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La obra del Greco en la fotografía de Casiano Alguacil

Cien años después de su muerte la magia de internet permite recrearse en la herencia gráfica que dejó a Toledo en la web del Archivo Municipal

La obra del Greco en la fotografía de Casiano Alguacil amt

por rafael del cerro malagón

Dentro del homenaje al fotógrafo Casiano Alguacil que se merece en 2014, no puede pasarse por alto el acercamiento que profesionalmente hizo a la obra del Greco a finales del XIX cuando ya se había consagrado como un apreciado fotógrafo, oficio que comenzó en Toledo ... hacia 1865, cuando aún la obra del cretense era poco conocida. Por cierto, en septiembre de aquel mismo año, había fallecido otro pionero de la fotografía toledana, Alfonso Begue, y el pintor Édouard Manet había deambulado por la ciudad buscando las extrañas pinturas que ya habían noticiado paisanos suyos como Gautier, Davillier, Doré o Zacharie Astruc. Escritores, artistas y aventureros sin más recorrían entonces los caminos españoles trufados de pícaros venteros y bandoleros con patillas de hacha y facas en mano. En Burgos, Córdoba o Granada rebuscaban libros de coro y cuadros naturalistas en monasterios desamortizados o en los desvanes palaciegos de los nuevos rentistas. En Toledo, para ver las pinturas del Greco, había que acostumbrase primero a las tinieblas de las capillas y descubrirlas poco a poco bajo el polvo, el hollín seboso de las velas y un cierto desdén de los autóctonos. Quede en el haber la restauración del Entierro del señor de Orgaz, en 1872, encomendada al pintor Matías Moreno, recién asentado en Toledo.

En el último cuarto de siglo XIX ya se había consagrado la labor fotográfica de Casiano Alguacil como notario del patrimonio toledano ante instancias estatales y la naciente prensa gráfica, además de comercializar las reproducciones del Greco dirigidas a un selecto turismo y a los investigadores que escrutaban los rostros de santos atribulados, ángeles flotantes y nobles de golilla que miraban desde el siglo XVI. En 1907, editó un Catálogo y detalles de fotografías de monumentos artísticos que vendía en el nº 6 de la calle del Comercio, presentando 542 fotografías de Toledo, Salamanca, Burgos, Ávila, Segovia, Zamora, León, Sigüenza, Madrid, Sevilla y Córdoba. Añadía un aviso en francés para informar que disponía de una guía-intérprete para acompañar «specialment les dames», tarea que realizaba su cuñada, Salud Hernández, casi treinta años más joven, hija del afamado librero José Hernández. Casiano Alguacil perdió a Elisa, su mujer, en 1911 y a su cuñada, su último familiar, en 1912.

En el citado Catálogo, aparecen 44 lotes de 18 x 44 cm, dedicados a «Fotografías de los cuadros del Greco», encabezados por el universal Entierro y seguidos de obras que entonces se ubicaban en la Catedral, Santo Domingo el Antiguo, las iglesias de San Vicente, San Nicolás, la Magdalena, el Hospital de Tavera y el Museo provincial entre otros lugares. Los precios de las fotos eran «francos de porte», informando a la clientela que también contaba con «tarjetas postales al platino, 3’50 pesetas docena».

Hoy, gracias a la tarea de Mariano García Ruipérez, director del Archivo Municipal de Toledo, es posible repasar en la web del Ayuntamiento (http://www.ayto-toledo.org/archivo/archivo.asp) algunas de las imágenes de aquel catálogo junto a otras no reseñadas, reuniéndose 63 fotografías realizadas por Alguacil (59 en cristal y 4 en papel) con pinturas y retablos del Greco. En este punto conviene señalar que en 2014, muy analizado ya su legado por los especialistas, varias obras que se asignaban en el XIX al maestro Doménico, ha sido descartada su autoría, hecho que, sin embargo, no empaña la tarea que hizo Alguacil en su día. Varias fotos tienen una calidad aceptable si se piensa en los medios que disponía, mientras que en otras los reflejos o encuadres oblicuos impiden ver los lienzos claramente. Resulta curioso, y hasta emotivo, ver por ejemplo, en la Despedida de Cristo a la Virgen -obra hoy depositada en el Museo de Santa Cruz , cuya autoría se asigna a un seguidor del Greco-, la precaria manera que tuvo para nivelar el cuadro ante la cámara, recurriendo a una gran llave sobre un tosco soporte. La misma foto aporta un dato documental y es que Alguacil retrató el cuadro en su lugar de origen: la iglesia de San Vicente; apreciándose, por cierto, detrás, la cajonera habitual de las sacristías. La obra pasó a los fondos de Santa Cruz en 1961.

Parecidos motivos se aprecian en otras fotos «grequianas» del Archivo Municipal. Por ejemplo, se puede «recomponer» la colocación de los cuadros atribuidos al Greco en la propia iglesia de San Vicente: La Inmaculada Concepción contemplada por San Juan Bautista (fotografiada en un desconchado patinillo) y la Asunción en su propio altar. De la misma iglesia son las fotos de dos lienzos, San Pedro y San Ildefonso, colocados en un retablo que describe perfectamente en 1891 el Vizconde de Palazuelos en su célebre Guía, si bien dichas obras son de taller, pues las originales quedaron en manos de Jorge Manuel, llegando años después, por medio de Velázquez, a El Escorial. Otras fotos de Alguacil testimonian aún las pinturas originales del Greco según se colocaron en 1599 en la capilla de San José, las dedicadas a San Martín y el mendigo y La Virgen con el Niño y las santas Martina e Inés, pues, a principios del XX, fueron sustituidas por copias tras su venta al extranjero. Igualmente tiene valor documental la foto de San Juan Bautista instalado en un altar lateral del Hospital de Tavera y un San Bernardino, tal vez, en espera de ser encajado en su propio retablo como hoy se exhibe en el Museo del Greco. También se conservan un par de fotos con sendas etiquetas que reseñan la «Propiedad de D. A. de Beruete» -pintor y coleccionista de arte (1845-1912)- adheridas al célebre y supuesto Autorretrato y a la placa que recoge la Expulsión de los mercaderes del templo.

Ahora, a golpe de índice sobre el ratón del ordenador, es posible recorrer este singular «espacio-Greco» que creó Casiano Alguacil a través de las fotos que legó a la ciudad en 1908. Cien años después de su muerte la magia de internet permite recrearse en la herencia gráfica que dejó a Toledo , descubrir detalles escondidos y compartir las imágenes con millones de usuarios en cualquier lugar del mundo. En el fondo, podemos decir que la «red» ha dado continuidad al deseo primigenio de Alguacil cuando inició su particular museo fotográfico en 1866 para difundir el patrimonio de la ciudad desde el número 5 de la calle de la Plata, enviando por correo -por 4 reales, si el interesado residía fuera de Toledo- a los suscriptores láminas enmarcadas en «elegante cartón bristol litografiado» y todo ello mientras cargaba de tabaco su inseparable pipa y sin necesidad del imprescindible «WhastApp» de ahora.

La obra del Greco en la fotografía de Casiano Alguacil

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