Veinte años del sueño del Toledo de subir a Primera
Se cumplen dos décadas de la Promoción ante el Valladolid. Aquel 22 de mayo, la ciudad se ilusionó con el 1-0 en el Salto del Caballo. Siete días después despertaría en el José Zorrilla gracias a Brito Arceo
Propongo un viaje en el tiempo. Nos vamos a 1994. Ya saben, el año del Mundial en Estados Unidos con Maradona, aquel dios vestido de futbolista, caricaturizado al dar positivo por cocaína. El mismo en el que Luis Roldán, el director de la Guardia Civil ... que ha sido pillado meses antes en mil y una corruptelas, se fuga del país para evitar la cárcel. Y en el que Felipe González anda ansioso, perseguido por una sombra de la que no se escapa: los GAL.
Pero en Toledo se respira ilusión. Mucha. Su equipo de fútbol juega por primera vez en la Segunda División y el papel desempeñado es más que digno. Tanto que ya avanzada la primavera, cuando la competición se encamina a su final, los «verdes» están en la parte alta de la clasificación. A Primera suben directos los dos primeros, mientras que el tercero y el cuarto tienen que jugar la Promoción (ahora llamada play-off). El Toledo está en el filo: a falta de una jornada, es cuarto y anda empatado a puntos con el Mallorca, aunque le tiene ganado el «goal average». Por tanto, depende de sí mismo para que la utopía de la promoción sea una realidad. Y no falla: el 15 de mayo, en el Mini Estadi, el Toledo gana 0-1 al Barça B, gol de Pardina.
Ya está. Dos partidos más, 180 minutos, y la Ciudad Imperial será de Primera. En la Promoción le toca el Valladolid, que ha evitado el descenso directo de milagro y busca salvar la temporada. El primer duelo se fija para una semana después: el domingo 22 de mayo, a las ocho de la tarde, en el Salto del Caballo. La expectación es máxima. Las entradas se venden entre 4.000 y 6.000 pesetas (entre 24 y 36 euros de ahora). Se prevé un lleno, claro, y el club espera recaudar 22 millones (unos 132.000 euros).
«Todo un sueño»
La previa de ABC de ese día resalta que jugar la Promoción es «todo un sueño, que nadie se podía creer cuando el Toledo hace apenas tres temporadas militaba en Tercera Divisón». Efectivamente, en septiembre de 1991 había iniciado la temporada en Motilla de Palancar. Aquel año ascendería a Segunda B. Y el siguiente a Segunda. Y en la 1993/1994 está a un paso de Primera. Una cosa de locos.
Por fin arranca el partido. En el Toledo, su entrenador, Gonzalo Hurtado, pone a jugar a Villalvilla en portería; Camarasa, Quique, Toño Castro y Moj en defensa; Parada, Marina, Dani y Moreiras en el medio; con Paniagua y Pardina arriba. En la crónica del día siguiente de Julián Cano se lee como el Toledo «salió atenazado, con muchos nervios y respeto al Valladolid». Los visitantes están mejor plantados y gozan de claras ocasiones, pero el marcador no se mueve en la primera parte. Y al borde del descanso, la perspectiva cambia. Cuaresma, defensor del Pucela, ve la segunda amarilla y deja a su equipo con diez toda la segunda parte.
Al volver de vestuarios, el Valladolid aún tiene una muy clara en un libre indirecto dentro del área que desperdicia Iván Rocha. Sin embargo el partido es otro. «Los de Gonzalo Hurtado dominaban con claridad, la presión en el centro del campo era mayor y Pardina y Moreiras sacaban fruto del descontrol táctico del Valladolid», reza el texto. Y en el minuto 64 llega el gol: «El Toledo botó una falta, Pardina peinó hacia atrás y Paniagua, en el segundo palo, solo tuvo que empujar».
