Nuestro poeta en Nueva York (20): Ojos de agua y cristal

Santo Tomé es como un río . Llega caudaloso desde Zocodover, baja por la Trinidad y se remansa en la Plaza del Salvador, lamiendo las puertas de la iglesia donde vivió Lázaro de Tormes . Toma fuerza y se encajona calle adelante aprisionado ... por las dos orillas: a la derecha, la farmacia, a la izquierda, la confitería y a ambos lados, tiendas de artesanía. Mira de reojo a la calle de la Campana y levanta sus ojos de agua y cristal para medirse con la torre de la Iglesia y haciéndose afluente se escapa Travesía del Conde abajo queriendo entrar a ver El entierro . Al pasar por Bodegones recibe el agua clara de Valdecaleros y camina topándose con el callejón ciego de la Soledad. Acaricia los portones del convento de San Antonio y desenredándose de algas judías, hierbas moras y peces cristianos se desliza libre y juguetón, con ojivas góticas y claustros de sombras, por la calle del Ángel hasta desembocar, que es el morir, en el Tajo.