Olores del Corpus

Cuando la Custodia de Arfe sale de la Catedral Primada el aire se impregna de incienso que rodea como una blanquecina nube la joya de la religiosidad. Es una fragancia que forma parte del ceremonial y que acompaña la majestuosa Custodia en su devenir por la geografía urbana de la ciudad, quedando el efluvio detenido con posterioridad en el techo de lona que forma en lo alto los toldos protectores. Y cuando la espiritualidad del Sacramento llega a la Plaza de Zocodover desde los balcones descienden pétalos de rosa, que también integran un bálsamo oloroso que no pasa desapercibido para los visitantes que completan el afamado recinto toledano.

Y si se presencia la procesión solemne en primera fila, también en ocasiones llega a las sensibles raíces nerviosas olfativas un vaho que se desprende de capas y trajes ceremoniales, que durante todo un año han sido guardados rodeados de naftalina para proteger las prendas que distinguen hermandades y asociaciones.

Para terminar las diferentes esencias de un Corpus se mezclan con el olor a pólvora que el viento traslada desde la Academia de Infantería, cuando salvas de honor avisan de que la Custodia regresa al templo primado.