Así acaba la ida, con el 1-0. Los toledanos están contentos a medias: han ganado, sí, pero sienten que el Valladolid se ha escapado vivo, solo tiene que remontar un gol. El partido de vuelta es el próximo domingo: el 29, a las siete de la tarde. Entre semana, el ambiente entre clubes se enreda por las entradas. El presidente del Toledo, Emiliano Carballo, declara en ABC: «Nos ofrecen una tribuna que vale 4.000 pesetas, es una zona buena y una entrada normal, creo que para las personas mayores no es excesivo. Mi lucha es con los chicos de Toledo, que estoy tratando de conseguir de 2.000 pesetas, pero me han dicho que no las mandan, y no creo que sea por el precio, sino porque no quieren que hagan presión cerca del terreno de juego».
Más de 7.000 toledanos
Las peticiones de Carballo no son un farol. El domingo se desplazan a Valladolid más de 50 autobuses, miles de coches, todos los gerifaltes políticos... «la pasión en la ciudad ha desbordado todas las previsiones» y al estadio José Zorilla acceden más de 7.000 toledanos (un diez por ciento de los habitantes de la capital de Castilla-La Mancha) sobre un aforo entonces de 33.000. Hurtado introduce dos variaciones en el once inicial con respecto al partido de ida: entran Abel y Catali por Toño Castro y Marina.
Ojo, entonces las eliminatorias no eran como ahora. Si el Valladolid gana por un gol habrá partido de desempate en un campo neutral (de hecho, en la otra eliminatoria entre Compostela y Rayo habrá tercer choque; subirán los gallegos). Si lo hace por más de uno, seguirá en Primera y el Toledo, en Segunda. Resulta obvio decir que los «verdes» ascienden con el empate y la victoria.
Total, que comienza el encuentro y enseguida, a los tres minutos, marca el Valladolid «en un error infantil de Villalvilla». El portero del Toledo «fue a sacar con la oposición de Alberto, el balón dio al vallisoletano en la espalda y el esférico salió despedido hacia arriba. Cuando caía, Villalvilla no fue capaz de atraparlo y Macón se aprovechó del error». 1-0 y eliminatoria igualada. En el descuento del primer tiempo, llega el segundo de los blanquivioletas: Juli, de cabeza.
Las dos bofetadas y el paso por la caseta hacen despertar al Toledo. Necesita un gol. «Salió decidido a recortar la ventaja del Valladolid. Dominó por completo la segunda parte, el centro del campo comenzó a crear, solo se jugaba en el área o inmediaciones del Valladolid, que renunció al ataque, solo empleó la contra en algunas ocasiones...» y entonces, con el Toledo rondando el gol, llega el show del árbitro. Brito Arceo se llama. Ignora hasta tres penaltis a los «verdes». El primero en el minuto 63 en un derribo de Cuaresma a Moj; los dos siguientes, más claros aún, en el 80: por manos de un jugador vallisoletano a tiro de Moreiras y al impedir a Moj rematar el esférico que había salido rebotado. Para colmo, en la jugada siguiente Amavisca (de Pucela daría el salto al Real Madrid ) hizo el 3-0 y asunto acabado.
«Gana hasta mi padre»
A los toledanos les han despertado a diez minutos de la gloria y no es un buen desvelo. Moreiras, Dani o Gonzalo Hurtado, entre otros, son expulsados de pura rabia. Antes del final, cae el cuarto, también de Amavisca. El Valladolid se queda en Primera; el Toledo, en Segunda. El presidente toledano explota en cuanto le ponen delante un micrófono: «Con este árbitro gana hasta mi padre, que está enfermo. Queda demostrado quién puede influir en las altas esferas». Le siguen el entrenador, «estábamos preparados para perder, pero no de esta manera», y el alcalde, Joaquín Sánchez Garrido: «Me da pena ver cómo un modesto no puede subir. No hay derecho a que te quiten la ilusión de esta manera».
La impotencia, eso sí, no impide que más de 2.000 personas reciban a los futbolistas «verdes» a su llegada, ya de madrugada, a Toledo. «Al margen de dar gritos de ánimo a sus ídolos, corearon con fuerza frases como ‘Brito, c... irás al paredón’ y ‘Manos arriba, esto es un atraco’», se lee en el ABC del martes 31 de mayo de 1994. Ese día, hacia las nueve y media de la noche, una plaza del Ayuntamiento abarrotada agradece a sus jugadores la temporada realizada.
Es el fin de un recuerdo que aún hoy, 20 años después, permanece nítido en la memoria de los que lo vivieron.
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