí que, con ser importante su gesta, era solo una gota de agua en el mar que es aquella batalla. Así que él me enseñó lo inmenso del desastre de Annual.

—¿Qué otro personaje destacaría en este acotecimiento histórico?

—Abd el krim, o el general Fernández Silvestre, que carga con todas las culpas, y muchas tiene del desastre de Annual. Pero en la novela he llegado a la conclusión de que los políticos no tienen menos culpa que él en el desastre. El general Fernández Silvestre, cuando le nombran comandante general de Melilla, dice que lo acepta pero con la condición de que delante de él fueran cuatro millones de pesetas para hacer labor de Protectorado: hacer caminos, algún hospital, contar con grano para la época de sequía y abastecer a las kabilas...pero el dinero no llegó.

—Siempre la política...

—Un verdadero guirigay. En el Parlamento estaban los africanistas y los contrarios, los que querían que España se volviera del norte de África; los militares defendían su presencia en África pero con intenciones espúreas, por cuestiones de ascenso.

—Las potencias extranjeras fueron otras piezas clave del ajedrez.

—Y obraron en consecuencia. Francia le entregó a España la parte más inhóspita, escabrosa, el Rif, tierras sin ninguna riqueza, con grandísimos barrancos y montañas que no se pueden cultivar. A España le dieron la espina dorsal del Rif, mientras que Francia se quedó con la parte más rica, llana y cultivable.

—Y a río revuelto, ganancia de Abd el Krim.

—La Restinga, al lado de Melilla, era un foco de comercialización de contrabando de armas. Y también Alhucemas, con lo cual Abd el Krim se armaba hasta los dientes y nadie del Gobierno denunció ese caso ante Europa. Le dejaron armarse con armas francesas y nadie dijo nada.

—Es decir, Annual fue un desastre total, no solo una derrota militar.

—Claro, porque desembocó en el golpe de Estado de Primo de Rivera. Menos mal que hubo moros de parte española, como Abd el Kader, que tiene una calle dedicada en Melilla, y que frenó un poco a Abd el Krim en la misma frontera. Y ese mismo día, el 23 de julio, llegó la Legión, y Abd el Krim no se decidió a rematar a Abd el Kader y entrar en Melilla, aunque ya no había ningún hombre útil para la guerra, solo hombres, mujeres y niños.

—¿Hay alguna historia de amor en su novela?

—Claro que las hay. Y muchas cartas que escriben los soldados a las madres y a las novias. Aparecen cantineras, algunas artistas que iban allí a cantar...y ahí surgen historias, aunque no estaba el horno para bollos. Hay cartas, monólogos interiores, rememoraciones...

El próximo noviembre, el académico Juan José Fernández Delgado presentará su novela «Como un castillo de naipes: el desastre de Annual» en el Ateneo de Madrid, un libro de 500 páginas que le ha supuesto seis años de trabajo entre la investigación y la escritura.

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