Las protestas se extienden por distintas facultades de la Complutense
Los universitarios españoles están en pie de guerra contra el proyecto del Gobierno de implantar en España el llamado «Plan Bolonia». El pasado día 13 con la convocatoria de una jornada de huelga ya mostraron su descontento, pero la escalada de protestas continúa y amenaza ... con convertirse en un verdadero problema para el Gobierno de Zapatero, un Gobierno que hasta el momento venía contando con la simpatía del colectivo estudiantil.
Siguiendo la estela de los estudiantes catalanes, que llevan ya varios días encerrados en el edificio del rectorado de la Universidad de Barcelona, los madrileños han decidido optar por la misma medida de presión y el hall de algunas facultades empieza a tomar el aspecto de un camping improvisado, con tiendas de campaña y sacos de dormir desperdigados por el suelo. Al contrario que en la ciudad condal, en Madrid, de momento todo transcurre con normalidad y no se han producido incidentes.
Ya el año pasado, los alumnos de la facultad de Filosofía de la Universidad Complutense se instalaron en su entrada para reclamar la paralización del Plan Bolonia y esa protesta motivó un debate público con el rector, pero ahora, a medida que se acerca 2010, fecha en la que está prevista la entrada en vigor del plan, las movilizaciones suben de tono y se extienden por todo el país.
En facultades como la de Ciencias de Información de la Complutense, los jóvenes encerrados son cada vez más y en otras, como en Medicina, han optado por imitarles. Rafael Meléndez, portavoz de la Asamblea General de Estudiantes contra Bolonia, explica el porqué del frontal rechazo estudiantil a Bolonia: «El plan supone cambiar el modelo de Universidad que conocemos por otro en el que en lugar del conocimiento prima la rentabilidad empresarial».
Aunque considera esto grave, Meléndez cree que lo peor es que «todo esto se ha hecho sin realizar el debate necesario, ya no entre la comunidad educativa, sino en el seno de la sociedad en su conjunto, que es, a la postre, la que se va a ver afectada». Este estudiante sevillano enumera también algunas de las consecuencias, perniciosas a su juicio, que va a tener la implantación del plan: «Va a suponer entregar la Universidad a las empresas y una elitización de las facultades. Además, las carreras que no sean rentables desde un punto de vista empresarial, desaparecerán».
Divorcio del Gobierno
Meléndez atiende estos días la mesa informativa que los encerrados han dispuesto a la entrada de la facultad de las Ciencias de la Información. Por ella pasan a diario decenas de estudiantes preocupados por cómo pueda afectarles «lo de Bolonia». Los hay que se muestarn receptivos con los motivos de los que se han arrancado a protestar. Pero también los hay más escépticos. Como un joven de aspecto oriental pero perfecta dicción castellana que pregunta «Oye, y aquí encerrados, ¿cómo os laváis?». La respuesta de que está permitido ir a casa a lavarse dibuja una mueca de decpción en este joven: «Ah, bueno, entonces no estáis encerrados de verdad», afirma.
Sea como sea, los promotores de las protestas aseguran que no desistirán hasta conseguir sus objetivos y señalan directamente al Ejecutivo de Zapatero como responsable. «Es el Gobierno el que puede parar esto. Se nos está vendiendo el proyecto con el atractivo envoltorio del Espacio Europeo de Educación Superior, pero lo que hay dentro es la privatización de la Universidad». Explica Meléndez, y recalca: «Un Gobierno como el de Sarkozy en Francia descartó la aplicación de algunos puntos del plan y en Grecia lo descartaron totalmente».
Del discurso de este portavoz estudiantil se desprende el divorcio inminente entre el Gobierno y los estudiantes. Junto a las pancartas contra Bolonia bajo las que se explica, aún luce alguna de los tiempos del «No a la guerra», consigna estudiantil que un Zapatero en la oposición no dudaba en suscribir. Ahora las cosas han cambiado. Según aseguran los estudiantes, o cae Bolonia, o el tiempo de las desavenencias no habrá hecho más que comenzar.
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