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«Soy tozuda con las historias que quiero»

Leila Guerriero, la periodista argentina ganadora del premio Nuevo Periodismo CEMEX + FNPI 2010, desmitifica su imagen de agresiva y muestra cómo llegó a dominar el oficio

mirelis morales tovar

Una autodidacta absoluta. Una periodista salvaje. La descripción que hiciera de ella misma Leila Guerreiro en una conferencia organizada por la revista «Malpensante» en diciembre de 2005 contrasta con su actitud reservada, su apariencia menuda y su timidez al comenzar una conversación en público frente a los alumnos del Máster de Periodismo de ABC .

«No soy agresiva», aclara. «Pero sí muy segura. Lo cual no significa que carezca de humildad. No escribo desde la convicción de que tengo la única verdad. Me confieso testaruda. Soy tozuda con las historias que quiero. Por eso llamo mil veces hasta convencerlos».

La precisión de sus historias y la profundidad de sus perfiles así lo confirman. Sus textos -publicados en revistas extranjeras como «Gatopardo» , «Letras Libres» , «Malpensante» , entre otras-, rebosan de descripciones y de detalles que sólo se es posible conseguir con un trabajo periodístico minucioso.

«Cinco horas no te garantizan un buen perfil. Me siento frustrada si no veo a la persona más de dos veces. Me gusta conversar con mi entrevistado todas las veces que sea necesario y en circunstancias distintas. Acompañarlo en alguna actividad. Hablar con algún familiar. E, incluso, con gente que no sea complaciente, que no sea tan afín a él».

Su método lo estructuró con la práctica y lo aprendió leyendo a escritores como el argentino Martín Caparros de forma voraz. «Leí muchas notas de Caparros. Estudié cómo comenzaba. Leí todos sus arranques (entradillas). Cómo rompía el silencio. Cómo presentaba a los personajes. Cómo captaba los rasgos de la gente». Un ejercicio, que según afirma, lo sigue haciendo con autores realistas y con poetas, en busca de prosas que la inspiren y técnicas que la ayuden a arriesgar la escritura en cada texto.

Así se formó como periodista y no le avergüenza decirlo. Reconoce que nunca ha pisado un instituto, una escuela, un taller, un curso, un seminario o un posgrado que tenga que ver con el periodismo. Confiesa que se inició en 1992 como redactora de la «Revista Página /30» (Buenos Aires, Argentina) siendo «una paracaidista».

«No era más que una paracaidista»

«Yo siempre quise ser una escritora de ficción, nunca quise ser periodista. Estudie licenciatura de turismo por aquella creencia de que debía estudiar algo para ganarme la vida y que podía escribir en los ratos libres. Dejé un cuento corto en la recepción de un periódico y a los tres días apareció publicado. Luego me llamarían para trabajar como redactora en la Revista Página /30. No era más que una paracaidista».

En 1998 participó, junto a otras escritoras y periodistas, en el libro de «Mujeres argentinas» (Alfaguara). En 2005 publicó su primer libro «Los Suicidas del Fin del Mundo» y en 2009 sacó una recopilación de sus textos bajo el nombre «Frutos Extraños» . Su artículo «La Voz de los Huesos» , que narra la labor de los antropólogos argentinos que desde 1984 trabajan en restituir la identidad a los restos de los desaparecidos durante la dictadura de Videla, la hizo ganadora en 2010 del Premio Nuevo Periodismo CEMEX + FNPI.

La crónica que realizó en Zimbabue y que se publicó con el nombre «Un país que se desangra» forma parte de la exposición «Testimonios del Olvido» del fotógrafo Juan Carlos Tomasi, que se presenta en el Instituto Cervantes hasta el 15 de mayo.

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