La disputada bolsa de Google

Google factura 23.650 millones de dólares al año y controla la mitad del negocio de la publicidad en internet. ¿Gana demasiado sin crear contenidos? Telefónicas y editoriales, entre otros, quieren parte del pastel

La disputada bolsa de Google

En la cabeza de los detectives de la novela negra siempre aletea un consejo: sigue la pista del dinero. En este caso, mucho dinero: el de las operadoras de telefonía, el de Google, las inversiones en la red, la publicidad… El pasado fin de semana, ... cuando César Alierta, presidente de Telefónica, dijo que «los buscadores tienen que pagar parte del coste de la infraestructura» apuntó a un debate crucial: ¿Quién paga qué en internet, cómo recuperan su inversión los generadores de contenidos y, sobre todo, qué significa eso para el usuario?

Los analistas se preguntan si la sugerencia de Alierta fue un desliz o una hoja de ruta elaborada y precisa. Para algunos, detrás de esa afirmación hay al menos dos hechos relevantes. El primero: la Comisión Europea ha pedido a los estados miembros que inviertan 300.000 millones de euros en desarrollar la banda ancha. Segundo: Google cada vez da muestras más evidentes de que no se conforma con el negocio de internet y apunta hacia los móviles e incluso hacia una red propia de comunicaciones, se supone que gratuita y financiada con publicidad, sello de identidad de la casa. Es decir, cada vez husmea más de cerca el territorio de las operadoras.

El tercer elemento que compone el paisaje son las cuentas de resultados de Google, la compañía fundada en 1998 por Larry Page y Sergey Brin, que en el Reino Unido, un mercado consolidado que puede servir de referencia, controla la mitad del negocio de publicidad en internet (ver gráfico). Quizá no exista un fenómeno «monopolístico» comparable, de forma que muchos piensan en cómo hincarle el diente al pastel. En España, el 53,18 por ciento del total de la inversión (datos de 2008 de IAB Spain) se destina a enlaces patrocinados en buscadores, lo que arroja luz sobre las bambalinas del negocio.

¿Google gana demasiado? Javier Cremades, abogado, presidente de Observatorio del Notariado para la Sociedad de la Información, habla de «un claro caso de aprovechamiento del esfuerzo ajeno» (ABC, 14 de julio de 2008). En el otro extremo, Julio Alonso, fundador y director general de Weblogs SL, responde en su blog con un ejemplo: «En multitud de charlas con periodistas a cuento de la Ley Sinde, he vuelto a oír a menudo este argumento: nosotros hacemos un producto con mucho esfuerzo y costes, Google lo coge, lo transforma y gana dinero con ello. Y a nosotros no nos da dinero, sólo tráfico. Yo les contesto: estos días llevo invertidos algunos cientos de horas en hablar con periodistas sobre el tema de la Ley Sinde. En esas conversaciones empleo un tiempo muy valioso que podría estar dedicando a Weblogs SL. Con lo que yo les cuento, ellos lo elaboran y crean un producto periodístico que publican y ganan dinero con ello. Y a mí no me dan dinero, sólo visibilidad».

¿Cómo cobrar el contenido?

La cartera de Google está llena, y casi cada semana hay alguien que busca cómo aliviarle el peso. En los medios de comunicación, Rupert Murdoch ha mencionado la posibilidad de retirar sus periódicos del buscador. «Preferiríamos tener menos personas visitando nuestros sitios, pero pagando». En el sector de los libros, Google se ha comprometido con las editoriales estadounidenses a abonar a los titulares de derechos el 63 por ciento de todas las ganancias que reciba de los usos comerciales que haga de los libros. Y otro ejemplo, el de Twitter, la red social de mensajes breves. Bing y Google indexan y muestran los «tweets» publicados. A cambio de ese contenido, Microsoft pagó 10 millones de dólares y Google 15.

Para los usuarios, el debate plantea un interrogante: ¿es el final de la neutralidad de internet? La Comisión Europea, dentro del Paquete Telecom, defendió a final de 2009 «el carácter abierto y neutro de la red». Para Enrique Dans, profesor del IE Business School, «los ciudadanos tienen derecho a que el tráfico de datos recibido o generado no sea manipulado, tergiversado, impedido, desviado, priorizado o retrasado en función del contenido, del protocolo o aplicación utilizado, del origen o destino de la comunicación ni de cualquier otra consideración ajena a la de su propia voluntad».

Antes de internet, en los primeros años 90, «ya hubo un modelo de pago de contenidos y acceso a redes digitales», recuerda Ramón Salaverría, profesor de Tecnología de la Información en la Universidad de Navarra. Empresas como America Online (hoy AOL) o Compuserve funcionaban de una forma parecida a las actuales plataformas de televisión de pago. Ofrecían un servicio y tenían unos abonados que accedían a unas páginas y no a otras. «Luego, con el desarrollo de la publicidad —añade Salaverría—, los proveedores de contenidos apostaron por el internet que conocemos, a la espera de mayores ingresos que los obtenidos con las suscripciones».

¿En qué terminará la batalla? ¿Se limitará de alguna manera el tráfico en la autopista de internet? Se teme una discriminación positiva: reducir la velocidad de los que no paguen, lo que implicaría un internet premium (el símil con la televisión de pago). ¿Tendrá Google que repartir beneficios? Será una batalla larga y tortuosa, porque el carácter global de internet hace complejo el control por parte de empresas nacionales.

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