artes&letras castilla-la mancha
La poesía de Ángel Guinda ofrecida a los jóvenes
El poeta leyó sus poemas en el I.E.S. María Zambrano de Alcázar de San Juan
por amador palacios
14 de febrero, día de San Valentín. Alumnos del último curso de bachillerato del Instituto María Zambrano de Alcázar de San Juan, expectantes ante la inminente llegada al aula del poeta Ángel Guinda. El grupo, formado por unos setenta escolares, ha trabajado en jornadas anteriores ... sobre su poética, dirigidos por su activa profesora Cristina Muela, Jefa del Departamento de Lengua y Literatura del dinámico centro de educación manchego. Cristina ha puesto al tanto a sus alumnos de la importancia de este poeta en el complejo panorama de la poesía española actual, detallándoles sus jalones biobibliográficos. Ángel Guinda lleva desde hace mucho residiendo en Madrid aunque nació (1948) en Zaragoza; es maño pues (el vocablo latino «magnus» es el irónico origen etimológico de este gentilicio; por lo tanto, este excelente y afable poeta, de grandísimo corazón y nobles miras, luce talla pequeña). Fue galardonado en 2010 con el Premio de las Letras Aragonesas que le concedió el gobierno de Aragón reconociendo su aquilatada producción literaria. Poeta sobre todo (una veintena de sus libros recogen sus poemas), pero también ensayista, antólogo y traductor del italiano, el portugués y el catalán; fundador además de señeras revistas de poesía, notorias para entender la paulatina evolución del género. En los años 80, la cantante Rosa León interpretaba dos de sus poemas en un par de canciones divulgadísimas en su momento.
En sucesivas y fecundas clases, plenas de un entusiasmo compartido entre aprendices y enseñante, ya se habían cuidadosamente analizado sus potentes poemas, arraigados y a la vez desarraigados. La profesora ordena que, para este encuentro, el aula esté desprovista de mobiliario, sugiriendo a los chicos que porten cojines para escuchar al laureado vate sentados en el suelo. Si un profesor prepara cabalmente a su alumnado, los estudiantes siempre reciben al autor convocado como si fuera un ídolo. Se hacen fotos con él y le entrevistan; el personaje responde amable a las preguntas afirmando que hay que «Escribir como se vive» (título de un volumen suyo de fragmentos autobiográficos), pues la poesía ha de ser útil y moralmente, y también estéticamente, ha de servir para afianzar una digna existencia y porque, siguiendo a Machado, la poesía tiene que nacer de la contemplación del mundo y la naturaleza con el fin de aprender y hacer que los versos mejores sean esos que, el creador imbuido de sentimiento y de piedad, quizá nunca se escriban.
Ángel Guinda fue, hasta su jubilación, profesor de enseñanza secundaria, y se mueve ante el tierno auditorio como pez en el agua. Sabe usar, en primer lugar, de esa «captatio benevolentiae» retórica que de inmediato hace extraer, de este público menudo y bello, por un lado atención y por otro sonrisas, que el poeta agradece dotando a la textura de sus versos de un algo muy especial y altamente emotivo. Como es el día de San Valentín, Guinda carga las tintas sobre el amor, y muchos de sus cantos discurren en este ámbito: «Lo imposible posible eres tú. / La quietud que me exalta eres tú. / El aire que me envuelve eres tú. / La furia que me aplaca eres tú. / La órbita en que giro eres tú…» Pero también deja fijar la tenaz idea de que el amor está siempre ligado a la muerte, como señala la insistente estrofa inaugural del poema «El abrazo»: «Ya no puedes morir: / he entrado en tu mundo / como el alcohol en la sangre, / las cosas en un idioma, / la palabra mañana en un grifo de dolor, / la lluvia en el balcón de la mirada, / en los ascensores del cielo; / como un disparo en la muerte». La exhibición en su poesía de temas tan recurrentes como la muerte, el paso del tiempo, la soledad y la solidaridad con el doliente, resumen felizmente su poética a partir de la hermosa monodia consagrada a la vida: necesaria asunción repartida en la pasión intransferible del individuo proyectada como un sentir ofrendado al dios Pan. Ángel Guinda está marcado por la circunstancia de que su madre falleció al parirlo a él; y esta labor, ingrata o sabia, quién lo sabe, de la muerte mutando en vida es constante vivísima en su literatura.
Transcurrida una hora en la que la tensión y el muelle arrobo desbordaba en la audiencia, hubo un breve descanso durante el cual el poeta desapareció para fumar a muchos metros de la valla del instituto, como él sabe que indica el reglamento. Reanudado el encuentro, Guinda quiso por un momento retomar su antigua y larga actividad docente recordándole a la muchachada, tan risueñamente absorta, que lo primero que él hacía al comenzar el curso era escribir en la pizarra esta frase: «La palabra es un ser vivo», rebatiendo las disensiones con plausibles explicaciones, acudiendo a sencillas fórmulas del tipo: La palabra es un ser que nace, crece, se reproduce y muere, pudiendo matar o dar vida, como cualquier otro organismo; de forma que para él lo que surge tras el tiempo de cocción de la masa en el horno no es la sustancia pan, sino precisamente la palabra «pan», y que la palabra «sí» es sinónimo de vitalidad y la palabra «no» de muerte amenazante. Al término del acto se visionaron unos vídeos inspirados en poemas de Ángel realizados por los alumnos, causándole sincera sorpresa al poeta contemplar el que versaba, muy atractivo, sobre su poema «Cajas», resonando en la pantalla una espléndida recitación entonada por la alumna Beatriz Isla.
La poesía de Ángel Guinda tiene una ventaja que en pocos poetas se da. Él escribe poemas de manera constante. Escribe sin fatiga, en todo momento. A los poetas que escriben y publican mucho, como es su caso, se les suele tildar de irregulares. Sin embargo, toda la profusa obra de Ángel Guinda es buena. Su abundante escritura no desmerece ¡para nada! su demostrada calidad. ¿Por qué? Porque el jovial y tan simpático amigo Guinda, avalado por su sabiduría lingüística y un grande don innato, escribe simplemente como respira. Y la respiración, necesaria e irreprochable para vivir, nunca es mala, sino que es necesaria en su perpetuo ritmo acompasado. De ahí el gran lema de Ángel Guinda: «Escribir como se vive». Escribir como, lleno de salud, uno respira.
CAJAS
Lo diría una indígena y tendría razón.
«Ustedes tienen la vida organizada en cajas.
Nacen y les depositan en una cajita,
su casa es una caja, y las habitaciones
son cajas más pequeñas.
Suben a la casa en una caja,
bajan a la calle en una caja.
Viajan en una caja.
Duermen y hacen el amor sobre una caja.
A través de una caja ven el mundo.
Cambian de casa: lo meten todo en cajas.
Los Bancos y las Cajas hacen caja.
Y cuando mueren
les introducen también en una caja».
Todo está hecho para que encajemos.
Nos encajan la vida.
Algunos no encajamos, y nos desencajamos.
ÁNGEL GUINDA
La poesía de Ángel Guinda ofrecida a los jóvenes
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete