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Un año de Cambridge Analytica: el día que a Facebook se le cayó la careta

La multinacional estadounidense, cuyo futuro apunta hacia una mayor integración con todos sus servicios (WhatsApp o Instagram), apenas ha recobrado la confianza pero, sin embargo, ha seguido aumentando seguidores pese a vivir su mayor crisis hasta la fecha

Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, durante una comparencia en el Senado de EE.UU. REUTERS

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Hasta marzo de 2018, Facebook era una red social. La mayor. La más importante. Por la que todas las empresas , medios incluídos, suspiraban. Entre sus funciones se tejía el éxito. Había cambiado el acceso a la información. Había acortado, casi literalmente, el planeta. Como empresa, había sufrido algún alboroto que otro, pero en el momento en el que saltó el escándalo de Cambridge Analytica , se le cayó la careta. Perdió su inocencia . También la confianza.

El corral ya venía, sin embargo, ajetreado. Pero no fue hasta entonces cuando se convirtió en un gallinero en donde el gallo era un cuestionado Mark Zuckerberg y los huevos las «fake news» o «noticias falsas». La multinacional estadounidense se vio involucrada en una crisis reputacional de dimensión global después de que un exempleado abriera las puertas del chiringuito. Se practicaron acciones diseñadas para influir en las elecciones de países como Estados Unidos, el espejo donde mirar a los países occidentales.

Desde entonces, la tormenta apareció, y conforme pasaban las semanas un nuevo escándalo surgía. No fue, sin embargo, hasta un 2 de mayo, una fecha marcada a fuego en España, cuando esta desconocida consultora anunciara su cierre. Se habían filtrado más de 87 millones de perfiles ( 136.985 personas en España ) con sus respectivos datos personales. La consultora a adquirió esa base de datos personales a través de un cuestionario en Facebook desarrollado por un investigador independiente, Alexander Kogan . Se había perturbado el sistema. La corrupción había llegado al universo virtual. Y, con ello, se perdió la fe.

Facebook, propietaria de otros servicios populares como Instagram o WhatsApp, tuvo que salir a la palestra a defenderse públicamente. Zuckerberg, que tuvo que asistir, incrédulo y con rostro desencajado , a interrogatorios en el Congreso y Senado de Estados Unidos o el Parlamento Europeo seleccionó a varios emisarios para que defendieran a la empresa en numerosas investigaciones. Algunas de las cuales le tocaron el bolsillo mientras que se enfrenta a jugosas multas por parte de varios organismos.

El propio Christopher Wylie , exdirector de Cambridge Analytica, fue quien soltó lastre. Fue la garganta profunda que filtró el problema a «The Guardian», «The Observer» y «The New York Times». Meses después, durante su intervención en el congreso Web Summit de Lisboa (Portugal) , aseguró que Facebook «sabía lo que estaba pasando y no hizo nada». Zuckerberg y sus acólitos se lavaron las manos.

La crisis cambió el mundo, pero no a Facebook

Estuvieron mirando hacia otro lado durante demasiado tiempo mientras veían crecer sus cuentas bancarias. Nada importaba, todo valía para hacer seguir creciendo su negocio basado principalmente en el comercio de datos personales y la publicidad online. «Más que por quitarle la careta, Cambridge Analytica fue la ocasión en la que no pudo dejar de mirar hacia otro lado . Dentro de Facebook, cuando estalló el escándalo, había dos bandos; los que lo sabían y querían contarlo y los que hicieron todo lo posible para no enterarse del todo lo que estaba pasando. ¿Por qué? Tenían muchas razones para mirar hacia otro lado porque los anuncios era publicidad pagada. Fue quitarles la excusa de que no lo sabían», recuerda para este diario Borja Adsuara , jurista experto en derecho digital. Se refiere a la repentina salida de Alex Stamos , quien hasta entonces desempeñaba el cargo de jefe de seguridad de Facebook. La facción que abogaba por enterrar los problemas venció, reforzando así el poder a Sheryl Sandberg , números dos de Zuckerberg.

De hecho, al alma mater de la empresa también le ha pasado factura esta crisis de manera personal. Está cada vez más solo en Menlo Park, donde se encuentra su sede. Su propia junta directiva intentó apartarle. En este año han salido escopetados importantes directivos, como los fundadores de Instagram ( Kevin Systrom y Mike Kriege r), el de WhatsApp ( Jan Koum ), el de Oculus ( Brendan Iribe ) y, recientemente, su amigo íntimo, Chris Cox , que había sonado en las quinielas como futuro recambio de Zuckerberg.

Las primeras medidas acometidas por la compañía fueron, en primer lugar, cerrar el grifo a otras aplicaciones de análisis de datos . «Pasó algo desapercibido, pero lo primero fue eliminar más de un centenar aplicaciones que hacían lo mismo que Cambridge Analytica. Como todos los focos estaban puestos sobre ellos, aprendieron la lección», añade Adsuara.

Otra de las ideas de la empresa fue reducir la relevancia de las publicaciones de empresas y medios en favor de las personales con la justificación de que los usuarios quieren interaccionar con sus amigos. F ue, sin embargo, una idea «vendida» para contentar al graderío, pero que derivó en una fuerte oposición de las empresas editoras al ver caer sus audiencias rápidamente. «Nosotros los ciudadanos no hemos aprendido, las empresas sí; que tienen que hacerlo mejor para que no les pillen. Nadie ha dejado de utilizar Facebook, al contrario, ha seguido creciendo, no veo que nadie utilice sus derechos para oponerse a que sean cedidos. Está todo igual», reconoce, de manera tajante, Samuel Parra , jurista digital.

La gran bola de fuego de Facebook fue quemarse en una profunda y duradera crisis reputacional, de la que todavía sigue dando coletazos. «Lo de Cambridge Analytica funcionó porque no lo sabíamos. Cuando ya lo hemos sabido, es difícil que tenga el mismo impacto porque ya no nos creemos (los usuarios) nada. La eficacia de las “fake news” ha bajado mucho. Si tenemos que encontrar una lección positiva es que perdimos la inocencia de las redes sociales y empezamos a desarrollar un espíritu crítico», sostiene Adsuara.

En materia de seguridad, Facebook en este tiempo ha prometido mayor transparencia en sus políticas de privacidad y ha intentado ser un servicio más robusto, aunque es una tarea complicada. «[La compañía] hará todo lo que esté en su mano para proteger los datos, pero hay más gente buscando vulnerabilidades a la plataformas que muchas veces encuentran y no las reportan para utilizarlas para beneficio propio», considera por su parte Lorenzo Martínez , experto en seguridad informática de Securizame.

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