El secreto del éxito del iPad

Antes del primer iPod, por ejemplo, la industria musical se desangraba por el desagüe de la piratería y las redes de intercambio en internet. Algo que aún sucede, pero con la diferencia de que ahora los usuarios pueden optar por un sistema legal y de calidad para descargar sus canciones favoritas. Y resulta que -¿milagro?- los que lo eligen son multitud. Apple, una empresa que poco o nada tenía que ver con la industria del disco, se ha convertido en el primer vendedor de música del mundo, por delante de las propias compañías discográficas.

El segundo impacto llegó de la mano del iPhone. Era, y es, en tres versiones mejoradas (este verano llegará la cuarta), el primer y único móvil jamás fabricado por una compañía que nunca antes se había dedicado a eso. Algo que, otra vez, no fue un obstáculo para que su nuevo juguete redefiniera el concepto mismo de telefonía móvil.

Y llegamos al presente, al momento en que la firma de Cupertino se dispone a acometer su tercera embestida. Esta vez, lanzando al mundo una nueva categoría de dispositivos capaz de permitir que el usuario se conecte, descargue y disfrute de una inmensa variedad de contenidos. Por supuesto de toda la música y las aplicaciones que ya existían en iTunes y la App Store. Pero también, y aquí está lo realmente nuevo, de películas, programas de televisión, periódicos, libros...

El nuevo invento de Apple no es un teléfono móvil, aunque se parece al iPhone. Tampoco es un ordenador, aunque es similar a los tablet PC. A partir de ahora los usuarios podrán suscribirse a sus periódicos y revistas favoritas, comprar y leer libros, acceder a una enorme cantidad de recursos educativos y de ocio... Nunca la tecnología había estado tan cercana a las necesidades reales de las personas ni había sido tan sencilla.

A pesar de que el iPad se vende aún sólo en Estados Unidos, y desde hace apenas unas semanas, el número de unidades ya alcanza el medio millón, las aplicaciones y los libros se descargan por millones. El mercado, escarmentado y buen conocedor del peligro que supone la entrada de Apple en un negocio aparentemente ajeno a su actividad, ha intentado, esta vez, anticiparse a la jugada y evitar otro descalabro. Puede haber tabletas mejores, pero ninguna de ellas ofrecerá la libertad de elección ni la cantidad de contenidos disponibles.