«Circo» mediático en Mdiq para dar cobertura al entierro del pequeño Ryan
A primera hora de la tarde del miércoles dos jóvenes pico en mano, y en presencia de un responsable del cementerio, cavan una nueva fosa en la necrópolis de Mdiq (Rincón). El sol pega fuerte en la colina en la que se encuentran desparramadas las ... tumbas.
La calma del lugar se ha roto desde que se supo que el pequeño Ryan, el hijo de Dalila Mimouni, va a ser enterrado junto a su madre. La arena rojiza va saliendo del agujero, abierto junto al pequeño montículo que señala el lugar donde reposan los restos de la que se convirtió hace un par de semanas en la primera víctima de la nueva gripe en España.
Sorpresa de los vecinos
Una pequeña cuadrilla de barrenderos se afanan aquí y allá en limpiar los alrededores de papeles y basura. Un contenedor metálico aparcado en el descampado contiguo se va llenando en minutos de porquería.
Mientras trabajan, los hombres observan sorprendidos el «circo» mediático que se ha montado. Una antena que transmite vía satélite se encuentra estratégicamente situada. Como si de un centro de prensa se tratara las televisiones van conectando con los numerosos enviados especiales llegados al pueblo. Muchos más que el día que fue despedida Dalila. Detrás de los reporteros, las tumbas, hasta donde son conducidos algunos de los familiares para que hablen del drama en la pequeña pantalla.
La Prensa del reino alauí recoge la noticia de manera sosegada, sin hacer tanta leña del árbol caído como muchos hubieran pensado tras saber que un error garrafal mató al hijo de la joven recién emigrada a España.
Comentarios de prensa
«Le Matin», diario oficioso de palacio, destaca en portada las condolencias del rey Mohamed VI y su gesto de enviar un avión para repatriar el cadáver. «Atachdid», el diario islamista editado en árabe, recoge la apertura de investigaciones judiciales y el independiente «Al Yarida al Oula» juega con los tres millones de euros con que puede ser indemnizada la familia.
En las viviendas de las dos familias, la de Dalila y la de Mohamed, padre de Ryan, también se agolpan los informadores para recoger los testimonios de los más cercanos.
Reciben cansados pero diligentes a los periodistas. Saben que es un trago difícil de pasar pero, al mismo tiempo, desean que se recuerde cuanto más mejor que hay que hacer justicia por el bebé Ryan.
El teléfono móvil de Abdalá, hermano de la madre de Mohamed, no deja de sonar. «He encontrado antes 52 llamadas perdidas», dice sin ánimo de reprender a nadie. Comprenden el interés que ha despertado el fallecimiento del bebé.
Minutos después, una de esas llamadas llega de un miembro de la diplomacia española, que desea transmitir el pésame en nombre de la Embajada en el reino alauí y le sondea para estar presente cuando esta mañana llegue al aeropuerto de la vecina Tetuán el avión con el féretro de Ryan. La respuesta es afirmativa. La familia no odia, pero quiere justicia.
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